Hoy realizará un gran festejo con sus seres queridos. La conductora se tomó unas merecidas vacaciones, tras hacer sus clásicos almuerzos desde Mar del Plata durante unas semanas.
En su cuenta de Instagram, la diva compartió con sus miles de seguidores una imagen con una emotiva frase: ¡Gracias! A mi familia, amigos y a mi querida audiencia.
“Hoy doy gracias a Dios por tenerlos a todos ustedes para celebrar mi cumpleaños”, escribió Chiquita, junto con la publicación. Rápidamente, recibió cariñosos mensajes de sus seguidores en la red social.
Como todos los años, Legrand celebrará un nuevo año de vida junto con su melliza Goldie, rodeada de sus seres queridos. Cabe recordar que para sus 90, realizó una fiesta con sus familiares y amigos en la casa de su hija Marcela Tinayre.
La diva disfrutará de unos días de relax y se preparará para su regreso en marzo de su clásico ciclo televisivo, que se emite los sábados por la noche y los domingos al mediodía por la pantalla de El Trece.
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Hoy realizará un gran festejo con sus seres queridos. La conductora se tomó unas merecidas vacaciones, tras hacer sus clásicos almuerzos desde Mar del Plata durante unas semanas.
En su cuenta de Instagram, la diva compartió con sus miles de seguidores una imagen con una emotiva frase: ¡Gracias! A mi familia, amigos y a mi querida audiencia.
“Hoy doy gracias a Dios por tenerlos a todos ustedes para celebrar mi cumpleaños”, escribió Chiquita, junto con la publicación. Rápidamente, recibió cariñosos mensajes de sus seguidores en la red social.
Como todos los años, Legrand celebrará un nuevo año de vida junto con su melliza Goldie, rodeada de sus seres queridos. Cabe recordar que para sus 90, realizó una fiesta con sus familiares y amigos en la casa de su hija Marcela Tinayre.
La diva disfrutará de unos días de relax y se preparará para su regreso en marzo de su clásico ciclo televisivo, que se emite los sábados por la noche y los domingos al mediodía por la pantalla de El Trece.
Algo de historia
Cuando morían los años 30 durísimos, difíciles, convulsos, Luis César Amadori (Gino para sus amigos), voluminoso zar del espectáculo en tiempos en que una estrella y una fama no se fabricaban en 15 días, tele, escándalo y poca ropa, eligió a la pequeña Mirtha para actuar con Silvia, bajo el seudónimo Rosita Luque, en el film “Hay que educar a Niní” (1940), que era, nada más, nada menos, la genial Niní Marshall, “nuestra Cervanta” como mucho después la llamaría María Elena Walsh.
Siguió “Novios para las muchachas” (1941), y un año después, cuando Silvia ya empezaba a elegir la otra vida, la de mirarse en un espejo sin luces y a cara lavada, la Chiqui, 14 recién cumplidos ¡primer protagónico!, y todavía un ícono del celuloide patrio: “Los martes, orquídeas”, con un todoterreno de templado oficio: comediante, crooner de jaz, gestual, intencionado, pícaro en el mejor de los sentidos: Juan Carlos Thorry.
No por archicontada y archisabida es justo omitir aquel grito de triunfo de Mirtha: -Fui a los estudios en colectivo, ¡y volví a mi casa en limousine!
En 1945, año no recordado precisamente por esa boda se casó con Daniel Tinayre, un director francés recalado en estas playas que la consagró con “La vendedora de fantasías”, “La de los ojos color del tiempo” y “En la ardiente oscuridad”.
Tampoco será necesario evocar sus Martín Fierro de tres materiales: bronce, platino, brillantes.
Dama refinada, podía tolerar casi cualquier cosa de los nuevos tiempos de la teleà ¡menos comer en público! Pero Alejandro Romay, hacedor tenaz si los hubo, allá por el 68 le grabó una marca a fuego:
-Te quiero conduciendo un programa: Almorzando con las estrellas.
-¿Comer en cámara? ¡Qué horror!
Y así, en la cabecera de una mesa rococó por la que pasó medio país, esa mujer de la que el híper intelectual e insobornable Juan José Sebreli dijo “tiene las dotes innatas de un líder político”, lleva medio siglo en la cosa.
En esa cosa de rating que nunca la abandonó (vaivén más o menos). Que alguna vez fue prohibida. Que sucedió mientras morían su marido (1994), su hijo Daniel (1999), y le nacían Marcela, y tres nietos risas y lágrimas.
Y de a poco, despegándose, sabia, de la frivolidad primigenia, y metiéndose con lengua filosa en las llamas y los personajes de un país tan, tan, tan lejos de Villa Cañás 1927, los locos carnavales de antaño, las orquídeas de los martes, la primera limousina (y el previo colectivo), la señora Mirtha Legrand, la Chiqui, la Rosa, sin perder el charme, le agregó a su mesa un anexo: un paredón de fusilamiento para políticos, sindicalistas and Company acostumbrados a mentir, huir por la tangente, ponerse una careta.
A veces, con cierta melancolía, ha dicho:
-Por mi afán perfeccionista fui dejando un poco de lado a mi familia y a mis afectos. Me siento un poco culpable...
Pero también, sin melancolía, como una deidad triunfante, cada tanto recuerda que: -¡Le di toda mi vida a mi público!