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Mitos, verdades y consecuencias del amor romántico

Profesionales de distintas áreas desmitifican una relación platónica. Desde “la media naranja” hasta “sin celos no hay amor”, abordan todas las quimeras. 
Domingo, 04 de febrero de 2018 12:39

Nora Figueroa

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Nora Figueroa

Las distintas formas de amor romántico parecen afianzarse por estas épocas, cuando las parejas, como cada febrero, se disponen a festejar San Valentín, pero también es momento para hablar sobre los mitos de estas formas, cómo detectarlos y fundamentalmente cómo derribarlos. 
Es en los jóvenes y adolescentes donde se ven más arraigados los mitos del amor romántico ya que esas relaciones priorizan la exclusividad como condición de pareja, o la “propiedad” como muestra de amor, con lo que vulgarmente se llama “marcar territorio”.
 

La mirada docente

Marina Leañez, es profesora especializada en Educación Sexual e integra el equipo técnico del Observatorio de Violencia contra las Mujeres (OVcM) y dialogó con El Tribuno sobre el tema: “Es un tema complejo. Al trabajar con jóvenes y adolescentes percibo que tienen mucha resistencia a reconocer que esas formas de relacionarse pueden ser peligrosas. Es importante tener en cuenta que no debemos pensar el vínculo amoroso solo desde la heterosexualidad y además debemos considerar que la adolescencia está llena de cambios, del reconocimiento de un cuerpo nuevo y es cuando la intensidad de los vínculos es más fuerte”.
En su experiencia diaria, señaló que “es difícil hacerles entender que hay otras formas de amor y que pueden establecer otras relaciones. No se trata de negar un vínculo afectivo profundo y lleno de cariño, sino que no deben dejar de ser como siempre o creer que no se pueden comportar de cierta forma porque están de novia/o”.
Para La profesora en Educación Sexual lo importante es evitar situaciones de control, de limitaciones, ya que estas pueden ser una vía a la violencia física. 
La “media naranja” es uno de los mitos que esperamos ansiosos, ya que antaño se celebraba el encuentro de una pareja como la mitad que llegaba a completarnos. 
Para Leañez, “creer que no 
estoy completo sin esa persona genera mayores exigencias y expectativas que al no cumplirse desilusionan a los más jóvenes”. 
Los celos
“Yo no pido nada extraordinario. Solo un hombre de verdad (...) Quiero un tipo atento y cariñoso. Pero que no sea muy celoso”, le dice Shakira a Nicky Jam en uno de los éxitos musicales de los últimos meses, como si ser “un poco” celoso estaría bien. 
“Salvo casos patológicos, los celos son construcciones culturales y sociales, una forma de dominio. Parece ser que los celos son indispensables para el amor verdadero. Sin embargo y en contraposición, en Latinoamérica La infidelidad está siempre latente en las telenovelas”, comentó Leañez. 
Podemos seguir enumerando mitos que nos inculcaron desde pequeños y que en mucho de los casos se repiten y se siguen transmitiendo cómo una forma ideal y justificada de vivir las relaciones amorosas.
Cómo la historia de amor de Romeo y Julieta que resulta en una tragedia.
O cómo históricamente en el matrimonio se establecía el uso del apellido del marido precedido por la preposición de pertenencia “de”, hasta que en 2010 se modificó La Ley de Matrimonio declarando como optativo, en cualquiera de sus formas, añadir el apellido del cónyuge. 
Seguramente muchas recordarán frases de alguien mayor argumentando como válido: “El que te quiere te pelea” o “Te está presumiendo, por eso te empuja”, aspectos sobre los que la experta indica que de esa manera se solidifica una forma de vínculo.
Con los más jóvenes
Desde su labor como docente Leañez aduce que “La estructura social los habilita y se convierten en un producto de lo que la sociedad muestra, por eso debemos trabajar en mostrarles una forma de vínculo más libre, una relación afectiva que les permita moverse con autonomía. Con intensidad, alegría y sin limitaciones”.
Este trabajo debe realizarse 
desde todas las aristas, no
solo a través de la educación formal, sino también desde la familia, los medios de comunicación, las redes sociales y hasta los youtubers que tanta influencia tienen sobre los jóvenes y adolescentes.
Las diferencias están en las formas de expresar las herramientas con las que cuenta cada uno, en capital social o cultural. 
Desde que se incorporó la educación sexual en las instituciones educativas se habilitó la posibilidad de hablarlo en un marco normativo, que se trabaja desde el nivel inicial. 
“Es un proceso lento, pero de a poco se podrán ver resultados en las generaciones que se están formando con este modelo”, concluyó la docente. 

Otra mirada al amor romántico 

Desde la Subsecretaría de Políticas de Género, la licenciada en Antropología Julieta Rivera, como responsable del área de Promoción de Equidad de las Mujeres, organiza talleres sobre los mitos del romanticismo. 
Surgieron a partir de situaciones que se fueron planteando en los colegios secundarios tras la consulta de adolescentes que querían saber si estaba bien que el novio/a les revisara el celular o si el exceso de celos era una forma de violencia de género. 
“Encontramos que el amor romántico es una construcción histórico social que la podemos hallar en momentos precisos de la historia de la humanidad. Camufla o invisibiliza prácticas de la violencia de género, en las que siempre las mujeres, sobre todo las más jóvenes, son las más perjudicadas y resultan víctimas de violencia psicológica, física y sexual, de la cual es difícil hablar”, comentó Rivera. Los estereotipos terminan justificando modelos o conductas que deberían ser desterrados.
Al respecto, la profesional sostuvo que: “La justificación que sentencia ‘si estás enamorada vas a sufrir’ y la clásica ‘el amor es ciego’, te conduce a no ver ningún defecto en el otro. Y son limitaciones que contribuyen a la educación que se inculca desde muy pequeños y nos atraviesa”.
El trabajo del área analiza las novelas que se transmiten en distintos canales: “En la gran mayoría las historias son protagonizadas por una mujer que sufre, brinda su corazón, cuerpo y sexualidad y por lo general hay un hombre que toma todo esto como una mercancía que descarta a su antojo. Y como final feliz se plantea el casamiento con ese hombre, que durante todos los capítulos lo único que hizo fue ejercer todo tipo de violencia sobre ella”.
Estos culebrones suelen ser muy exitosos por el consumo de las mujeres, fundamentalmente, que las toman como un ejemplo o forma de vivir el amor y las relaciones. 
No solo los jóvenes
Para Rivera, los mitos no solo están instalados en los más jóvenes, sino también en adultos que se desilusionan o decepcionan porque tienen una resistencia a empezar a hablar o reflexionar sobre estas ideas del amor. “Creen que las emociones surgen mágicamente y no tiene nada que ver lo racional. Y nosotras lo que queremos mostrar es que tienen que ver con cuestiones económicas, políticas, sociales, religiosas y de género. Tienen un objetivo, un sentido y van de la mano con seguir fortaleciendo las desigualdades y las jerarquías propias del patriarcado y del sistema”. 
Romper con la burbuja
Rivera señala varios conceptos para derribar los mitos del amor romántico y construir relaciones saludables:
- “Si uno quiere experimentar el amor de otras personas, el primer amor que debe sentir es por uno mismo y aceptarse como se es”.
- “Es posible buscar formas saludables de amar, hay distintas formas de construcción de vínculos, que no son como las que nos muestran las novelas”. 

El amor a través de la historia

El amor pasional es una construcción de Occidente. En Oriente y en buena parte de nuestro pasado es concebido como placer, como simple voluptuosidad física, y la pasión, en su sentido trágico y doloroso, no solamente es escasa, sino que, además, y sobre todo, es despreciada por la moral corriente como una enfermedad frenética.
En el antiguo Egipto se separaba el concepto de matrimonio, que consistía en un contrato redactado en pie de igualdad por ambas partes. Los egipcios no se preocupaban por el hecho de que los hijos fuesen legítimos o no. Lo único que importaba era la fertilidad y la capacidad de procrear. Para los antiguos egipcios el sexo era tan propio de la condición humana que no merecía grandes discusiones, era simplemente un aspecto más del día a día. 
En la antigua Grecia la mujer carecía de derechos políticos. Su vida se orientaba a su función primordial, la de tener hijos, preferentemente varones. Recibía la educación imprescindible en casa (labores domésticas, tejer y otras diversiones) hasta que se hacía mayor y podía acudir a la escuela. Cuando la niña tenía alrededor de los 13-15 años, los padres concertaban un matrimonio, eligiendo al pretendiente más adecuado. La chica iba con una dote, destinada a protegerla en caso de que el matrimonio fracasara por cualquier motivo.
En la antigua Roma la mentalidad y costumbres de los helenos tenían una mecánica similar a la que ya hemos visto. La boda era concertada, generalmente un poco más tarde que los griegos, alrededor de los 18 años, por el jefe del clan familiar, “el pater familias” entregaba una dote a la muchacha. Formalmente, el padre o tutor cedía sus derechos sobre la novia al marido.

Derribando mitos del amor

Se define como mito una historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad. Los mitos se transmiten como un saber acreditado y, si se siguen conservando y cuidando como tal, derribarlos no será sencillo. 
Casi de manera natural desde chicos comienza la construcción de un ideal de pareja como persona y cómo relación. Los hombres y mujeres que quieren una vida de a dos esperan encontrar ese otro que cumpla con las expectativas formadas desde los mitos y que fueron adquiriendo por la influencia familiar, social y cultural. 
Carina Salas y Javier Mondada son psicólogos y aportaron su mirada y análisis al respecto. 
Mondada indicó que “podemos darle al amor las más variadas y ricas significaciones, y hay que estar precavido de las trampas del lenguaje: no todo es amor”. 
Para Salas los mitos románticos son creencias sobre lo que es el “verdadero amor”, que no se corresponden con la realidad sino con pautas emocionales y conductuales que se transmiten de generación en generación.
El mito de la “media naranja” es la creencia de que elegimos a la pareja que tenemos predestinada como única pareja posible. “El riesgo es creer que nos completamos a partir del otro, conduciendo así a un nivel de tolerancia con el consecuente riesgo de naturalizar comportamientos violentos”, agregó Salas.
Para ella lo más importante es elegir. “Somos responsables de elegir las características que queremos que tenga la persona para compartir nuestro proyecto de vida”.
El mito de la realización personal viene de la mano de creer que se necesita tener una pareja para ser feliz. A esto Salas aportó: “Nadie necesita a otra persona para completarse, ya que somos personas completas. Tener pareja no un requisito indispensable para ser feliz”. 
El más fuerte de los mitos es el del vínculo entre celos y amor. Es muy difícil de romper y está relacionado con el de exclusividad y fidelidad, que puede conducir a comportamientos represivos y violentos. 
“Los celos aparecen a través de la inseguridad y la necesidad de posesión, Estos miedos contaminan las relaciones, destruyendo su esencia, la libertad”.
Están también los mitos de que “el amor lo puede todo”, el de “la atracción de polos opuestos” y que indica que una relación de amor debe continuar en matrimonio. 
A modo de conclusión Javier Mondada advirtió que “encontramos en todos los espacios de la vida cotidiana que el amor puede tomar vetas crueles, obsesivas, enfermizas o intoxicantes. El peligro se acrecienta cuando esto es sostenido por ciertas tradiciones que normatizan prácticas amorosas que terminan causando más daño que placer, traducido en celos excesivos y prácticas agresivas que se viven como normales. En nuestra ciudad lejos estamos de la condición de exentos en lo relativo a estos pesares”. 
Por su parte, Salas sentenció que “si un adolescente es capaz de comprender qué son los mitos románticos, también será capaz de detectar las primeras señales de violencia y si posee una mirada adecuada y saludable de sí mismo y de los otros sabrá, ante sus primeras relaciones amorosas, cómo resolver los conflictos que en ella puedan surgir”.


 

 

 

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