¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

21°
29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Bandolerismo social

Viernes, 16 de febrero de 2018 00:00

Eric Hobsbawm (1917-2012) escribió "Bandidos" que está de dramática actualidad y que inspira el presente texto.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Eric Hobsbawm (1917-2012) escribió "Bandidos" que está de dramática actualidad y que inspira el presente texto.

El significado original de la palabra italiana "bandito" define a un hombre declarado fuera de la ley por las razones que sean, aunque no es extraño que los forajidos se conviertan fácilmente en ladrones, depredadores y asesinos. El sentido moderno de la palabra bandido data de finales del siglo XV.

Al principio los bandidos eran meramente miembros de grupos armados que no pertenecían a ninguna fuerza regular. Los bandoleros, que es el nombre castellano que suele darse a los bandidos, se derivó del término catalán que servía para denominar a los partisanos armados que protagonizaban la agitación y los conflictos civiles que azotaron Cataluña entre los siglos XV y XVII y que más adelante degeneraron en bandolerismo.

Los bandidos, por definición, se resisten a obedecer, están fuera del alcance del poder, ellos mismos son ejercitadores potenciales de poder y, por tanto, rebeldes en potencia; estuvieron y están en todos los continentes habitados; ciertos tipos de bandidos se consideran portadores de justicia y redistribución social que son los bandidos sociales que integran el bandolerismo social.

Los encapuchados

Debido a la desintegración del poder y la administración del Estado en muchas partes del mundo y la notable disminución de la capacidad de los estados, incluso los modernos y desarrollados, para mantener el nivel de orden público que crearon en los siglos XIX y XX, volvemos a ser testigos de la existencia del bandolerismo endémico e incluso epidémico.

El caso de Chechenia y Rusia, los mapuches o pseudomapuches RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) en el sur de Argentina; forajidos encapuchados con palos de Quebracho en Buenos Aires, izquierda violenta ideologizada por la izquierda caviar, forajidos anarquistas catalanes, fundamentalistas islámicos en varias partes del mundo, Pablo Emilio Escobar Gaviria reconocido narcotraficante y político colombiano, fundador y máximo líder del Cartel de Medellín, Luis Orlando Padierna, alias "Inglaterra", número dos de la mayor banda criminal del Clan del Golfo en Colombia y tantos otros. Los bandidos pretenden hacer honor al papel social que se han autoasignado. Instan a los campesinos a no trabajar en las parcelas de terrenos pertenecientes a la propiedad privada y promueven el adueñarse de las tierras por la violencia y repartírselas entre ellos.

Se los considera bandidos especiales o sociales en lugar de simples bandidos. Muchos de ellos gozan de protección contra las fuerzas de seguridad que las autoridades mandaron a la región para combatirlos, a expensas de los habitantes de los poblados.

Cierta parte de la opinión pública justifica y exagera sus hazañas y, como es frecuente en estos casos, les atribuyen cualidades heroicas y tratan de asegurar su invulnerabilidad; en torno a ellos se está formando un mito.

El resentimiento

El resentimiento explica en parte el fenómeno del bandolerismo; estos bandoleros viven en sociedades en las cuales se ven a sí mismos como grupo colectivo aparte e inferior al grupo de los ricos y los poderosos, aunque con frecuencia los individuos que la forman dependen de uno u otro de ellos.

Los gauchos libres de las llanuras de la Argentina decimonónica eran bandoleros que oponían resistencia a la ciudad y a las leyes burguesas sobre la propiedad junto con sus caudillos rurales; los bandidos gauchos argentinos acababan recibiendo el espaldarazo público de la santidad.

Tenían que ser mártires.

La condición mínima era que el bandido luchase contra la justicia oficial y especialmente contra la institución policial y que cayera en esta batalla. Los gauchos argentinos se consideraban enemigos de la autoridad estatal y judicial pese a servir a señores y a aspirantes a la presidencia.

La historia del poder, es decir, de la capacidad de controlar a las personas y los recursos por medio de la coacción, se vio sometida a una variedad y una mutabilidad mucho mayores que las estructuras del orden económico y social, cuyo cambio fue lento.

La modernización, es decir, la combinación del desarrollo económico, las comunicaciones eficaces y la administración pública, elimina las condiciones en que florece cualquier tipo de bandolerismo, incluido el social.

Frutos de las crisis

El bandolerismo social es un fenómeno universal que se da en las sociedades basadas en la agricultura y que se componen fundamentalmente de campesinos y trabajadores sin tierra oprimidos y explotados por algún otro: señores, ciudades, gobiernos, legisladores o incluso bancos.

El bandolerismo tiende a ser epidémico en épocas de pauperismo y de crisis económica; los bandoleros no son rebeldes sociales o políticos y menos aún revolucionarios; se niegan a someterse, se encuentran excluidos de la trayectoria normal de la gente y se ven forzados a quedar fuera de la ley; son activistas y no ideólogos..

Son dirigentes en la medida en que este papel pueda ser sostenido frente a su propia gente o comunidad. 
El programa de los bandidos sociales persigue la defensa o restauración del orden tradicional de las cosas tal como deberían ser o tal como se cree que habían sido en un pasado real o mítico. 
Desean terminar con los abusos, eliminar los casos de injusticias, poner en práctica un criterio más general de relaciones justas e imparciales entre los hombres, especialmente entre ricos y pobres y entre fuertes y débiles. Hay dos factores que pueden convertir el modesto aunque violento objetivo de los bandidos y del campesinado y el lumpen proletario al que pertenecen en movimientos revolucionarios auténticos. El primero se da cuando se convierte en símbolo y adalid de la resistencia del orden tradicional frente a las fuerzas que lo distorsionan y destruyen. Una revolución social no es menos revolucionaria por el hecho de realizarse en nombre de lo que el mundo exterior considera reacción frente a lo que considera progreso.
La lucha por la reivindicación de derechos embravecen los corazones, templan los nervios, unen a los militantes que se hacen fuertes y capaces de defender sus derechos.
De esta gente belicosa se valen a veces los políticos en épocas de elecciones mandándoles armas y expresas órdenes vengativas para sus adversarios políticos. 

La transitoriedad
Los bandoleros sociales son elementos desclasados, tienen limitaciones, tanto técnicas como ideológicas, que los hacen inviables para algo que vaya más allá de unas operaciones momentáneas con más de unas pocas docenas de hombres, y su organización interna no proporciona ningún modelo que pueda generalizarse al conjunto de la sociedad. Suelen proporcionar dirigentes, pero no modelos para las grandes insurrecciones. 
El anarquismo 
El bandolerismo social tiene la aspiración o la idea del anarquismo, este sueño totalmente intransigente y lunático que pocos han tratado de llevar a la práctica. No debemos censurar a los anarquistas serios por los excesos de la franja de intelectuales desclasados que dan su aquiescencia a tales fantasías. 
El anarquismo idealiza un mundo en que los hombres son gobernados por la moralidad pura según el dictado de la conciencia; donde no hay pobreza, ni gobierno, ni cárceles, ni policías, ni coerción o disciplina que no surja de la luz interior; sin otro lazo social que la fraternidad y el amor; sin mentiras; sin propiedad; sin burocracia. En este mundo todos desean la libertad, el heroísmo y el sueño de justicia.
La gente idealiza hasta a los hombres menos apropiados y los convierte en paladines de la lucha nacional o social que se incluye en la acción política, como en el caso de los guerrilleros argentinos del decenio de 1970, que se consideraban los sucesores de los gauchos montoneros, cuyo nombre adoptaron, lo cual, aumentó enormemente su atractivo ante los ojos de muchos ciudadanos especialmente jóvenes. 

Los conflictos
Es claro que el bandolerismo no puede entenderse fuera del contexto de la política. El bandido personifica un monstruo cruel e inhumano o, en el mejor de los casos, es el hijo de la violencia, frustrado, desorientado y manipulado por líderes locales. Ésta es la imagen que ha aceptado la opinión pública. 
Hay una similitud entre los antiguos bandidos y los nuevos activistas, aunque la diferencia fundamental son los contextos sociales. En ambos casos el mito es un objetivo principal de la acción. Para el bandido clásico es su propia recompensa, para los neobandidos su valor estriba en las supuestas consecuencias propagandísticas, y, en todo caso, dada la naturaleza de tales grupos ilegales, tiene que ser un mito colectivo y los individuos suelen permanecer en el anonimato. En ambos casos lo que hoy llamamos publicidad tiene una importancia fundamental. Sin ella, los bandidos o los grupos no tendrían una existencia pública. Los bandidos clásicos forjaban su reputación mediante el contacto directo con sus partidarios y los rumores de una sociedad oral. 
No hay que considerar en la actualidad la eficacia política ni valorar las justificaciones teóricas o de otro tipo que se han presentado para el actual resurgimiento de las acciones armadas que protagonizan individuos y grupos pequeños. 
La imagen política y la eficacia de los bandoleros sociales no son fruto de sus acciones propiamente dichas, sino que nacen del hecho de ser noticia y se planean principalmente para alcanzar este objetivo. De ahí la paradoja de que algunas de las acciones con las que el bandido, el forajido, el delincuente espera forjar su mito son las que sus sucesores prefieren que no se sepan, toda vez que crearían una imagen que no desean (por ejemplo, la de criminal en lugar de militante político). 
Hoy día los medios de difusión son los creadores principales, tal vez únicos, de mitos, de manera abrumadora; además tienen la facultad de dar publicidad instantánea y, si las circunstancias son apropiadas, mundializan las noticias como en ninguna otra época.
 

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD