Para muchos turistas resultó conmovedor observar la forma y la devoción con que miles de personas caminaron el sábado a la noche los alrededor de 30 kilómetros que separan la ciudad de Salta del santuario al Señor de Sumalao, ubicado en el paraje homónimo de la jurisdicción del municipio de La Merced.
A ellos se sumaron otros tantos miles de fieles que llegaron hoy mismo al predio, que está dentro de una finca privada que es abierta cada año al público para esta fiesta.
Todos participaron de alguna de las varias misas rezadas desde el alba y de la tradicional procesión que recorre los predios polvorientos de la finca en cuestión.
Fueron decenas de miles de personas, salteños y visitantes, las que demostraron una vez más su devoción al Cristo de Sumalao. que es un enorme cuadro de la época de la colonia, que pesa unos 300 kilos al decir de los encargados de su ornamentación para la fiesta.
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Para muchos turistas resultó conmovedor observar la forma y la devoción con que miles de personas caminaron el sábado a la noche los alrededor de 30 kilómetros que separan la ciudad de Salta del santuario al Señor de Sumalao, ubicado en el paraje homónimo de la jurisdicción del municipio de La Merced.
A ellos se sumaron otros tantos miles de fieles que llegaron hoy mismo al predio, que está dentro de una finca privada que es abierta cada año al público para esta fiesta.
Todos participaron de alguna de las varias misas rezadas desde el alba y de la tradicional procesión que recorre los predios polvorientos de la finca en cuestión.
Fueron decenas de miles de personas, salteños y visitantes, las que demostraron una vez más su devoción al Cristo de Sumalao. que es un enorme cuadro de la época de la colonia, que pesa unos 300 kilos al decir de los encargados de su ornamentación para la fiesta.
La leyenda
Cuenta la historia transmitida de boca a oídos en esta Salta colonial, que en Sumalao se desarrollaba un enorme feria de mulas, donde se reunían periódicamente decenas de miles de estos animales destinados a la carga y transporte de personas por aquellos años.
Así fue que el cuadro con la imagen llegó a lomo de una mula hasta la feria, pero tenía destino final en Córdoba.
La leyenda, mientras tanto, afirma que el animal en cuestión se empacó de tal manera que fue imposible moverlo del sitio donde hoy se encuentra el santuario.
Y que un arriero advertido hizo descargar el cuadro del Cristo, lo que fue suficiente para el mular volviese a marchar normalmente.
Así nació este culto religioso católico y desde entonces fu fiesta fue cobrando cada vez más importancia dado los poderes milagrosos que le fueron adjudicando al Cristo sus devotos a lo largo de los años, en especial para la cura de enfermedades terminales.
Una fiesta móvil
Por eso, cada año, la devoción al Señor de Sumalao se renueva en una fiesta móvil, relacionada con la de Pentecostés, por lo que cae los últimos domingos de mayo o el primero del mes de junio.
Junto a los devotos, como cada año, cientos de feriantes le pusieron color y calor a la Fiesta Grande de Sumalao, con su ventas de artículos regionales, con sus fondas de comidas criollas y hasta con una suerte de mercado persa donde podían encontrarse prácticamente toda clase de artículos hoy.
Fotos Javier Corbalán
El momento más emotivo vivido ayer estuvo dado por la presencia de Damiana, una pastora de 73 años que camina cada año unos 380 kilómetros desde sus cerros para llegar como una peregrina más a la fiesta del Señor y la Virgen del Milagro, que se celebra en Salta en septiembre.
Invitada por el sacerdote a brindar un testimonio, la humilde mujer, con voz firme, instó a todos sus “hermanos a dar las gracias al Señor del Milagro y al Señor de Sumalao, por devolvernos en salud a todos sus fieles las atenciones recibidas en cada fiesta. Seamos firmes, seamos fieles, seamos humildes. Vengamos a rendirle culto con el corazón humilde, con todas nuestras fuerzas y nuestra fe para seguir siendo buenos cristianos”.
Su breve y emotiva alocución se llevó un gran aplauso de todos los fieles presentes.
Condena al aborto
Monseñor Dante Bernacky, quien estuvo presidiendo la ceremonia religiosa en reemplazo del arzobispo Mario Cargnello, hizo en su homilía, una vez más, una encendida defensa de la vida desde su concepción, en sintonía con la conocida postura de la Iglesia en contra del aborto.
El prelado dio a entender que un aborto es lisa y llanamente un homicidio, con el agravante de que el ser destinado a perder la vida no está en condiciones de ejercer la más mínima defensa.
La ceremonia principal concluyó con la solemne bendición canóniga y la entonación del Himno Nacional Argentino.
Posteriormente, a eso de las 13, los fieles izaron sus pañuelos blancos para despedir al cuadro sagrado mientras era reintroducido a la capilla que lo guarda.
La desconcentración se produjo, sin embargo, bien entrada la tarde.