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“Hacer el filme 'Nada que perder' me significó una enorme preparación”

El Tribuno dialogó con su protagonista, Petrônio Gontijo. 
Miércoles, 25 de abril de 2018 20:06

Hoy se estrena en el país Nada que perder, adaptación de la trilogía literaria homónima escrita por el periodista Douglas Tavolaro. 
El filme brasileño de Alexandre Avancini, con guión del americano Stephen P. Lindsey, revela la historia poco conocida de Edir Macedo, un hombre que enfrentó al poder público, rompió con los paradigmas religiosos de Brasil y se convirtió en líder como predicador de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Rodeada de contratiempos y polémicas, su trayectoria y su detención en 1992, tiene como hilos conductores a la perseverancia y a la superación” .
La película está protagonizada por Petrônio Gontijo, quien personificó a Aarón en la exitosa novela “Moisés y los diez mandamientos”, que batió récords de audiencia por la pantalla de Telefe. 
La cinta será lanzada en breve en toda América Latina, África y Estados Unidos y antes de su desembarco en los cines, El Tribuno dialogó en exclusiva con el reconocido actor brasileño.
Nada que perder se estrena en la Argentina y en lugares tan diversos como Angola y Mozambique. ¿Cómo repercute en vos la distribución tan masiva del filme?
Para un actor, la comunicación es un factor principal. Y saber que esta película se está viendo simultáneamente en diferentes partes del mundo de esa forma, para mí es una gran realización, porque somos comunicadores. Entonces, saber que este filme tiene una gran distribución, me hace muy feliz. 
Se trata de una película biográfica, de un líder religioso que aún predica en Brasil. En general, este género toma más a personajes póstumos. ¿Fue un desafío componer a un hombre que existe en la realidad?
Fue mi primera experiencia de este tipo. Primero acepté hacer la película, pero después sentí temor, mucho miedo, porque no sabía cómo encararlo. Luego de una conversación con Edir (Macedo), él me dio toda la libertad para componer el personaje. A partir de ahí, me relajé y comencé a trabajar arduamente. Es una persona muy conocida: todos los días hay un video nuevo suyo en YouTube, en internet y eso me preocupó mucho. Sin embargo, el personaje debía atravesarme. Entonces hice un trabajo profundo, de unos tres meses sobre lo gestual: la forma de hablar, nuestro timbre vocal es muy diferente, la postura, tenía los dedos pegados así que utilicé prótesis para poder realizarlo. Pero todo es nada si no ves la búsqueda por la verdad en cada escena y en cada situación. Entonces, yo debía hacer todo eso y además interpretar. Y escaseaba el tiempo para la búsqueda y la elaboración, porque había que hacer el filme, entonces necesité estar muy preparado. Realmente este es el trabajo más difícil de mi vida, exactamente por eso.
¿Te preocupaba no caer en la mera imitación?
Seguí seriamente indicaciones de los directores para no hacer una imitación. Quienes van a ver esta película, saben que Edir no va a estar en el filme, entonces fue necesario un híbrido entre el personaje y yo. Mi gran preocupación era que cuando las personas fueran al cine, viesen a Edir y la forma con que él enfrenta la adversidad. Porque es un filme sobre la adversidad, las dificultades que él pasó. Lo más interesante, para mí, es la manera en la que afrontó y atravesó las adversidades. Además, es una gran historia de amor. 
En los 90 fue preso por enfrentar al poder político. ¿Conociste su historia en aquel entonces?
Conocía el caso, pero sabía muy poco de su vida. Leí los tres libros sobre su vida y recordé que en esa época había una visión de la historia. Y a mí me interesan todas las versiones. Me impactó mucho la versión de Edir, y la película la muestra claramente. Para sacar una conclusión sobre una situación es necesario mirarla desde varios ángulos. Por lo tanto, creo que este filme es democrático, porque proporciona la versión de las personas involucradas.
Hablás de un filme democrático y es inevitable preguntarte por lo que está atravesando tu país. ¿Cuál es tu posición al respecto?
Estamos pasando un momento muy conservador en Brasil. Creo que existe una comparación con Argentina y puede ser una visión errada. Nosotros no pensamos en términos de derecha o izquierda, sino en lo que es mejor para el pueblo. Seguir una línea de pensamiento, de izquierda o de derecha, es un resultado, no es la causa. Creo que en Brasil estamos muy polarizados entre dos tipos de pensamiento. La polarización no es algo constructivo, porque en primer lugar está el pueblo. Cuando necesitamos hacer algo serio, para el pueblo, en primer lugar está ese pueblo. Las ideas son resultados. Yo tengo un pensamiento orientado hacia los derechos de los trabajadores, los derechos humanos, los derechos del ciudadano. Es un momento difícil que espero consigamos vencer en nombre del pueblo, de mejores condiciones de vida para el pueblo.
En algún momento aseguraste que trabajarías en nuestro país y hasta podrías enamorarte de una argentina, ¿lo sostenés todavía?
Me gustaría, porque fui muy bien recibido en Argentina. Las personas que encuentro me brindan una recepción indescriptible. Recuerdo cuando estuvimos en el Luna Park y fue increíble. Por ahora, mi español es muy básico y tendría que estudiar mucho. No es imposible, debería abocarme intensamente unos meses para hablar bien en español. Y me interesa por el amor que la gente le dio a mi personaje de Aarón, un personaje que fue muy bien recibido en este país. Y eso me encanta porque, como dije al principio, el objetivo del actor es la comunicación. Saber que
Aarón ha logrado establecer una gran comunicación en Argentina, romper barreras internacionales, es una gran satisfacción, la satisfacción más grande que puede tener un actor. Fui bendito en este país. Es una gran realización para un actor y me hace muy feliz.
¿Y cómo estás en el amor?
Mi vida personal es muy tranquila y simple. No vivo sin amor, como no vivo sin trabajar: las dos cosas más importantes en mi vida.

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Hoy se estrena en el país Nada que perder, adaptación de la trilogía literaria homónima escrita por el periodista Douglas Tavolaro. 
El filme brasileño de Alexandre Avancini, con guión del americano Stephen P. Lindsey, revela la historia poco conocida de Edir Macedo, un hombre que enfrentó al poder público, rompió con los paradigmas religiosos de Brasil y se convirtió en líder como predicador de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Rodeada de contratiempos y polémicas, su trayectoria y su detención en 1992, tiene como hilos conductores a la perseverancia y a la superación” .
La película está protagonizada por Petrônio Gontijo, quien personificó a Aarón en la exitosa novela “Moisés y los diez mandamientos”, que batió récords de audiencia por la pantalla de Telefe. 
La cinta será lanzada en breve en toda América Latina, África y Estados Unidos y antes de su desembarco en los cines, El Tribuno dialogó en exclusiva con el reconocido actor brasileño.
Nada que perder se estrena en la Argentina y en lugares tan diversos como Angola y Mozambique. ¿Cómo repercute en vos la distribución tan masiva del filme?
Para un actor, la comunicación es un factor principal. Y saber que esta película se está viendo simultáneamente en diferentes partes del mundo de esa forma, para mí es una gran realización, porque somos comunicadores. Entonces, saber que este filme tiene una gran distribución, me hace muy feliz. 
Se trata de una película biográfica, de un líder religioso que aún predica en Brasil. En general, este género toma más a personajes póstumos. ¿Fue un desafío componer a un hombre que existe en la realidad?
Fue mi primera experiencia de este tipo. Primero acepté hacer la película, pero después sentí temor, mucho miedo, porque no sabía cómo encararlo. Luego de una conversación con Edir (Macedo), él me dio toda la libertad para componer el personaje. A partir de ahí, me relajé y comencé a trabajar arduamente. Es una persona muy conocida: todos los días hay un video nuevo suyo en YouTube, en internet y eso me preocupó mucho. Sin embargo, el personaje debía atravesarme. Entonces hice un trabajo profundo, de unos tres meses sobre lo gestual: la forma de hablar, nuestro timbre vocal es muy diferente, la postura, tenía los dedos pegados así que utilicé prótesis para poder realizarlo. Pero todo es nada si no ves la búsqueda por la verdad en cada escena y en cada situación. Entonces, yo debía hacer todo eso y además interpretar. Y escaseaba el tiempo para la búsqueda y la elaboración, porque había que hacer el filme, entonces necesité estar muy preparado. Realmente este es el trabajo más difícil de mi vida, exactamente por eso.
¿Te preocupaba no caer en la mera imitación?
Seguí seriamente indicaciones de los directores para no hacer una imitación. Quienes van a ver esta película, saben que Edir no va a estar en el filme, entonces fue necesario un híbrido entre el personaje y yo. Mi gran preocupación era que cuando las personas fueran al cine, viesen a Edir y la forma con que él enfrenta la adversidad. Porque es un filme sobre la adversidad, las dificultades que él pasó. Lo más interesante, para mí, es la manera en la que afrontó y atravesó las adversidades. Además, es una gran historia de amor. 
En los 90 fue preso por enfrentar al poder político. ¿Conociste su historia en aquel entonces?
Conocía el caso, pero sabía muy poco de su vida. Leí los tres libros sobre su vida y recordé que en esa época había una visión de la historia. Y a mí me interesan todas las versiones. Me impactó mucho la versión de Edir, y la película la muestra claramente. Para sacar una conclusión sobre una situación es necesario mirarla desde varios ángulos. Por lo tanto, creo que este filme es democrático, porque proporciona la versión de las personas involucradas.
Hablás de un filme democrático y es inevitable preguntarte por lo que está atravesando tu país. ¿Cuál es tu posición al respecto?
Estamos pasando un momento muy conservador en Brasil. Creo que existe una comparación con Argentina y puede ser una visión errada. Nosotros no pensamos en términos de derecha o izquierda, sino en lo que es mejor para el pueblo. Seguir una línea de pensamiento, de izquierda o de derecha, es un resultado, no es la causa. Creo que en Brasil estamos muy polarizados entre dos tipos de pensamiento. La polarización no es algo constructivo, porque en primer lugar está el pueblo. Cuando necesitamos hacer algo serio, para el pueblo, en primer lugar está ese pueblo. Las ideas son resultados. Yo tengo un pensamiento orientado hacia los derechos de los trabajadores, los derechos humanos, los derechos del ciudadano. Es un momento difícil que espero consigamos vencer en nombre del pueblo, de mejores condiciones de vida para el pueblo.
En algún momento aseguraste que trabajarías en nuestro país y hasta podrías enamorarte de una argentina, ¿lo sostenés todavía?
Me gustaría, porque fui muy bien recibido en Argentina. Las personas que encuentro me brindan una recepción indescriptible. Recuerdo cuando estuvimos en el Luna Park y fue increíble. Por ahora, mi español es muy básico y tendría que estudiar mucho. No es imposible, debería abocarme intensamente unos meses para hablar bien en español. Y me interesa por el amor que la gente le dio a mi personaje de Aarón, un personaje que fue muy bien recibido en este país. Y eso me encanta porque, como dije al principio, el objetivo del actor es la comunicación. Saber que
Aarón ha logrado establecer una gran comunicación en Argentina, romper barreras internacionales, es una gran satisfacción, la satisfacción más grande que puede tener un actor. Fui bendito en este país. Es una gran realización para un actor y me hace muy feliz.
¿Y cómo estás en el amor?
Mi vida personal es muy tranquila y simple. No vivo sin amor, como no vivo sin trabajar: las dos cosas más importantes en mi vida.

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