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La crisis de los ingenios está en la gestión

Viernes, 09 de marzo de 2018 01:53

Por Martín Olivera y Mariano Cuenca

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Por Martín Olivera y Mariano Cuenca

A partir del cierre del ingenio San Isidro y los recientes despidos en El Tabacal muchas voces salieron a legitimar una supuesta crisis del sector que explica las medidas empresariales y golpea a los trabajadores del azúcar. 
Sin embargo, ninguna de estas voces se ha animado a poner sobre la mesa las causas de tal crisis, sino que terminan explicando la propia crisis por despidos o cierres de ingenios, mezclando causas y efectos. 
Una de las principales versiones del origen de la crisis dice que las excesivas demandas de los trabajadores de los ingenios elevaron a tal punto los costos de producción que no han dejado lugar para las ganancias empresarias. Bien sabido es que la relación entre empresarios y trabajadores es profundamente desigual, solo que en estas explicaciones la desigualdad parece estar puesta patas para arriba y el poderoso sector empresarial aparece como la víctima de la telenovela.
La producción de azúcar en argentina hace varias zafras que oscila cerca de las 2 millones de tn, de las cuales un 25% es exportado. Los grandes compradores de azúcar argentina son Chile y EEUU. El precio de azúcar se define por oferta y demanda en las bolsas de Nueva York y Londres, en esta última plaza cotiza el azúcar crudo y en la primera el blanco. En los últimos años el precio de azúcar se encontró en un buen nivel, moviéndose entre los 15 y los 22 ctvs. por libra, en el caso del azúcar crudo, y arriba de los US$390 la tonelada, en el caso del azúcar blanco, llegando incluso hasta las U$$600 en 2016. Si bien en 2017 el precio del azúcar cayó con respecto a los altísimos niveles del 2016, el año pasado fue un buen año para exportar azúcar. Mucho mejor que los años entre 2003 y 2008 donde el azúcar crudo costaba alrededor de 10 ctvs. la libra. Pero lo que los productores de azúcar tal vez añoran son los exageradísimos precios de los años 2009 - 2012, cuando el crecimiento de la demanda de alimentos por parte de China elevó enormemente los precios de varios productos agrícolas, agroindustriales, minerales, etc. Esa coyuntura fue extraordinariamente buena para los productores. Aún hoy, con precios menores de aquellos años dorados, el mercado internacional del azúcar presenta buenos niveles de precios. Un caso particular es el de la producción orgánica realizada principalmente por el ingenio San Isidro, donde los precios del azúcar alcanzan niveles muy superiores, que pueden estar entre un 50 y un 80% más alto que en el resto del sector.
En este marco de saludables precios para la industria hay que considerar además que en los últimos cinco años el tipo de cambio ha favorecido enormemente a los exportadores de cualquier mercancía, y al azúcar en particular. No hace falta recordar aquí que en 2013 la paridad del peso con el dólar era menor a $7 y hoy se encuentra por encima de los $20. Por cada dólar que se exporta de azúcar se recibe el triple de pesos de los que se recibían en 2013 o 2014.
Como si esto fuera poco, el negocio del azúcar en Argentina se ha visto complementado en los últimos años con el de producción de biocombustible. El biocombustible es utilizado por la empresas petroleras para mezclarlo con gasolina tradicional y así obtener un producto menos nocivo para el medioambiente. Las gasolinas en Argentina están obligadas a tener un porcentaje (cada vez mayor) de mezcla bio. Casi todos los ingenios de la región producen bioetanol en base a la caña de azúcar. Esta producción también ha ido creciendo en los últimos años fundamentalmente porque la obligatoriedad de cortar gasolinas tradicionales con biocombustibles por parte del Gobierno se ha ido elevando. Los precios de venta de bioetanol han sido regulados todos estos años por la Secretaría de Energía de la Nación, con una tendencia fuerte en alza. Desde 2013 a la fecha, el precio regulado se ha movido desde los $4,97 por litro a los $16,80 por litro, generando importantes ganancias en los ingenios que se han diversificado. Así y todo, los propietarios de los ingenios denuncian una crisis sectorial que les impone el cierre de establecimientos o la reducción de personal. A pesar de los buenos precios internacionales para exportar, del mercado cautivo del azúcar orgánico y del mercado regulado del biocombustible, a pesar de un tipo de cambio que los viene favoreciendo, los dueños de los ingenios dicen estar en crisis, y culpan a las excesivas demandas de los trabajadores del azúcar, que se traduce en un elevado costo laboral. 
Finalmente, en vez de propiciar un aumento de la producción que posibilite la reducción del precio unitario, muchos ingenios de la región muelen y refinan la mitad de la caña que podría producir, o incluso menos. Un ingenio que opera por debajo de sus posibilidades no es un ingenio en crisis de producción sino un ingenio donde la crisis está en la gestión. El costo laboral de estos ingenios no es excesivo, sino resultado de la decisión productiva de las gestiones de estos ingenios que así lo quieren presentar. Responsabilizar al sindicato y empresa en iguales condiciones sin tomar en cuenta la hiposuficiencia de los trabajadores es contrario a los principios del derecho del trabajo; el riesgo empresario es el correlato de las ganancias; el sindicato es contrapoder para generar equidad y mejorar la vida de nuestros representados y sus fami    lias. 
 

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