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Sin rastros de Solano, pero sí de pruebas claves

Excavan para hallar el cuerpo del salteño desaparecido en Río Negro.
Lunes, 05 de febrero de 2018 00:00

"Al mataquito me lo envolvieron en cemento fresco", fue la expresión de Gualberto Solano el miércoles pasado al enterarse de que en las profundidades del jagel (pozo de agua), donde desde hace 12 días se buscan los restos de su hijo Daniel, hay una segunda capa gruesa de cemento.

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"Al mataquito me lo envolvieron en cemento fresco", fue la expresión de Gualberto Solano el miércoles pasado al enterarse de que en las profundidades del jagel (pozo de agua), donde desde hace 12 días se buscan los restos de su hijo Daniel, hay una segunda capa gruesa de cemento.

Daniel Solano es el joven salteño oriundo de la comunidad guaraní de Cherenta (Tartagal) que desapareció, en noviembre de 2011, en la localidad rionegrina de Choele Choel tras ser sacado por la fuerza de un boliche bailable y luego, según testimonios, capturado por un grupo de policías.

Con 27 años de edad había viajado, un mes antes de ser visto por última vez, al sur del país contratado, junto a otros trabajadores golondrinas de Salta, por la empresa Agrocosecha para la recolección de manzanas.

Por su desaparición, el 20 de febrero iniciará un juicio en Río Negro, en contra de siete efectivos policiales a quienes se les imputa la supuesta desaparición forzada del joven.

El sábado pasado, operarios de una empresa de servicios petroleros lograron perforar un gran bloque de cemento que se encuentra a los 61 metros de profundidad del pozo donde se cree que habría sido arrojado el cuerpo de Solano. Días atrás habían logrado sortear otro tapón del mismo material a unos 50 metros. Las operaciones se realizan en la estancia La Manuela, ubicada a 25 kilómetros de Choele Choel.

Los elementos extraídos del jagel son analizados por un equipo de antropólogos forenses y uno de los abogados de la familia Solano, Sergio Heredia, mandará a peritar parte del cemento para conocer la fecha en la que fue arrojado, según explicó a El Tribuno.

Los sospechosos bloques de cemento consolidados en el pozo, que tiene unos 80 metros de profundidad, son una de las razones por la que Heredia sostiene que la escena donde habrían tirado al joven salteño fue adulterada.

Otra prueba con la que cuenta es que tanto la superficie donde ahora se está perforando como su interior tienen otros materiales de los que se vieron en 2015, cuando se hizo una primera visita al lugar, que fue señalado por dos testigos de identidad reservada. Las variaciones del pozo, que evidentemente no fue resguardado en los últimos tres años, están documentadas en videos.

La aparición del cuerpo no es fundamental para el juicio contra los policías. De hecho, el proceso judicial se realiza sin ese elemento. Sin embargo, encontrar los restos de Daniel en el pozo sería un elemento sustancial en la hipótesis de la querella: de que habría sido sentenciado por la firma para la que trabajaba y se montó un complejo y costoso operativo, que involucraría a empresarios y funcionarios estatales, para ocultar el crimen.

Sostienen que el trabajador salteño estaba organizando una acción de repudio a las condiciones laborales a las que estaba sometido junto a sus compañeros y esto habría dado lugar a su condena.

"En el jagel encontramos muchos elementos que nos sirven. Aquí ya está acreditada la adulteración. Es decir que cuando esta acción pericial se termine se ampliarán las denuncias que nosotros ya hicimos en su oportunidad", adelantó Heredia.

Un punto que también llama la atención es que el costo de las acciones de búsqueda de Daniel, de más de dos millones de pesos, son solventados, de manera inédita por la querella. La Justicia no aportó un peso.

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