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“Estoy más filosa y observadora de los prejuicios de los salteños”

Este sábado, a las 22.30, en El Teatrino (Aniceto Latorre y Alvear) Graciela Quipildor estrenará “Ponele”.
Viernes, 23 de febrero de 2018 14:18

Mujer de radio, profesora de Arte y humorista, la Quipi hace unos años posibilitó el desembarco del stand up en Salta y creó un circuito para que otros estandaperos pudieran llegar al Noroeste. Además, los salteños la siguen por las redes sociales porque comunica “desde el corazón” su parecer sobre la violencia contra la mujer. La identificación de la comediante con la perspectiva de género trascendió el mero matiz discursivo y fue recibida por el espectador como la intervención de una referente válida para crear conciencia social. Cómo el público no la va a acompañar ahora, que se puso “filosa” con aquellos temas que el salteño no aborda por prejuicio. 

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Mujer de radio, profesora de Arte y humorista, la Quipi hace unos años posibilitó el desembarco del stand up en Salta y creó un circuito para que otros estandaperos pudieran llegar al Noroeste. Además, los salteños la siguen por las redes sociales porque comunica “desde el corazón” su parecer sobre la violencia contra la mujer. La identificación de la comediante con la perspectiva de género trascendió el mero matiz discursivo y fue recibida por el espectador como la intervención de una referente válida para crear conciencia social. Cómo el público no la va a acompañar ahora, que se puso “filosa” con aquellos temas que el salteño no aborda por prejuicio. 


“Ponele” es un título general, pero abarcador. Lleva a la indefinición y, a la vez, es simpático. ¿Qué zanjás con “ponele” en tu vida cotidiana y por qué denominaste así a tu nuevo show?
Decir “ponele” tras una oración es una forma de cuestionar aquello que se dijo. La mirada de un comediante es solo una propuesta, una teoría de lo que entendemos por realidad. Propongo temas y los destrozo, y pretendo que la gente haga lo mismo, incluyendo la mirada que propuse yo para esos temas. Creo que nos hace falta empezar a cuestionar todo. “Ponele” (risas).

A la luz de la perspectiva de género, la defensa de los derechos humanos, la apertura hacia las minorías, los colectivos migrantes y LGBT, blanco de los chistes de toda las épocas, ¿de qué nos podemos reír?
La risa es algo tan espontáneo que creo que al final siempre nos hará reír aquello que nos resulte gracioso. Lo que creo que está empezando a pasarnos es que por lo menos sabemos que cierta forma de hacer comedia no es tan inofensiva como pensábamos hasta hora. Descubrir eso me hizo hacerme más responsable de lo que digo sobre un escenario. Como público, entendiendo que hay una ideología detrás del chiste y del comediante, cada uno verá de qué lado del prejuicio se para. Aunque, cuando un chiste es efectivo, no nos da tiempo ni para eso. 

A la par, ¿de qué nos podemos seguir riendo porque firmamos un pacto entre humorista y espectadores mediante el cual asumimos que lo que ocurre en la sala de stand up es ficción?
La comedia bien lograda puede hacer que nos riamos aún de lo que creemos que no deberíamos reírnos. El buen comediante encuentra la manera de hablar de eso y hacer que trasciendas tu propia conciencia. Y eso en sí mismo es una crítica social. Con eso, a veces un comediante se está riendo de uno, sin que uno se dé cuenta. No reírnos es una manera de disentir con el comediante. O de decirle que es malísimo.

¿Qué espectador te enamora? ¿El que interviene mucho, el que transmite en vivo para los compañeros y amigos, el que filma un ratito y se saca selfie en la sala y te es pera para la foto al final del show?
Disfruto al espectador que continúa riéndose después de que todos dejaron de reírse. El que tiene una risa sonora o rara, y se tienta y no puede parar. Muchos comediantes, cuando escuchan una risa rara o a destiempo, lo ridiculizan por entender tarde o por no poder contener la risa. Yo lo disfruto y no digo nada, para que todos los demás lo sigan. Es contagioso, y es bueno para la energía del show. También me gusta el espectador que me escribe cuando llega a su casa, agradeciéndome que lo hice reír, y me cuenta con quién fue y qué parte le gustó.

¿De qué sentiste necesidad de hablar en este show, qué temas surgieron?
En este show no estoy tan autorreferencial como en los anteriores. Estoy más observadora y más filosa con cosas que observamos todos. Sentí la necesidad de morder la banquina como siempre y de abordar temas de los que no hablamos por prejuicio. Es como decir un “ponele” a cada cosa que se considera cierta e incuestionable en Salta. Hablo de los hombres que se separan de viejos, del cheto salteño, de estratos sociales en Salta, de ropa interior, de lugares de nuestra ciudad para tener sexo, de policías, de libertades que tienen los hombres y nosotras no, de María Livia, de veganos, de un tal Juan Manuel que conoce una chica llamada Isabel... (risas).
 
Hablemos también de tus rituales de escritura, del bar y del pub con un rico acompañamiento gastronómico y de la serie ‘Me fui al choto’, que tantos siguen por Facebook. ¿Al salir de lo cotidiano tus sentidos se ponen en una observación interna y externa más aguda y surge esa extrañeza por lo habitual, el ver de otra manera que te caracteriza y se vuelve guion?
Me encanta escribir fuera de casa. En casa me pongo a ver Netflix, prendo la tele, lavo ropa, hago coreografías frente al espejo, duermo tres siestas; me distraigo. Amo ir a un café donde ya saben cómo me gustan las tostadas y puedo estar todo el día escribiendo. Me concentro más. Ver la cuenta y pagar por el desayuno, el almuerzo, la merienda y los tragos del happy hour es el mejor incentivo para ser productiva cada vez que escribo afuera. Además, en un café mirás gente, ves cosas, escuchás conversaciones, son muchos estímulos. Todo es inspiración. Y ahí releo una y otra vez lo que escribo, lo tiro, lo vuelvo a buscar, trabajo en el engranaje de las palabras.
Hace unos meses comencé a tomarme fines de semana en hoteles de Salta para descansar y ahí surgió la sección #MeFuiAlChoto, en la que escribo sobre la experiencia de ese finde en forma cómica. Al principio los pagaba yo, y ahora los hoteles me piden que vaya para escribir sobre ellos. Pileta, verde, sol, no tengo que tender la cama ni pagar por nada... es lo más, cuando me desconecto del ruido y conecto conmigo, tengo la mente más clara y organizo lo que ya tengo escrito.

¿Qué cosas bonitas te están pasando actualmente que te hacen celebrar tu presente?
Mi monólogo nuevo es algo que me pone contenta. 

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