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El sincericidio de Aranguren

Lunes, 02 de abril de 2018 00:00

El presidente Mauricio Macri intenta por todos los medios de salir del "Veraz" internacional. Muestra que el país no es el mismo, que los números son distintos, que la seguridad jurídica existe y tantas cosas más. Sin embargo bastó que hablara Juan José Aranguren para que ese castillo, construido con mucho esfuerzo, por parte de las principales "espadas" del Gobierno del PRO se desmoronara abruptamente.

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El presidente Mauricio Macri intenta por todos los medios de salir del "Veraz" internacional. Muestra que el país no es el mismo, que los números son distintos, que la seguridad jurídica existe y tantas cosas más. Sin embargo bastó que hablara Juan José Aranguren para que ese castillo, construido con mucho esfuerzo, por parte de las principales "espadas" del Gobierno del PRO se desmoronara abruptamente.

Macri prometió a los inversores en el foro de Davos, al igual que en otros seminarios internacionales, que el país no es el mismo. El mundo de las finanzas tiene grandes jugadores y el presidente lo sabe, acostumbrado a jugar entre "tiburones" financieros.

Una y otra vez destacó que había recibido una Argentina en ruina y -más allá de los avatares- intenta corregir el rumbo. En ese sentido, todo bien, mientras tanto las inversiones tardan en llegar.

Es verdad, en el plano internacional algo cambió en los últimos tiempos, pero el ministro de Energía, Juan José Aranguren, parece trabajar en dirección contraria y hace unos días con breves palabras echó por tierra el escenario prometido.

El ministro de una importante área de la economía dijo que mantiene dinero suyo depositado en el extranjero y aseguró que lo repatriará "a medida que se recupere la confianza" en el país; en definitiva, no confía en la Argentina.

Aranguren señaló que el mantenimiento de esos fondos suyos en el exterior "tiene que ver con la confianza que hemos perdido en la Argentina".

"Lo tengo en una cuenta a la vista, soy muy malo como inversor, con un interés de 0,1% anual", apuntó el hombre que considera que la nafta todavía está lejos de los precios internacionales y ajusta de acuerdo a esa sintonía.

Aranguren reconoció que es muy malo como inversor, pero cuando tiene que ajustar, especialmente en el tema de la nafta, es un gran visionario, inclusive a espaldas de las necesidades de la gente.

Bastó que un periodista le pusiera un micrófono a Aranguren, que al igual que Moria Casan, se convirtiera en "lengua karateca".

Aranguren no confía en el país, parece ser que tampoco Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda, a juzgar por lo que dijo que también tiene plata afuera. "Es un tema que debe debatirse en el ámbito personal", argumentó.

Con ese mismo criterio, no sonaría ético que Jorge Sampaoli, el técnico de la selección argentina, a pocos meses del Mundial de Rusia, afirmara que no tiene confianza en sus propios jugadores.

De manera más profunda el fácil razonamiento podría adaptarse en otras actividades. Llegado el caso hasta Lázaro Báez estaría justificado por su accionar. "Tengo lingotes de oro en Suiza porque no confiaba en el país y menos cuando la obra pública la dirigía Julio De Vido".

Esta bien porque en este país hay justificativo hasta para matar a la madre. Lo dijo un líder provincial, del cual todavía se siguen recordando muchas cosas que hizo y dijo hace décadas.

Ya lo decía Oscar Wilde: que un poco de sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad, es absolutamente fatal. Es lo que sucedió con Juan José Aranguren, un hombre que cultiva de manera frecuente la palabra

"sincericidio".

 

 

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