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Las comunidades de Mecle cortan la ruta 54 para pedir ayuda

Las secuelas de la inundación del Pilcomayo son tremendas en el Chaco salteño. Los asentados piden luz y agua urgente.
Miércoles, 16 de mayo de 2018 00:00

Unas 30 familias wichis de seis comunidades de Santa Victoria Este, tuvieron que alzar sus chicos y sus perros para escapar del agua que se hizo dueña del Chaco salteño en el verano pasado. Ahora están cortando la ruta 54 porque ni la esperanza les queda de rehacer la vida en un terreno más sólido, alejado del río, después de ver que pasan los meses y la ayuda no les llega, que siguen hacinados en las carpas de palo y plástico negro de silo que armaron en medio del monte, en Mecle, a la vera de la ruta provincial 54. La tierra chaqueña que los vio nacer no los reconoce y los castiga sin piedad. Se establecieron precariamente cerca de El Rosado, y ahí siguen mudos de pavor, con la única expectativa de poner algo en la panza para sobrevivir y cuidar a los chicos de las mordeduras de cascabel. Cuesta imaginar tanta miseria. No tienen agua, no tienen luz, no tienen más comida que la que consiguen en el monte y en el río; no tienen más ropa que la puesta, la usan hasta gastarla porque tampoco tienen dónde lavarla ni dónde bañarse. Así, sucios y hasta enfermos, los chicos que pueden transitan 5 kilómetros para llegar a la escuela de Santa María, el paraje que habitaban antes de que los espantara el río. No ven otra salida para hacerse oír, por eso cortaron la ruta 54 desde el sábado y amenazan con quemar un poste de luz si no reciben respuestas de las autoridades.

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Unas 30 familias wichis de seis comunidades de Santa Victoria Este, tuvieron que alzar sus chicos y sus perros para escapar del agua que se hizo dueña del Chaco salteño en el verano pasado. Ahora están cortando la ruta 54 porque ni la esperanza les queda de rehacer la vida en un terreno más sólido, alejado del río, después de ver que pasan los meses y la ayuda no les llega, que siguen hacinados en las carpas de palo y plástico negro de silo que armaron en medio del monte, en Mecle, a la vera de la ruta provincial 54. La tierra chaqueña que los vio nacer no los reconoce y los castiga sin piedad. Se establecieron precariamente cerca de El Rosado, y ahí siguen mudos de pavor, con la única expectativa de poner algo en la panza para sobrevivir y cuidar a los chicos de las mordeduras de cascabel. Cuesta imaginar tanta miseria. No tienen agua, no tienen luz, no tienen más comida que la que consiguen en el monte y en el río; no tienen más ropa que la puesta, la usan hasta gastarla porque tampoco tienen dónde lavarla ni dónde bañarse. Así, sucios y hasta enfermos, los chicos que pueden transitan 5 kilómetros para llegar a la escuela de Santa María, el paraje que habitaban antes de que los espantara el río. No ven otra salida para hacerse oír, por eso cortaron la ruta 54 desde el sábado y amenazan con quemar un poste de luz si no reciben respuestas de las autoridades.

El dirigente wichi Mateo Torres dijo: "Éramos de Santa María en Santa Victoria Este, pero nos corrió la crecida y nos asentamos en Mecle, y ahí nos vamos a quedar, donde estamos nomás, porque nos sentimos a resguardo del agua. Somos seis comunidades: El Cruce, Santa María, Las Golondrinas, Anglicana II, y familias de La Curvita Vieja, que nos instalamos todos sobre la ruta 54, en el monte, al frente de La Curvita Nueva. Todos nos escapamos de la inundación y no vamos a regresar".

Agregó: "Estamos cortando la ruta 54 porque no nos ayudan en nada las autoridades. Comemos poco y nada, vamos al monte y conseguimos algo, vamos hasta el río a sacar algún pescado, pero la verdad es que no tenemos ni esperanzas ya. Vemos que los días pasan, va llegando el frío y no nos ayudan las autoridades a establecernos, necesitamos energía eléctrica, necesitamos agua, chapas y otros materiales para hacer viviendas sencillas, necesitamos asistencia en general, porque no podemos volver al lado del río, donde estábamos antes, porque va a volver la crecida, ya lo sabemos, además no quedó nada ahí donde estábamos antes".

Pasan los días, hace ya tres meses que están en el monte, en carpas de plástico, y las noches son muy cerradas y peligrosas, además no cuentan con el más vital de los elementos, el agua. "Luz y agua es lo que más pedimos, eso es propio de la dignidad humana. La Municipalidad de Santa Victoria nos trae agua en camión, pero es poca para tantas familias de seis comunidades, y además no tenemos dónde almacenar agua. En Santa María teníamos una canilla pública para sacar agua y había luz, pero no podemos volver ahí para tener que correr cuando crezca el Pilcomayo", explicó Torres. Con respecto a los niños, comentó: "Van a la escuela de Santa María, a 5 km de Mecle. Las autoridades quieren que volvamos a ese lugar, pero aquí nos vamos a quedar y les pedimos que no nos mezquinen la ayuda".

 

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