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Abusos en el fútbol: la mirada de los entrenadores del interior

Los entrenadores consideran que el cuidado de la familia es crucial en esa edad.En Buenos Aires solo está jugando Fabián Barrías, quien vive con su hermano.
Domingo, 08 de abril de 2018 00:00

Entrenadores del norte de la provincia se refirieron al hecho que produce una verdadera conmoción en todo el país: las denuncias de abusos a menores en las inferiores de algunos clubes de fútbol muy populares, como Independiente o River. En el departamento SanMartín son muchos los clubes de barrio que trabajan para darle contención a los chicos de más humildes condiciones, y desde allí unos pocos son elegidos por su talento para el fútbol y tienen la oportunidad de llegar a las divisiones inferiores de los grandes clubes, sin saber que en la gran ciudad los sueños pueden transformarse en tortuosas pesadillas.

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Entrenadores del norte de la provincia se refirieron al hecho que produce una verdadera conmoción en todo el país: las denuncias de abusos a menores en las inferiores de algunos clubes de fútbol muy populares, como Independiente o River. En el departamento SanMartín son muchos los clubes de barrio que trabajan para darle contención a los chicos de más humildes condiciones, y desde allí unos pocos son elegidos por su talento para el fútbol y tienen la oportunidad de llegar a las divisiones inferiores de los grandes clubes, sin saber que en la gran ciudad los sueños pueden transformarse en tortuosas pesadillas.

Sobre las responsabilidades en el cuidado de las promesas del fútbol, Robert Tejerina, de 56 años y una vida dedicada al fútbol, primero jugando y años más tarde -aún siendo adolescente- como entrenador, preparador físico, amigo y todo lo que un niño necesita para dar rienda suelta a la pasión y al talento en este deporte.

Con la escuela de fútbol Los Pumitas -que dirigía junto al profesor Andrés Colque, otro apasionado como Robert- tuvieron la dicha de que sus alumnos pudieran participar de torneos internacionales y recorrer diferentes provincias argentinas con sus equipos de varias divisiones, que iban desde niños de 8 años en adelante.

Los profes de la escuela de fútbol Los Pumitas como lo recuerda Tejerina, "llevamos alrededor de 40 chicos que jugaron en Independiente, Nueva Chicago, River, Boca, Huracán, All boys, San Lorenzo".

En el caso de la escuela Los Pumitas, cuando los entrenadores detectaban un talento, algún chico que tuviera un plus, algo que lo distinguía o lo diferenciaba de los compañeros, comenzaban a hacerse las tratativas para darle la posibilidad de probarse en Buenos Aires. Pero no se alojaban en las pensiones de los clubes. "Teníamos una pensión ubicada en el barrio de Colegiales, más precisamente en la calle Álvarez Tomas 155. Eran dos torres donde vivían los chicos que iban desde Tartagal, pero también de Aguaray y otras localidades vecinas. La pensión era de la escuela de Fútbol Infantil Pumitas porque éramos realmente afortunados de tener un lugar donde albergarlos. Pero sucede que cuando el jugador es descollante, es diferente, sabe lo que hace, los entrenadores son los primeros en darse cuenta. Tenemos el caso de un chico del barrio 9 de julio que estuvo en la pensión de Argentinos Juniors, porque era muy talentoso y hoy en día continúa con su carrera futbolística".

Con relación a lo que sucede con los abusos que ocupan las primeras planas de los diarios, Robert considera que "los chicos se van en un momento tan especial en sus vidas, cuando dejan la niñez y entran a la adolescencia, y que necesitan del cuidado, la protección de los padres y de quienes los llevamos a esos clubes, más tratándose de chicos del interior. En este momento en Buenos Aires solo tenemos a Fabián Barrías, que gracias a Dios vive con su hermano pero se solventa todos sus gastos porque es un profesional".

El día que nunca duerme

Fredy Hurtado es entrenador de fútbol y cara visible del Fuitar, la escuela de fútbol infantil de más extensa trayectoria y que más chicos ha llevado a los grandes clubes desde el norte de la provincia. El profe Hurtado, como lo llaman los chicos, es además docente de nivel primario y empleado municipal (ya jubilado en ambas actividades) pero nada lo desvinculará de su actividad deportiva, al punto que sigue prestando su colaboración en la Dirección de Deportes.

"Comencé en esta actividad hace 37 años, cuando tenía 18 años, y los chicos del barrio donde vivo querían participar de un torneo local y desde ese momento nunca dejé esta actividad, a la que le dediqué mi vida. Tuve como mi gran maestro a don Vicente Díaz -un exdirigente del fútbol local- de quien aprendí todo lo que sé en este tema. Me dediqué a estudiar para maestro porque ambas actividades se complementaban. Mi trabajo en el fútbol comenzaba con nenes de 10 años, pero actualmente estamos incorporando a nenes de 7 años", dijo Hurtado.

Freddy recuerda que "el primer viaje lo hicimos en tren y fuimos al club Boca Junior, cuando en ese entonces era jugador nuestro Coyita Gutierrez". "Yo perdí la cuenta de cuántos chicos fueron a los clubes de Buenos Aires, porque se dieron las posibilidades de que pudiesen emigrar de Tartagal y sumarse a los grandes clubes. Nunca corté la relación con todos ellos y jamás perdí contacto y la satisfacción es verlos jugar, desenvolverse en la vida y el hecho que reconozcan que aprendieron a amar el fútbol en el Fuitar es una gran alegría. Vengo de presenciar un partido de fútbol en otra provincia y cuando uno de los jugadores hizo un gol y me lo dedicó sentí esa alegría y esa satisfacción del deber cumplido, porque son actitudes que te llenan el corazón", expresó el profe Hurtado.

Una edad complicada

Robert Tejerina, entrenador y preparador físico del norte salteño, no dudó en reflexionar: “Hay que vivir con los chicos que tienen esa edad, la adolescencia es difícil, y más en una ciudad donde todo es diferente para ellos. Nosotros teníamos señoras que estaban al cuidado y aún así sentíamos que en algunas ocasiones las situaciones nos desbordaban, se nos iba todo de las manos”.

Y agregó: “Por eso es que para nosotros representa tanta responsabilidad, porque la gran ciudad les da tantas opciones y hasta el hecho de llegar tarde a la pensión porque en el trayecto de vuelta entraron al cine porque vieron una película que les gustó, ya era motivo de preocupación y por qué no, de una reprimenda”.

Hurtado: "Cultivar la confianza en los chicos y nunca drefraudarlos con la traición"

“Nunca hemos tenido ni sospecha que alguien haya atentado contra la integridad de un chico”.

El profe Hurtado reflexionó: “Muchas veces los chicos tienen más confianza en su entrenador que en el propio padre, y nos confían lo que les pasa. Por eso lo que está sucediendo en los grandes clubes me produce una gran tristeza, y seguramente a muchos que como yo trabajan en el interior para que los chicos talentosos tengan una oportunidad en la gran ciudad, en algo tan competitivo como es el fútbol, les debe suceder algo parecido. Yo transité muchos caminos en esta actividad y gracias a Dios nunca hemos tenido ni la mínima sospecha que alguno haya tenido una insinuación de algo incorrecto o que atente contra su integridad física o moral. Pero siempre -remarca Hurtado- he tenido la suerte de rodearme de gente de bien. Los chicos cuando iban a Buenos aires iban a la casa de la familia Pérez, que son de Tartagal pero vivían allá porque Matías ya estaba en Buenos Aires con sus padres. Mi objetivo era que jugaran al fútbol y entrenaran, pero que nunca dejaran de estudiar porque sabemos que los que llegan son los menos y no quería que ilusionados con ser futbolistas profesionales se quedaran sin nada”.

Hurtado recordó a “Diego Ruilova, un chico de Tartagal que está jugando en Patronato de Paraná, ya salió de la secundaria y está listo para iniciar la carrera universitaria. Si el fútbol le cierra las puertas tendrá una profesión, y eso es lo que pretendimos siempre. Lamentablemente tuvo que salir a la luz esta desgracia para que se supiera lo que vivieron tantos chicos que como los nuestros iban a Buenos Aires con ilusión y esperanza”.

Hurtado consideró que “esta situación no tiene que impedir que los chicos del interior vayan a demostrar su capacidad en el fútbol grande. No hay día que no le agradezca a Dios por haberme dado la posibilidad de llevar a muchos de ellos y que nada malo les haya pasado. Quizá es por eso que tengo esta estima, este cariño de la gente del interior”.

“El mejor jugador siempre es de una familia humilde, al menos así me dice la experiencia de 37 años trabajando con chicos, por eso nuestra responsabilidad es apuntalar esa ilusión. Esto que salió a la luz nos deja la enseñanza que no solo los entrenadores, sino los mismos padres, deben pensar dos veces antes de mandar un chico a un club afuera de su ciudad. Lo importante es que la Justicia actúe en consecuencia, porque las víctimas son niños humildes del interior que llegan a la gran ciudad con toda la inocencia”.

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