El puente Blanco, el que está por avenida Tavella sobre el río Arenales, no late, tiembla.
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El puente Blanco, el que está por avenida Tavella sobre el río Arenales, no late, tiembla.
Se bambolea toda la estructura al paso de los vehículos que circulan de norte a sur por la avenida de cuatro carriles.
El movimiento más notorio se siente sobre la junta que une la parte sur de la ciudad con el puente. El desnivel es importante y el ruido al paso de los vehículos da miedo.
Se siente tan grave la oscilación que se partieron los tres guardarraíl que están sobre esa junta sur. También se partieron de cuajo las rejas sobre las dos ciclovías, que se alteran violentamente de su nivel al paso de todo tipo de vehículos.
La grieta es tan grande que hasta los hierros afloran, y se convierten en un verdadero peligro para neumáticos y trenes delanteros.
Entonces los conductores buscar esquivar los huecos con hierros y realizan maniobras no recomendadas, como brusca frenadas o se cruzan de carril imprevistamente.
Hasta un auto pequeño mueve la estructura. Y si cualquiera se anima a cruzar caminando el puente verá las diferencias de nivel entre el puente y la avenida. Sí, hay una sutil diferencia que los vehículos grandes hacen sentir de manera espectacular el cimbronazo de postes, fierros, cables y cemento, que resuenan de manera preocupante a su paso.
"Hasta nosotros sentimos cómo se mueve el puente", dijo una de las trabajadoras de un quiosco que está en la margen norte del arenales.
Autos, camiones, tractores, colectivos y todo tipo de vehículos pasan de manera incesante por ese puente, y el desgaste es notorio a los ojos y lentes de las cámaras fotográficas.
En las cuatro vías de circulación hay grandes baches, algunos de más de un metro de diámetro, que hacen que el tránsito sea condicionado peligrosamente.
Para el que venga de norte a sur, del centro hacia Limache, deberá tener cuidado en la vía lenta del carril central. Una serie de baches inmensos los esperan y deberán reducir su velocidad a unos 20 kilómetros por hora, por lo menos.
Del lado de la colectora está peor y las juntas de la avenida con el puente tienen serios desniveles que hacen sonar los ejes, semiejes, rótulas, amortiguadores y demás componentes de los automóviles.
La ampliación del puente se inauguró con la ampliación de la avenida Monseñor Tavella y casi al mismo tiempo que el estadio Padre Ernesto Martearena, en el año 2001, y parece que ya necesita reparaciones urgentes, por todo lo descrito en las líneas de arriba.
Son las autoridades de Obras Públicas de la Municipalidad las que deberán decir qué mantenimiento le realizaron o le realizarán, para llevar tranquilidad a los vecinos.
Faltan arreglos
Por la inseguridad, para las mujeres directamente es no recomendable la circulación por el puente de la Tavella. Para los trabajadores o vecinos que pasan desde Villa Lavalle hacia barrio 9 de Julio se convierte en una verdadera odisea.
Además de las presencia de delincuentes, los vecinos también denunciaron la falta de mantenimiento de las barreras de contención. Se mueven y es consecuencia del continuo movimiento tambaleante del puente.
Las rejas producen un latigazo peligroso al paso de los camiones y hay que tener cuidado con las manos. Es un peligro para los niños que circulan a pie tomándose de la baranda.
Inseguridad total
Sobre ambas manos hicieron bicisendas por donde pasan miles de motos, peatones y ciclistas a toda hora.
La falta de limpieza y desmalezamiento hizo que las orillas se conviertan en verdaderos matorrales propicios para el escondite de delincuentes que asaltan a los que pasan.