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Diez razones por las que Boca pierde los partidos decisivos

El análisis de los errores que cometió el xeneize en el duelo contra River y en las últimas definiciones. 
Jueves, 15 de marzo de 2018 16:51

La frustración de Boca en las definiciones mano a mano tuvo un nuevo capítulo en Mendoza y fue nuevamente contra River. Como en 2014 y 2015, cuando perdió tanto en la Sudamericana como en la Libertadores, ahora cayó en una final de menor importancia -como es la Supercopa Argentina- pero que vuelve a marcar una tendencia que incomoda a todo el "mundo Boca", y que hipoteca el futuro en la Libertadores 2018.
Antes bajo la batuta del "Vasco" Arruabarrena -en las dos eliminaciones anteriores con el rival de toda la vida- y con la dirección de Guillermo Barros Schelotto desde hace dos años, Boca no puede volver a ser Boca por una serie de razones que el cuerpo técnico se niega a aceptar, y lo que es peor aún, a comprender.

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La frustración de Boca en las definiciones mano a mano tuvo un nuevo capítulo en Mendoza y fue nuevamente contra River. Como en 2014 y 2015, cuando perdió tanto en la Sudamericana como en la Libertadores, ahora cayó en una final de menor importancia -como es la Supercopa Argentina- pero que vuelve a marcar una tendencia que incomoda a todo el "mundo Boca", y que hipoteca el futuro en la Libertadores 2018.
Antes bajo la batuta del "Vasco" Arruabarrena -en las dos eliminaciones anteriores con el rival de toda la vida- y con la dirección de Guillermo Barros Schelotto desde hace dos años, Boca no puede volver a ser Boca por una serie de razones que el cuerpo técnico se niega a aceptar, y lo que es peor aún, a comprender.

Encuesta: Después de la victoria de River y la derrota de Boca, ¿qué sigue?

Como en las dos derrotas contra Rosario Central en la Copa Argentina (2016 y 2017), el DT "xeneize" apeló nuevamente a la negación y se conforma con decir que el rival no superó nunca a su equipo, aunque los resultados lo desmientan y los festejos desborden el vestuario de al lado. Lo mismo pasó con Independiente del Valle de Ecuador en las semifinales de la Libertadores 2016.
Así las cosas, destaca en ese tobogán de derrotas decisivas un decálogo de errores no de una sola noche, sino que reaparecen en cada ocasión en que debe jugarse toda la plata en una parada. Y también contra equipos que se le planten firme, lo raspen y lo incomoden. Pareciera que el entrenador Guillermo se olvidó del "Mellizo", aquel jugador pícaro y casi de potrero que fue, y ahora cree que Boca se puede florear ante rivales para éstos que lo aplaudan.

Esas diez razones son las que lastiman a una divisa que tenía historia en eso de "ganar a lo Boca"

1) Boca no es un equipo. Es una suma de nombres que cotizan en bolsa y que tienen altas cláusulas de rescisión, pero los contratos no conforman un equipo. El DT no pudo en dos años de trabajo darle una línea de juego definida, un estilo. Cuando el rival es débil y no aplica las estrategias que le duelen a Boca, los jugadores de buen pie aportan lo suyo y se suman puntos en torneos a la larga.

2) En las definiciones mano a mano Boca pierde porque es un equipo sin táctica ni estrategia para esos partidos, y tampoco tiene temple ni temperamento para las paradas bravas. El DT no supo trabajar un esquema que contenga, que aquiete cuando hay que aquietar y que sepa golpear en los momentos justos. Gallardo, en Mendoza, le dio una lección al respecto.

3) Jugadores mundialistas, que cuestan millones y millones, terminan jugando un partido definitorio a lo que salga, con pelotazos para Pavón como único argumento ofensivo.

4) Las malas decisiones de los jugadores y el azar que siempre juega su partido, son cosas del fútbol, imponderables que hacen al juego deportivo más lindo del mundo. Lo que no puede ser un imponderable es la tareas de un cuerpo técnico que tiene que prever que el técnico rival lo va a presionar, no lo va a dejar salir jugando con facilidad, le va a tapar las bandas y le va a proponer un partido físico para poder aprovechar sus errores. Eso no es azar, es trabajo con los jugadores adecuados.

5) El DT rival le pone un jugador rápido a las espaldas de Wilmar Barrios, el mejor mediocampista de Boca, para condicionar su tarea de quite, recuperación y salida rápida. El DT de Boca no pone ningún rapidito a las espaldas de Ponzio. Eso no es azar.

6) River jugó con 9 de área todo el partido, con actuaciones dispares entre Pratto Y Scocco (el ex Newell's entró y liquidó el pleito). Boca tuvo en Tevez -el presunto 9- un jugador al que apenas le dejaron tocar la pelota, y eso pasó varios metros fuera del área. Los centrales de River, veteranos con problemas notorios en el último tiempo para aprobar la RTO futbolera, pasaron una noche más que tranquila, ya que a Wanchope lo pusieron cuando faltaban 15 minutos, y tampoco recibió ninguna pelota en el corazón del área. ¿Desde el rectángulo del DT no se verán estos detalles?

7) El supuesto creador de Boca, Cardona, no sólo que no creó nada sino que cometió un penal tonto e infantil que le dio tranquilidad a River antes de los 20 minutos. ¿Qué hacía Cardona en el área de Boca, a 30 metros del lugar en donde tenía que estar para poder armar la ofensiva de su equipo? Tal vez el DT tenga la respuesta.

8) Es mentira que Boca juega con un esquema innegociable de 4-3-3: el único delantero-delantero fue Pavón, porque Tevez no pudo penetrar nunca el prolijo y estratégico esquema de River, y lo de Cardona fue muy pobre y lejos del arco.

9) Para jugar todos los partidos igual en cualquier cancha, con un ataque constante y sistemático, hay que tener con qué. Hubo pocos equipos en la historia que lo pudieron hacer de manera sostenida. Claramente, el Boca de Barros Schelotto no está ni cerca de esa posibilidad. Bianchi planificaba hasta los partidos que su equipo debía jugar con el último de la tabla en la Bombonera.

10) River dominó psicológicamente todo el partido, aunque Boca haya tenido algunas llegadas en las que se lució Armani. Por eso, con menos llegadas, pegó dos golpes en el momento justo y lo dejó nocaut a un equipo que tiene la mandíbula floja y que cree que fugar hacia adelante es atacar. Eso es trabajo de un entrenador.

Por Héctor Sanchez, de Télam

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