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Sergio Wolf: “Queda para el espectador interpretar qué significa decir ‘esto no es un golpe’” 

El documentalista plantea una revisión del amotinamiento de los "carapintadas" en “Esto no es un golpe”, que participa en la competencia oficial del 20º Bafici. Justamente, el documental se verá mañana por última vez en el Bafici.
Martes, 17 de abril de 2018 08:42

 

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Claudio Minghetti 
Télam

En abril del año pasado se cumplieron 30 años del amotinamiento de un grupo de oficiales del ejército, conocido como “carapintadas”, que inquietó a los argentinos y a la flamante democracia encabezada por el entonces presidente Raúl Alfonsín, un tema que apasionó el documentalista Sergio Wolf que plantea una revisión de aquel tenso episodio en “Esto no es un golpe”, que participa en la competencia oficial del 20º Bafici. 
Wolf, autor de Los documentales “Yo no sé que habrán hecho tus ojos” y su extensión “Viviré con tu recuerdo” y “El color que cayó del cielo”, como ya es su costumbre y lupa en mano, intenta a partir de imágenes de aquel suceso, y un puñado de testimonios, armar el rompecabezas de aquella trama y a la vez exponer qué fue lo que movilizó al que ahora se recuerda como una figura clave en la recuperación democrática argentina frente ese acto en cuestión que ni quienes lo impulsaron ni el mismo líder radical se atrevieron a definir como un “golpe de Estado”.
En un país acostumbrado desde que se tenga memoria a las divisiones, a la mirada de la historia desde ángulos totalmente adversos, poco reflexivos a la hora de tener que sacar conclusiones para caminar hacia delante, Wolf busca encontrar las suyas que, seguramente y una vez repasadas con más datos de los que aporta su propuesta, generarán polémica, discusiones y un sinfín de nuevas apreciaciones contrafácticas que, quizás, ayuden a entender un poco más algo que, es probable, sea inentendible.
A Alfonsín le tocó en 1987 y a cuatro años de asumir la primera magistratura, en tanto y en cuanto cuando ya estaba definida la política de juzgar y condenar a los principales responsables de la última dictadura cívico militar sino a quienes formaron parte activa de esa estructura, enfrentar un primer alzamiento armado encabezado por el teniente coronel Aldo Rico, que podría haber desembocado en inimaginables y trágicos enfrentamientos.
¿Cómo surgió la idea de este trabajo de investigación?
En 1982, tiempos de Malvinas, cumplí el servicio militar en la Escuela de Guerra, donde se juntaban los oficiales jóvenes de la Semana Santa de 1987. En esa época yo no sabía siquiera si volvería la democracia y la paradoja es que cuando ocurre el levantamiento empiezo a ver que algunos de los nombres implicados eran los mismo de los que como mozo les servía el desayuno. De alguna forma, este proyecto también significó para mí volver a ese lugar. Más allá la anécdota, en la película el uso de mi voz en off, pero la primera persona tenía que ser distinta, porque no debía ser una voz poética, porque no es mi historia, aunque al mismo tiempo hubiese una implicancia personal y generacional.
Hay una implicancia generacional y una marca en la memoria colectiva...
Al revés de guardarme la idea, y ya lo hice con mis películas anteriores, comparto lo que voy a hacer. Un día recuerdo que me crucé con Manuel Antín, y descubrí con él y otros que todos recordaban aquella fecha con precisión, donde estuvieron, en que lugar de la Plaza de Mayo se ubicaron, casi fotográficamente. Y todo con el que me crucé recuerda aquel momento con precisión, lo que habla de su importancia.
En el documental reconocés que aquel día, tras la resolución de lo ocurrido, es decir la partida de Alfonsín en helicóptero hacia Campo de Mayo a negociar, su regreso y sus palabras en el balcón de la Casa Rosada, te fuiste como muchos otros de la plaza disconforme...
Ahora pienso distinto y eso está en la propuesta. Por eso el título de la película nunca podría haber sido “La casa está en orden”, porque la idea era revisar aquella frase, no validar aquel lugar común que la mayoría tiene instalados de lo que pasó.
El título, sin embargo, recuerda al famoso cuadro de Magritte “Esto no es una pipa”, que forma parte de la serie “La traición de las imágenes”...
Pero es lo que dijeron los militares en aquel momento. Rico y los suyos aseguran que nadie podía pretender hacer un golpe encerrándose en un cuartel, pero se contradice con otro momento en el que uno asegura que venía de tener reuniones con otros políticos o sindicalistas, como Elías Sapag y Saúl Ubaldini. Entonces me pregunté: si era solamente una cuestión militar, para qué tenían esas reuniones. Lo dice muy bien Leopoldo Moreau, cuando explica que el único que no apareció fue Carlos Saúl Menem, que después fue presidente y dio el indulto. Por algo no aparece: era amigo de Mohamed Alí Seineldín, que compartió con Rico el segundo levantamiento de 1988. Esta película está muy cargada de información y requiere mucho procesamiento con otras anécdotas qué demuestran había otras ramificaciones. Queda para el espectador interpretar qué es lo que significa decir “esto no es un golpe”. 
Tu propuesta intenta mostrar a Alfonsín en aquella situación adversa como un estratega...
Para mí, cuando Alfonsín le pide a la gente que espere en la plaza hasta su regreso, después de las negociaciones, es un momento increíble. Él no quería que la gente fuese a Campo de Mayo porque tenía miedo de que se desatara una tragedia. Él podría haber dicho “vamos todos para allá”. La izquierda tradicional y lo que se dice el progresismo le cuestionaron a Alfonsín no haber marchado a Campo de Mayo para forzar la rendición. En realidad hubiese sido una matanza. Muchos creyeron que negoció. Hay un momento genial cuando Rico cuenta la reunión con Alfonsín, y le pregunta qué era lo que querían, cómo se lograba eso y finalmente a quién quieren poner al frente del ejército. Me costó mucho entender que Alfonsín le preguntaba eso para saber quién era el hombre de ellos justamente para no darle ese lugar. Fue una maniobra política brillante.
¿Cómo fue el armado del proyecto que combina los registros documentales, las entrevistas y una revisión de esos escenarios...
Cuando presentamos el proyecto en el Incaa teníamos la idea básica, los personajes y las escenografías, que se respetaba la cronología y se marcaba la ausencia de Alfonsín, que era el personaje a recrear, que había entrevistas previas o declaraciones, y el recurso de los escenarios vacíos. Fue complicado el trámite por las locaciones, como Campo de Mayo, y especialmente la de la Casa Rosada, pero conté con un equipo de producción excelente.
 

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