"Por favor, que alguien venga a ayudar. Todo quedó bajo el agua y hay gente que está viviendo arriba de las vizcacheras. Allí pasan la noche y hay muchas víboras porque todo está inundado". El desesperante mensaje fue transmitido ayer a la tarde a la corresponsalía de El Tribuno en Tartagal desde San Bernardo, un paraje que queda a 40 kilómetros de Alto La Sierra, casi al límite con Formosa. Allí los criollos y aborígenes viven en carne propia un flagelo que parece no tener fin: la crecida del Pilcomayo.
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"Por favor, que alguien venga a ayudar. Todo quedó bajo el agua y hay gente que está viviendo arriba de las vizcacheras. Allí pasan la noche y hay muchas víboras porque todo está inundado". El desesperante mensaje fue transmitido ayer a la tarde a la corresponsalía de El Tribuno en Tartagal desde San Bernardo, un paraje que queda a 40 kilómetros de Alto La Sierra, casi al límite con Formosa. Allí los criollos y aborígenes viven en carne propia un flagelo que parece no tener fin: la crecida del Pilcomayo.
Si bien el enorme caudal de agua que produjeron las tormentas en Bolivia pasó por suelo salteño dejando devastadas a las poblaciones más próximas al río, hay otras que se ubican "tierra adentro" que hoy están sintiendo los efectos del fenómeno que desde hace casi 10 días afecta a la región. Ese "daño colateral" se da ahora en tierras que están alejadas del cauce, pero que reciben el agua desbordada de la creciente que pasó. No llega con mucha fuerza, pero sí con el volumen suficiente para anegar por completo caminos y viviendas.
A las 4.30 de la tarde informaban que en San Bernardo estaba bajando un poco el nivel del agua a unos 40 centímetros. Todos los habitantes se encuentran a la intemperie en zonas altas porque sus viviendas fueron arrasadas durante la noche.
"La masa de agua sigue avanzando y a nosotros nadie nos alertó que iba a llegar hasta aquí, tan adentro del monte. Ya se levantó la alerta roja en Santa Victoria, pero tendrían que haber seguido el comportamiento del agua para prevenir a la gente de esta zona", aseguró Alejandra Rivero, una vecina de Alto La Sierra. Ella sigue desde el lugar la situación en varios parajes cercanos como Las Palmitas, Las Cañas, Corralito y Bajo Grande.
Mencionó que la gente está sin agua y sin comida y que hay muchos niños. "Las familias Mansilla, Palma, Orellana, Rodríguez y Juárez, entre otras se quedaron sin casa porque al agua derribó los adobes".
La ubicación en el mapa de estos parajes afectados por la crecida del Pilcomayo da una clara idea del volumen de la catástrofe. La mayoría se encuentran a unos 40 kilómetros del cauce del río y hoy están recibiendo el agua que se desbordó en la crecida y que busca retomar el cauce natural.
Pendiente desfavorable
En un aporte para el diario El Tribuno, el Dr. Luis Arce, experto en Recursos Hídricos, explicó este daño colateral de la crecida. "La pendiente desfavorable hacia Salta frente a la margen paraguaya, sumado al volumen de material sedimentario del Pilcomayo, provoca que las aguas lleguen varios kilómetros hacia la llanura en territorio salteño", aseguró.
El Comité de Emergencia coordinó el envío de asistencia por tierra y a través del puente aéreo a las comunidades Pozo La China, El Toro, San Miguel, El Bravo, Vertiente Chica, Bajo Grande, San Bernardo y de medicamentos para el hospital de Alto La Sierra.