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Niñas madres, la tragedia de una sociedad sin respuestas

Domingo, 27 de mayo de 2018 00:00

Unas 600 niñas de 10 a 14 años dieron a luz, solamente, en el Nuevo Hospital de Salta en 2017. En el país promedian, anualmente, los 3.000 casos.

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Unas 600 niñas de 10 a 14 años dieron a luz, solamente, en el Nuevo Hospital de Salta en 2017. En el país promedian, anualmente, los 3.000 casos.

Se trata de adolescentes precoces, que afrontan embarazos no deseados al menos, en la mayoría de los casos- y no se encuentran preparadas, biológica ni psicológicamente, para convertirse en madres. En ese hospital, el año pasado, se registraron más de 1500 nacimientos con madres de 14 a 19 años.

Según organismos calificados a nivel internacional, la maternidad adolescente, pero especialmente la precoz, son consecuencia de la baja calidad de vida que afrontan hogares de muy bajos ingresos, en condiciones de hacinamiento, sin acceso fluido a la salud y sin posibilidades de recibir educación sexual.

En esas circunstancias, la mayoría de esas nenas resultan embarazadas por abusos y violaciones que, en muchos casos, se producen en el seno de sus familias.

El fenómeno de la maternidad precoz es característico de los países no desarrollados. Argentina y Latinoamérica están por encima de la media mundial. En el NOA y el NEA el fenómeno muestra gran incidencia; en Salta, la tasa de madres de entre 14 y 16 años es de 83,4 por cada mil mujeres, y entre los 10 y los 14, de 3,1 por mil. En la ciudad de Buenos Ares, esos indicadores son 29,8 por mil y 0,6 por mil, respectivamente.

Se trata de casos anónimos que, excepcionalmente, se tornan resonantes.

En estos días, el de la nena de diez años violada por su padrastro y con un embarazo de 22 semanas conmovió al país. La niña sufrió la violencia de un adulto en un contexto familiar vulnerable, sin que la víctima sospechara, probablemente, el riesgo de embarazo.

En febrero, cuando el embarazo estaba en su segundo mes, la niña concurrió con síntomas notorios al Hospital Papa Francisco, donde no recibió el diagnóstico adecuado. Recién fue detectado el embarazo en la semana 19, en el Nuevo Hospital. Más allá de la denegación del derecho al aborto no punible, la ciencia médica indica que un embarazo a esa edad es cuatro veces más riesgoso para la vida de la pequeña mamá y también para el niño por nacer. Quedaron ambos librados a su suerte. Así, la nena no tuvo contención en su casa, ni en la escuela ni en el servicio médico.

Su caso se asimila al de la niña wichi de 12 años que resultó embarazada como consecuencia de una violación en 2015, y que sufrió el mismo abandono. O al de la nena de 10 años, también abusada, que dio a luz en Las Lajitas hace pocos días y que se conoció recién ahora, por intervención del Observatorio de Violencia contra las Mujeres.

Hace dos décadas, la Corte salteña absolvió a un padrastro wichi que había embarazado a otra niña de diez años; el tribunal invocó "razones culturales y costumbres ancestrales".

La jueza Cristina Garros votó en disidencia y con el apoyo de la comunidad originaria, logró que la Suprema Corte condenara al abusador y desautorizara, de ese modo, los pretextos de cualquier tipo que puedan usarse para encubrir estas infamias.

El abuso contra niños y niñas es aberrante, porque ultraja los derechos básicos de los menores como personas. La negligencia o los prejuicios derivan en un sistema público que ampara en los hechos a quienes no son más que delincuentes perversos.

Es imprescindible que la escuela brinde educación sexual integral en establecimientos públicos y privados, tal como lo ordena la legislación vigente. Que el Estado aplique todos los instrumentos de que dispone, en manos de personas preparadas profesionalmente docentes, agentes sanitarios y asistentes sociales - para detectar los casos y los sitios de riesgo.

La maternidad precoz es un desafío para Salta, porque agravia su sistema de valores más profundos; no se trata de especulaciones o ideologías, sino de miles de dramas cotidianos que destruyen los sueños, los derechos y las vidas de centenares de niñas a las que amparan las leyes, la Constitución y los acuerdos internacionales a los que nuestro país adhiere.

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