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El apuro por la reelección

Domingo, 18 de marzo de 2018 00:00

El PRO y Cambiemos ya pusieron en marcha el proyecto de reelección del presidente Mauricio Macri, la gobernadora María Eugenia Vidal y el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. El lanzamiento realizó hace dos semanas en Parque Norte; la campaña ya arrancó.

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El PRO y Cambiemos ya pusieron en marcha el proyecto de reelección del presidente Mauricio Macri, la gobernadora María Eugenia Vidal y el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. El lanzamiento realizó hace dos semanas en Parque Norte; la campaña ya arrancó.

Si bien los gobernantes siempre piensan en la continuidad de su proyecto y su poder como parte sustancial de su éxito, resulta claramente prematuro trabajar para la reelección y definirla como objetivo interno de las formaciones políticas cuando aún faltan 18 meses para agosto de 2019, que es la fecha probable de las próximas PASO.

Esta decisión pone en evidencia que el actual gobierno comparte el vicio generalizado de confiar más en el marketing que en la gestión como instrumento de la construcción política. Y, al mismo tiempo, que la prioridad es el poder y no el desarrollo y modernización de la sociedad.

La democracia, desde sus orígenes en la antigua Atenas, es más que un sistema de gobierno: es una cultura, orientada a garantizar las libertades, hacer valer el pensamiento de la ciudadanía y reemplazar las formas autoritarias y dinásticas de poder por la representación del pueblo a través de sus dirigentes

Lamentablemente, el funcionamiento del sistema democrático en nuestro país no se rige por esos parámetros. No es una cultura y la maquinaria electoral ha sido forzada para instrumentar desde el poder y con los recursos del Estado - la continuidad de los autoproclamados líderes o de sus grupos gobernantes.

En el caso del actual presidente, el nombre de su frente, Cambiemos, se está volviendo en su contra, porque es cada vez más extendida la sensación de que "nada cambia, salvo los nombres".

En la Argentina impera una enorme decepción con la política y los políticos. La gente está saturada e indignada por la inseguridad generalizada, por la impunidad de los criminales, la sensación de venalidad que transmite la Justicia, la incompetencia, el nepotismo y la corrupción de los gobiernos.

La fe en la democracia está debilitada y a la gente no le gusta vivir votando.

Pero el desencanto con la democracia proviene de los sucesivos fracasos y las marchas y contramarchas ocurridos desde 1983. En estos 34 años, la pobreza se duplicó, desde el 16 al 32 %; el desempleo, el subempleo y la economía en negro degradan la calidad del trabajo y la fractura social se abrió hasta proporciones que resulta muy difícil revertir.

La gente no descubre un horizonte de desarrollo y una encuesta publicada recientemente lo demuestra: al confrontar en un eventual balotaje entre Macri y cinco peronistas (Cristina Fernández, Alberto Rodríguez Saá, Sergio Massa, Sergio Uñac y Juan Manuel Urtubey), el actual presidente les gana a todos, pero amplía su ventaja frente Cristina y Rodríguez Saá.

Se trata de una ensayo prematuro, que solo sirve para evaluar el ánimo actual de la gente

Sin embargo, esa misma encuesta señala que los participantes tienen una visión crítica de la gestión del gobierno: la imagen positiva es del 35%, contra el 41% negativa. Un diferencial negativo de 6,2 puntos. Inflación y desempleo siguen siendo el principal problema para el 50% de los encuestados, las expectativas personales de futuro son positivas solo para el 22,7% y el 41,7% opina que el rumbo económico no es el correcto.

El encuestador Raúl Aragón publicó otra encuesta, que arroja datos similares y concluye que "mayoritariamente la sociedad creyó en el discurso de campaña de Mauricio Macri que Cambiemos era una nueva fuerza que traía una política nueva, opuesta a la vieja política corrupta, oscura e ineficiente. De ahora en más se gobernaría para la gente, no para una clase política corrompida e ineficaz. Cambiemos sería transparente. Pero esto no sucedió. No hubo cambio". El Presidente, y también la dirigencia política en general, deberían entender y asumir que la Argentina reclama un cambio, que no es de personas, sino de cultura política. Hoy, nadie lo está ofreciendo. Antes de pensar en sus reelecciones, el presidente y los suyos deben trabajar a conciencia para que comiencen a ponerse en marcha las transformaciones profundas que prometieron y que el país requiere.

 

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