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Hoy inaugura “Mujer poesía”, del fotógrafo Isidoro Zang

La muestra se podrá visitar durante un mes, de 10 a 13 y de 19 a 24, en el Multiespacio Santos Liendro y La Cefira. 
Miércoles, 14 de marzo de 2018 19:00

Hoy, a las 20.30, se inaugurará la muestra “Mujer poesía”, del fotógrafo Isidoro Zang, en el Multiespacio Santos Liendro y La Cefira (avenida San Martín esquina Los Chalchaleros), de Vaqueros. Se podrá visitar gratuitamente durante un mes, de 10 a 13 y de 19 a 24.
La mujeres poesía son 21: Roxana Liendro, Lara Antonella Gallardo, “Mati” Casermeiro, Romina Midley, María José Herrera, Naia Mar, Mariu Vieta, Miryam Dagum, “Marce” Romero, “Lola” Portal, Ana Guantay Briones, Ana Pucci, Liva Zepesky, Paula Dalla Costa, Vanesa Espinoza, Vanesa Ubeira Salim, Brenda Pons Pessano, “Carito” Martínez, Nidia Roa Paredes, Valentina Calderón y Ana Isabel Fernández Rodríguez. Ellas decidieron prestarle el cuerpo a poemas de Alejandra Pizarnik (1936-1972), llevar sobre la piel sus palabras, y posar para la lente del fotógrafo. 
Quien ha leído a Pizarnik conoce de sobra que su hablante lírico se desdobla a cada momento. A ella la habitan Alejandras antiguas, gemelas fallecidas y también las mujeres que no se animó a ser. Y es esta frontera entre lo sensible y el sentido la que Zang buscó explorar y que le demandó un año y medio. En ese trayecto también ocurrió lo inesperado -o lo esperable-: que el “embrujo” no surtiera efecto y algunas mujeres quedaran fuera de la muestra. 
“Algunas mujeres que posaron no entendieron bien la consigna. Yo no necesitaba que ellas se sintieran modelos de una revista famosa, sino que fueran ellas mismas con las pequeñas indicaciones que les daba, y algunas no lo captaron”, señaló Isidoro. Ocurre que la falsa belleza en la publicidad fotográfica es un trampantojo mortal para el alma de la mujer. Isidoro, en sus más de 40 años como cronista de artistas y figuras de la cultura salteña, entiende esta verdad. 
“No sé por qué la mujer -aunque también algunos hombres- nunca se ve bien a sí misma o quiere verse de determinada manera. Uno nació con algunas características y defectos con los que nacemos los humanos. Uno mira la naturaleza y la perfección no existe, sino que es una cuestión del mercado. Las mujeres, que son las que más consumen moda -y esto no es una crítica- creo que sienten más esta presión”, expresó. Él, que dice no considerarse “un intelectual de la fotografía, pero sí una persona con pensamiento crítico” y sin dudas es un observador agudo de las calles, señaló: “Salieron los pantalones vaqueros rotos y cuestan un fangote de plata; pero uno sale a la calle y están todos así, uniformados, y cuál es la personalidad, qué es lo que estamos perdiendo los seres humanos. Tenemos que reconocernos como somos y no como queremos que nos vean, no somos actores y no necesitamos cirugías. Esas pequeñas cosas e imperfecciones nos dan personalidad”. 
Luego comentó cómo fue el proceso de trabajo para lograr las imágenes que conforman “Mujer poesía”. “Todo era consensuado, cómo te sentís cómoda, qué querés mostrar, dónde querés que se te escriba la frase, si preferís un retrato u otra cosa”, detalló, con simpleza. Así también sucedió con la extensión de las frases, incompletas, un hecho no fortuito que Alejandra Pizarnik, una poeta falta siempre de algo, de alguien inalcanzado, hubiera apreciado. “Son de varios poemas. Las dos primeras mujeres que aceptaron formar parte del proyecto decidieron llevar poemas completos y después fui mezclando una mujer con frases o simplemente con palabras. Más o menos tenía marcados los textos que me interesaban y les mandaba por correo para que eligieran cuál y ellas escogían”, contó Isidoro.
Una muestra para terminar de cobrar sentido requiere de la mirada del otro y renace y se resignifica en cada espectador, como toda experiencia poética. “El arte implica que la gente vea lo que quiere ver y esto se relaciona con lo que cada uno mira, estudia, y con aquello que le llega por diferentes medios, como las revistas de onda”, dijo Isidoro. En un análisis sobre Alejandra Pizarnik -que hiciera una vez Lorena Maldonado para El Español- se lee que “en sus poemas es de noche y hay una caja de barbitúricos cerca, por si apetece decir ‘hasta aquí’ y descolgar el teléfono para siempre”. Por eso para Isidoro, quien a El Tribuno le dijo una vez: “hoy el mundo es en color, aunque la vida es blanco y negro. La vida de nosotros tiene blancos, negros y grises... Cosas de colores: una cada tanto, y a veces hay más sombras que momentos de luz” la única posibilidad de representación venía en sepia. “La verdadera poesía es en blanco y negro. Tiene esa dualidad en las palabras. El color no sé si ayudaría y diría mucho, quizá de cosas que distraigan del mensaje”, concluyó. 

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La mujeres poesía son 21: Roxana Liendro, Lara Antonella Gallardo, “Mati” Casermeiro, Romina Midley, María José Herrera, Naia Mar, Mariu Vieta, Miryam Dagum, “Marce” Romero, “Lola” Portal, Ana Guantay Briones, Ana Pucci, Liva Zepesky, Paula Dalla Costa, Vanesa Espinoza, Vanesa Ubeira Salim, Brenda Pons Pessano, “Carito” Martínez, Nidia Roa Paredes, Valentina Calderón y Ana Isabel Fernández Rodríguez. Ellas decidieron prestarle el cuerpo a poemas de Alejandra Pizarnik (1936-1972), llevar sobre la piel sus palabras, y posar para la lente del fotógrafo. 
Quien ha leído a Pizarnik conoce de sobra que su hablante lírico se desdobla a cada momento. A ella la habitan Alejandras antiguas, gemelas fallecidas y también las mujeres que no se animó a ser. Y es esta frontera entre lo sensible y el sentido la que Zang buscó explorar y que le demandó un año y medio. En ese trayecto también ocurrió lo inesperado -o lo esperable-: que el “embrujo” no surtiera efecto y algunas mujeres quedaran fuera de la muestra. 
“Algunas mujeres que posaron no entendieron bien la consigna. Yo no necesitaba que ellas se sintieran modelos de una revista famosa, sino que fueran ellas mismas con las pequeñas indicaciones que les daba, y algunas no lo captaron”, señaló Isidoro. Ocurre que la falsa belleza en la publicidad fotográfica es un trampantojo mortal para el alma de la mujer. Isidoro, en sus más de 40 años como cronista de artistas y figuras de la cultura salteña, entiende esta verdad. 
“No sé por qué la mujer -aunque también algunos hombres- nunca se ve bien a sí misma o quiere verse de determinada manera. Uno nació con algunas características y defectos con los que nacemos los humanos. Uno mira la naturaleza y la perfección no existe, sino que es una cuestión del mercado. Las mujeres, que son las que más consumen moda -y esto no es una crítica- creo que sienten más esta presión”, expresó. Él, que dice no considerarse “un intelectual de la fotografía, pero sí una persona con pensamiento crítico” y sin dudas es un observador agudo de las calles, señaló: “Salieron los pantalones vaqueros rotos y cuestan un fangote de plata; pero uno sale a la calle y están todos así, uniformados, y cuál es la personalidad, qué es lo que estamos perdiendo los seres humanos. Tenemos que reconocernos como somos y no como queremos que nos vean, no somos actores y no necesitamos cirugías. Esas pequeñas cosas e imperfecciones nos dan personalidad”. 
Luego comentó cómo fue el proceso de trabajo para lograr las imágenes que conforman “Mujer poesía”. “Todo era consensuado, cómo te sentís cómoda, qué querés mostrar, dónde querés que se te escriba la frase, si preferís un retrato u otra cosa”, detalló, con simpleza. Así también sucedió con la extensión de las frases, incompletas, un hecho no fortuito que Alejandra Pizarnik, una poeta falta siempre de algo, de alguien inalcanzado, hubiera apreciado. “Son de varios poemas. Las dos primeras mujeres que aceptaron formar parte del proyecto decidieron llevar poemas completos y después fui mezclando una mujer con frases o simplemente con palabras. Más o menos tenía marcados los textos que me interesaban y les mandaba por correo para que eligieran cuál y ellas escogían”, contó Isidoro.
Una muestra para terminar de cobrar sentido requiere de la mirada del otro y renace y se resignifica en cada espectador, como toda experiencia poética. “El arte implica que la gente vea lo que quiere ver y esto se relaciona con lo que cada uno mira, estudia, y con aquello que le llega por diferentes medios, como las revistas de onda”, dijo Isidoro. En un análisis sobre Alejandra Pizarnik -que hiciera una vez Lorena Maldonado para El Español- se lee que “en sus poemas es de noche y hay una caja de barbitúricos cerca, por si apetece decir ‘hasta aquí’ y descolgar el teléfono para siempre”. Por eso para Isidoro, quien a El Tribuno le dijo una vez: “hoy el mundo es en color, aunque la vida es blanco y negro. La vida de nosotros tiene blancos, negros y grises... Cosas de colores: una cada tanto, y a veces hay más sombras que momentos de luz” la única posibilidad de representación venía en sepia. “La verdadera poesía es en blanco y negro. Tiene esa dualidad en las palabras. El color no sé si ayudaría y diría mucho, quizá de cosas que distraigan del mensaje”, concluyó. 

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