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El Ballet Nouveau irá a las escuelas con una obra sobre el ser salteño 

“Ana y Fermín” está inspirada en una novela de Juana Manuela Gorriti. Retratará el exilio, el sentido de la patria y el rol de la mujer, en clave de danza. 
Domingo, 25 de febrero de 2018 14:06

Nunca tanto como con “La tierra natal”, Juana Manuela Gorriti ha invitado al lector a “tomar una ronda de mate riquísimo”. En sus páginas -en simultáneo una novela, una bitácora de viajes y un diario íntimo- el bailarín profesional y coreógrafo Diego Fadel (36), junto a sus colegas Ángel Gutiérrez y Matías Jansron, encontraron inspiración para componer la obra “Ana y Fermín”. Luego llevaron la propuesta de realización a Emilia Martearena (36), la directora del Ballet Nouveau. 
Ahora se encuentran embarcados en un proyecto ambicioso cuyo primer estadío será una audición para buscar talentos juveniles y comprometidos. Una vez que los flamantes integrantes se acoplen al resto de la compañía todos pasarán por seis meses de ensayos. Después cumplirán una gira por las escuelas de la ciudad que los demanden y, por último, actuarán en teatros para el público en general. El Ballet Nouveau tuvo su bautismo el 31 de mayo de 2016 y hasta hoy lleva presentadas obras clásicas y contemporáneas, desde suittes de ballets de repertorio como “Esmeralda”, “Diana y Acteón”, como obras de coreógrafos invitados en danza contemporánea. 
“Nos pareció interesante que fuera un ballet juvenil de bailarines salteños en formación y por eso les acercamos la propuesta. Nosotros habíamos armado una historia en dos actos pensada para un ballet con técnica clásica. Está basado en la literatura de Juana Manuela Gorriti, quien nos dio muchos elementos argumentales para componer el ballet”, contó Diego Fadel. Precisó que “todo va a suceder en 1875 y los hechos suceden en Salta, el escenario serán la plaza 9 de Julio, los cerros, las calles del convento”. Juana Manuela Gorriti escribió “La tierra natal”, mientras retornaba a su Salta luego de décadas de exilio y siendo una escritora con un rotundo éxito editorial en Sudamérica. A pesar de que la larga trayectoria de la literatura fantástica se inaugura en 1865 con los relatos de esta autora, ella ha sido objeto de poco estudio en las escuelas. Diego reconoció que la ha descubierto a partir de un trabajo de producción y de investigación previo, en la búsqueda de una voz que dialogara con el pasado nacional, con las guerras de la independencia, con la identidad y los antepasados. Así se sintió motivado por sus textos, que a un lector atento le revelan tensiones y contradicciones, incluso dobles mensajes; y a los que Diego halló “amenos de leer y entretenidos”. 
“Juana Manuela tiene muchas aristas, pero la que nos pareció más importante es la cuestión de género, porque habla de la mujer salteña y sin querer al retratar ella lo que pasaba en su tiempo nosotros podemos ver qué rol tenía la mujer, cómo se la veía y qué lugar ocupaba dentro de la familia. A eso se lo puede adaptar y debatir en relación con lo que sucede hoy en día, que mucho no ha cambiado”, analizó Diego. Justamente Juana Manuela tal vez no se propuso con su literatura ampliar la esfera de acción de la mujer, sino que sospechó con buen tino que esta tarea les cabría a las generaciones subsiguientes.
Para musicalizar la obra hicieron una selección de piezas del compositor veneciano Antonio Vivaldi y del músico húngaro Béla Bartók. “Ellos nos ayudan a contar. Utilizamos la danza para contar una historia y hay personajes bien definidos, con movimientos específicos, y la música nos ayuda a que pueda hablar cada personaje”, señaló Diego.
Antes del desembarco en las escuelas, ellos proveerán a los docentes de un material de apoyo para trabajar en el aula. 
Para Emilia Martearena “Ana y Fermín” les interrumpirá a los alumnos el ritmo cotidiano y los pondrá en el rol de espectadores dentro de su ámbito de pertenencia. “Llevarles un grupo juvenil a la escuela es ya hablarles en un mismo idioma, porque son chicos de las mismas edades a los que ven haciendo cosas y así se legitima la danza y todos se entusiasman”, apreció. 
En ese sentido Diego especificó que se trata del “espíritu del ballet clásico, pero adaptado a nuestro entorno para que sea reconocible”. “Siempre existe el preconcepto de que el ballet es aburrido y de que no van a entender nada, por ello la intención es que sea todo lo contrario, que sea divertido, que a ellos les deje un montón de mensajes y que sepan que lo pueden hacer”, se entusiasmó Emilia y agregó que además apuntan a que los niños repliquen en sus casas el valor que tiene el ballet en la vida de las personas. 

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Nunca tanto como con “La tierra natal”, Juana Manuela Gorriti ha invitado al lector a “tomar una ronda de mate riquísimo”. En sus páginas -en simultáneo una novela, una bitácora de viajes y un diario íntimo- el bailarín profesional y coreógrafo Diego Fadel (36), junto a sus colegas Ángel Gutiérrez y Matías Jansron, encontraron inspiración para componer la obra “Ana y Fermín”. Luego llevaron la propuesta de realización a Emilia Martearena (36), la directora del Ballet Nouveau. 
Ahora se encuentran embarcados en un proyecto ambicioso cuyo primer estadío será una audición para buscar talentos juveniles y comprometidos. Una vez que los flamantes integrantes se acoplen al resto de la compañía todos pasarán por seis meses de ensayos. Después cumplirán una gira por las escuelas de la ciudad que los demanden y, por último, actuarán en teatros para el público en general. El Ballet Nouveau tuvo su bautismo el 31 de mayo de 2016 y hasta hoy lleva presentadas obras clásicas y contemporáneas, desde suittes de ballets de repertorio como “Esmeralda”, “Diana y Acteón”, como obras de coreógrafos invitados en danza contemporánea. 
“Nos pareció interesante que fuera un ballet juvenil de bailarines salteños en formación y por eso les acercamos la propuesta. Nosotros habíamos armado una historia en dos actos pensada para un ballet con técnica clásica. Está basado en la literatura de Juana Manuela Gorriti, quien nos dio muchos elementos argumentales para componer el ballet”, contó Diego Fadel. Precisó que “todo va a suceder en 1875 y los hechos suceden en Salta, el escenario serán la plaza 9 de Julio, los cerros, las calles del convento”. Juana Manuela Gorriti escribió “La tierra natal”, mientras retornaba a su Salta luego de décadas de exilio y siendo una escritora con un rotundo éxito editorial en Sudamérica. A pesar de que la larga trayectoria de la literatura fantástica se inaugura en 1865 con los relatos de esta autora, ella ha sido objeto de poco estudio en las escuelas. Diego reconoció que la ha descubierto a partir de un trabajo de producción y de investigación previo, en la búsqueda de una voz que dialogara con el pasado nacional, con las guerras de la independencia, con la identidad y los antepasados. Así se sintió motivado por sus textos, que a un lector atento le revelan tensiones y contradicciones, incluso dobles mensajes; y a los que Diego halló “amenos de leer y entretenidos”. 
“Juana Manuela tiene muchas aristas, pero la que nos pareció más importante es la cuestión de género, porque habla de la mujer salteña y sin querer al retratar ella lo que pasaba en su tiempo nosotros podemos ver qué rol tenía la mujer, cómo se la veía y qué lugar ocupaba dentro de la familia. A eso se lo puede adaptar y debatir en relación con lo que sucede hoy en día, que mucho no ha cambiado”, analizó Diego. Justamente Juana Manuela tal vez no se propuso con su literatura ampliar la esfera de acción de la mujer, sino que sospechó con buen tino que esta tarea les cabría a las generaciones subsiguientes.
Para musicalizar la obra hicieron una selección de piezas del compositor veneciano Antonio Vivaldi y del músico húngaro Béla Bartók. “Ellos nos ayudan a contar. Utilizamos la danza para contar una historia y hay personajes bien definidos, con movimientos específicos, y la música nos ayuda a que pueda hablar cada personaje”, señaló Diego.
Antes del desembarco en las escuelas, ellos proveerán a los docentes de un material de apoyo para trabajar en el aula. 
Para Emilia Martearena “Ana y Fermín” les interrumpirá a los alumnos el ritmo cotidiano y los pondrá en el rol de espectadores dentro de su ámbito de pertenencia. “Llevarles un grupo juvenil a la escuela es ya hablarles en un mismo idioma, porque son chicos de las mismas edades a los que ven haciendo cosas y así se legitima la danza y todos se entusiasman”, apreció. 
En ese sentido Diego especificó que se trata del “espíritu del ballet clásico, pero adaptado a nuestro entorno para que sea reconocible”. “Siempre existe el preconcepto de que el ballet es aburrido y de que no van a entender nada, por ello la intención es que sea todo lo contrario, que sea divertido, que a ellos les deje un montón de mensajes y que sepan que lo pueden hacer”, se entusiasmó Emilia y agregó que además apuntan a que los niños repliquen en sus casas el valor que tiene el ballet en la vida de las personas. 

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