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En Salta el acceso a agua segura es una de las deudas críticas

En suministros potables hay parásitos y virus entéricos que las normas no contemplanLa contaminación de fuentes y el crecimiento desplanificado acentúan los problemas.
Domingo, 25 de marzo de 2018 00:00

La contaminación de acuíferos, el retraso de la infraestructura de agua y saneamiento frente a la expansión demográfica y una legislación que no contempla parásitos ni virus presentes en suministros que se consideran potables, son algunas de las deudas que tiene Salta -y no solo esta provincia- para garantizar un derecho humano vital: agua segura.

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La contaminación de acuíferos, el retraso de la infraestructura de agua y saneamiento frente a la expansión demográfica y una legislación que no contempla parásitos ni virus presentes en suministros que se consideran potables, son algunas de las deudas que tiene Salta -y no solo esta provincia- para garantizar un derecho humano vital: agua segura.

El crecimiento urbano desplanificado, el avance irregular de asentamientos, loteos y desarrollos inmobiliarios que carecen de factibilidad de servicios básicos y el desaprovechamiento de investigaciones y soluciones tecnológicas diseñadas por la comunidad científica local con probados resultados en aplicaciones experimentales son otras asignaturas pendientes.

El marco del Día Mundial del Agua sirvió el pasado jueves, como cada 22 de marzo, para recordar que 2.100 millones personas carecen de agua segura en diferentes rincones del planeta y que 1.000 niños mueren cada día por enfermedades de transmisión hídrica.

Salta, donde muchos siguen aferrados al mito del agua abundante, desinteresados de la vida de los demás con desaprensivos derroches y responsabilidades compartidas en la degradación ambiental, tiene a parte de su población inmersa en las estadísticas que más preocupan a Naciones Unidas, Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Investigadores de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), el Conicet e institutos científicos de diferentes facultades han venido marcando desde hace 20 años el crítico diagnóstico que hoy encuentra al río Arenales y otros cursos de la provincia despoblados de peces y plagados de bacterias, parásitos, virus entéricos y metales pesados. La comunidad científica local sigue insistiendo en los desafíos conceptuales y tecnológicos que esperan ser afrontados, por los sectores público y privado, para revertir el deterioro ambiental y garantizar el acceso a agua segura.

Solo en el área de la capital salteña, granjas avícolas, establecimientos agropecuarios, microbasurales, canales pluviales convertidos en cloacas a cielo abierto por volcamientos ilegales, el parque industrial, el relleno sanitario de finca San Javier y la planta depuradora de líquidos cloacales de la zona sur ocupan el centro de atención por causas judiciales en las que se investigan daños al ambiente y la salud.

Vecinos asocian las afecciones grastrointestinales, respiratorias y dérmicas que padecen muchos niños y niñas en los barrios ribereños a descargas de aguas residuales, efluentes industriales, desechos agrícolas, residuos sólidos urbanos y líquidos lixiviados. Pruebas abundan de la progresiva degradación del río Arenales y el dique Cabra Corral, la mayor reserva hídrica del norte argentino, pero organismos competentes adeudan desde hace un largo tiempo estudios integrales que delimiten claramente las distintas fuentes contaminantes, confirmen su incidencia en los daños denunciados y deslinden las responsabilidades para frenar, de una vez, los volcamientos nocivos.

Parásitos y virus

En el Laboratorio de Aguas y Suelos (LAGS) del Instituto de Investigaciones para la Industria Química (INIQUI) de la UNSa se realizaron en la última década numerosos estudios relacionados con la calidad microbiológica de aguas superficiales para usos recreativos. Verónica Rajal, doctora en ingeniería con orientación biotecnológica, dirige ese laboratorio donde también se gestó un sistema de ultrafiltración para la provisión de aguas seguras en situaciones de emergencia.

Tres tesis doctorales (Mercedes Cecilia Cruz, 2012; Hugo Ramiro Poma, 2013, y Dolores Gutiérrez Cacciabue, 2013) que se desarrollaron allí incluyeron tareas de monitoreo en los ríos Arenales, Vaqueros, La Caldera y el dique Campo Alegre.

Antes, entre 2009 y 2010, se había realizado un monitoreo sistemático del río Arenales en el tramo que cruza la ciudad de Salta. En la gran mayoría de las muestras analizadas no solo estaban excedidos los límites aceptables bacteriológicamente, sino que se encontró una gran variedad de parásitos y virus humanos, patógenos, que representan un elevado riesgo para la población en contacto con esas aguas.

Legislación anacrónica

Con respecto a las aguas para consumo humano, Rajal remarcó que en nuestro país, como en muchos otros, la legislación vigente para el control microbiológico no contempla la búsqueda de parásitos ni de virus patógenos para el hombre. "Los métodos de potabilización que se usan para eliminar bacterias del agua, logran suprimir la gran mayoría de las formas parasitarias, pero algunos elementos de resistencia de estos organismos no se afectan por los tratamientos de cloración. Un caso concreto es el de los quistes de Cryptosporidium, que son causantes de brotes de diarrea", puntualizó la investigadora independiente del Conicet y profesora asociada de la Facultad de Ingeniería de la UNSa.

En un estudio que ella llevó adelante con María Mercedes Juárez y Hugo Poma, publicado en la Revista Iberoamericana del Agua (Ribaguara) en 2015, se colectaron muestras en tres puntos de la red domiciliaria de Salta, San Luis y Vaqueros y tres pozos profundos localizados en El Encón y Vaqueros. Tanto en aguas de pozo como de red se halló variedad de géneros de protozoarios. En aguas de pozo también se encontraron helmintos y, en una de las muestras, adenovirus.

La mayoría de las muestras analizadas durante la estación seca (62%) fue positiva para alguna de las bacterias analizadas, mientras que la mitad de los análisis (50%) fueron positivos durante la estación húmeda. Hasta el 75% de las muestras de agua de red y hasta el 100% de las de pozo que cumplían con la normativa vigente contenían algún patógeno no bacteriano. "Aunque en general las parasitosis más comunes transmitidas por el agua de consumo son la giardosis y la criptosporidiosis, se encontraron elementos que implican un elevado peligro para la salud humana, como los huevos de ancilostomideos", advirtió Rajal

Potable, pero insegura

La investigadora hizo notar que "en distintos estudios quedó evidenciada la poca relación existente entre la presencia de indicadores bacterianos que establece legislación y la de patógenos como parásitos o virus. Numerosas muestras que cumplían con la normativa vigente, por lo que agua se consideraría apta para consumo humano, presentaron parásitos o virus patógenos", recalcó

Rajal afirmó que "resulta imperioso actualizar la legislación vigente, con la inclusión de indicadores parasitarios que permitan certificar la seguridad del agua de consumo, para prevenir enfermedades de transmisión hídrica".

Una legislación que necesita cambios

“Las regulaciones vigentes a nivel nacional y local son una limitación al avance en la gestión de agua segura y es nuestro deber moral trascenderlas”, sostuvo Soledad Rodríguez Alvarez, doctora en ciencias biológicas, becaria posdoctoral del CONICET y responsable técnica del Laboratorio de Estudios Ambientales (LEA). Ese laboratorio del Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCO) de la UNSa, que tiene entre sus experimentados referentes a Lucas Seghezzo trabaja desde 1998 en reactores anaeróbicos, reuso de aguas residuales, saneamiento descentralizado y seguridad del agua. En su seno surgieron numerosas tesis de grado y posgrado y trabajos publicados revistas internacionales. Esos trabajos exponen los problemas y las soluciones concretas que existen para poder abordar los desafíos conceptuales y tecnológicos en procura de una mejor gestión del agua y el saneamiento.

Entre esos trabajos se cuenta la tesis doctoral de Rodríguez Alvarez, enfocada sobre el estado del agua para consumo humano en áreas periurbanas de la ciudad de Salta. Una de las conclusiones de un trabajo publicado en el 2015 en la revista International Journal of Hygiene and Environmental Health fue la necesidad de trascender las exigencias legales, considerando, por ejemplo, que el Código Alimentario Argentino solo exige ausencia de Escherichia coli y Pseudomona aeruginosa en el agua potabilizada, dejando de lado virus y parásitos que son resistentes a la acción del cloro. En ese trabajo se demostró el riesgo para la salud ocasionado por la presencia de Giardia aún en muestras cloradas.

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