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Le atribuyen diversas curas sin explicación científica

La devoción de los fieles va en permanente aumento por estos hechos milagrosos.
Martes, 13 de marzo de 2018 00:00

Don Francisco Eduardo Díaz es oriundo de General Gemes pero reside en Joaquín V. González y con frecuencia llega a visitar a la "Virgen que llora" en Metán.

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Don Francisco Eduardo Díaz es oriundo de General Gemes pero reside en Joaquín V. González y con frecuencia llega a visitar a la "Virgen que llora" en Metán.

"Le prometí a la Virgen que iba a venir todos los meses. El 12 de septiembre de 2012 tuve un ACV con convulsiones y soy diabético. No caminaba, no hablaba y de a poco me comencé a recuperar. Luego me enteré de esta virgencita milagrosa que llora. Ahora estoy más tranquilo y mucho mejor, por eso estoy cumpliendo esta promesa", dijo el hombre emocionado y luego rompió en llanto.

Otro caso

Por otra parte, Ema Beatriz Paredes, es una pensionada de 59 años, que nació en Jujuy, pero reside en Mendoza desde hace 33 años. Es madre de cinco hijos y relató que a los 36 años comenzó a padecer problemas cardíacos.

"Tenía arritmias permanentemente, que se fueron agravando con el paso de los años y me impedían hacer una vida normal, porque no podía caminar mucho porque me agitaba. Me hicieron estudios y tomaba medicamentos", dijo Ema, quien llegó nuevamente a Metán para agradecer a la Virgen.

Incluso detalló que en diciembre del año pasado su cardiólogo había hablado con dos de sus hijos a quienes les advirtió que el problema coronario había avanzado. El profesional les adelantó que la iban a tener que operar y que debía seguir un tratamiento porque de lo contrario podría sufrir un severo infarto.

"Cuando fui a ver a la Virgen había mucha gente. Entré a la casa de esa familia y con una mano toqué la imagen y a la otra me la puse en el pecho para pedirle por mi salud. Le pedí que me aliviara de esos dolores que sufría desde hace tantos años y ella me concedió el milagro", dijo la mujer emocionada y llorando.

Las fuertes puntadas en el corazón y las arritmias cesaron. Incluso Ema ya no toma medicación y puede caminar bastante sin agitarse. Los médicos no saben qué decir.

 

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