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El sueño de trabajar de lo que te gusta y en un paraíso

Marcelo Gabriel Cavalleri es ingeniero industrial y desde octubre vive en Tulum, una localidad de México. 
Sabado, 03 de febrero de 2018 23:43

El salteño Marcelo Gabriel Cavalleri cumplió el sueño de vivir en la costa caribeña. El joven de 25 años es ingeniero industrial y desde hace tres meses vive en Tulum, una localidad de la provincia de Quintana Roo, en México. Allí trabaja con un grupo de hoteles boutique, relativamente nuevos, en la organización de los procesos administrativos y operativos.

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El salteño Marcelo Gabriel Cavalleri cumplió el sueño de vivir en la costa caribeña. El joven de 25 años es ingeniero industrial y desde hace tres meses vive en Tulum, una localidad de la provincia de Quintana Roo, en México. Allí trabaja con un grupo de hoteles boutique, relativamente nuevos, en la organización de los procesos administrativos y operativos.

El pueblo de Tulum es un paraíso que queda a 64 kilómetros de Playa del Carmen y 130 de Cancún. El nombre de Tulum es casi reciente, y se traduce como “muralla” o “palizada”, en alusión a la muralla que allí se conserva frente al mar. Es el sitio más emblemático de la costa de Quintana Roo, debido a su ubicación privilegiada y la excelente conservación de sus edificios y pinturas murales. 

Marcelo se graduó el año pasado en la Universidad Nacional de Salta. Trabajó un tiempo para una empresa, luego a través de una amiga que ya trabajaba en el hotel hizo llegar su currículum. Cuando lo llamaron no lo podía creer.

Él mismo admite que sin dudarlo un segundo ni saber siquiera cuánto iba a ganar de sueldo se embarcó en el viaje. Allá le costó adaptarse, pero por fortuna salió todo bien. Lo más interesante es que hoy puede dedicarse a su profesión y tener su propio espacio. 

La firma para la que trabaja tiene un hotel en Playa del Carmen y dos en Tulum. Empezó siendo algo chico y luego, con el auge turístico de la zona, creció bastante, por lo que las exigencias también. “Mi carrera está vinculada con gestión empresarial, es una de las incumbencias. Puntualmente mi rol es organizar los procesos tanto administrativos como operativos de los tres hoteles para brindar una mayor calidad y eficientizar el servicio”, contó el ingeniero industrial.

Ahora está “chocho” de la vida y se siente muy afortunado con lo que está haciendo, porque, sin desmerecer a nadie, ve a muchos compatriotas emplearse como barman o mozos teniendo un título. La playa, el mar y un trabajo fueron el “combo” perfecto para emigrar a Tulum.

Cuando viajó lo hizo con la idea de volver en tres meses. Tenía pasaje para el 24 de enero pasado, pero lo postergó para julio próximo. “Esta experiencia la estoy aprovechando al máximo, pero quiero diversificar un poco mi formación, probar de hacer otras cosas y lo bueno es que acá las puertas me quedan abiertas si decido volver en otro momento”, contó, y agregó además que para eso debe regularizar la visa de trabajo.

En Salta, Marcelo Cavalleri vivía con su familia en Parque Belgrano. Lo que más le costó fue el desarraigo familiar y cultural, la emancipación de golpe le trastocó la existencia. Extraña los asados y las guitarreradas con amigos. Si bien con otros jóvenes argentinos que va conociendo ya hicieron asados, pero la carne “no es la misma”, advierte. 

“Las cosas cotidianas son las que más se extrañan. Emprender una vida solo te hace crecer de golpe tanto en lo profesional como personal. En lo personal te das cuenta que todo depende de vos: la comida, la limpieza, el orden”, enumera.

El joven salteño había realizado varios viajes anteriormente como turista. Pero era distinto porque iba a parar a hostales dos o tres días, por lo que ahora fue caer en la realidad de que no solamente se come y duerme. Hay que pensar en varias otras cosas.

Marcelo es el menor de cuatro hermanos. A la que más le costó fue a su mamá, que se enteró de la decisión justo el día del terremoto en la ciudad de México. El idioma no fue una barrera en la comunicación con la gente. Sin embargo sigue aprendiendo algunos regionalismos. Le costó bastante adaptarse a la comida, debido a que por aquellas tierras absolutamente todo es “muy” picante para su gusto.

Algo que le llamó la atención en México es cuán trabajadora es la gente, siempre muy predispuesta y voluntariosa. “El salteño en ese sentido es un poco mañoso”, señaló. 

En Tulum se valora mucho a los profesionales argentinos, debido a que el sistema educativo de ellos no es muy bueno. Tener estudios universitarios por allá no es para cualquiera, los programas son más acotados, las carreras más cortas, no hay variedad de carreras orientadas a la gestión hotelera, que es lo que necesitan en Quintana Roo, con el boom turístico de los últimos 10 años. 

Los contadores, administradores de empresas e ingenieros escasean. Estos perfiles están más concentrados en el norte y en la ciudad de México, donde está el polo productivo del país. En los hoteles siempre hay gente de todas partes del mundo y se torna un agradable ambiente multicultural.

La espiritualidad

De la cultura mexicana, a Marcelo Gabriel Cavalleri le conmovió más que nada la espiritualidad. 
El prejuicio de que son supersticiosos lo echó por tierra. “La cultura mexicana es grandiosa, te reciben con los brazos abiertos y aquí el 75 por ciento de la población no es nativa, viene de otros lugares de México o del extranjero”, indicó Cavalleri que apenas llegó se compró una guitarra para aprender los ritmos caribeños.

Meditar

Un lugar que proporciona paz son las playas de Tulum, no solo porque son imponentes sino más tranquilas para poder meditar y nadar. 

“Como Salta no hay ciudad en el mundo. Tiene esa cosa hermosa que es ciudad pero a la vez pueblo y la hospitalidad de los salteños es increíble”, destacó el joven que agradece el apoyo familiar, el hecho de haber tenido la posibilidad de estudiar y ahora de volar, una vez ya preparado.
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