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El Regimiento de Granaderos recibe el busto de Martín Miguel de Güemes

Es la unidad militar creada por San Martín en 1812 y, como base del Ejército de los Andes, se convirtió en una pieza fundamental para la independencia del continente. Hoy cumple funciones de custodia presidencial. 
Viernes, 15 de junio de 2018 00:00

 Desde hoy a las 11, el busto de Martín Miguel de Güemes acompañará a los de José de San Martín y de Manuel Belgrano en las instalaciones del histórico Regimiento de Granaderos a Caballo. De la ceremonia, organizada por el jefe del regimiento, el teniente coronel José María Protti, participarán autoridades militares, nacionales y provinciales.

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 Desde hoy a las 11, el busto de Martín Miguel de Güemes acompañará a los de José de San Martín y de Manuel Belgrano en las instalaciones del histórico Regimiento de Granaderos a Caballo. De la ceremonia, organizada por el jefe del regimiento, el teniente coronel José María Protti, participarán autoridades militares, nacionales y provinciales.


La decisión encierra un símbolo, que reivindica y redimensiona no solo el rol de Güemes y sus gauchos en la Independencia de América, sino también la estrategia política y militar de tres soldados a los que la memoria colectiva ha colocado ya en el panteón de los héroes.

La visión de un héroe

En el libro “Los Infernales de Güemes y la Guerra por la Independencia” se describe el extraordinario rol que le tocó desempeñar a nuestro comprovinciano.
“Güemes concibió la estrategia más adecuada para la configuración geopolítica de la región y las fuerzas que podía organizar. Lo hizo intuitivamente durante la ejecución. Aunque era un militar de carrera, no existían aún modelos teóricos de estrategia militar, como los que se desarrollarían con posterioridad a su época”. 
“Las circunstancias particulares en que se desarrolló el conflicto armado en el norte de las Provincias Unidas obligaron a Güemes a plantear una estrategia diferente, determinada fundamentalmente por una relación de fuerzas desfavorable. No tuvo el tiempo, el dominio del espacio ni los recursos para organizar un ejército convencional como hizo San Martín en Mendoza, porque ya tenía al enemigo dentro de su jurisdicción. Su objetivo militar era expulsar a los realistas pero no disponía de las capacidades militares para destruir su poder militar”. 

El político

“Aplicó una estrategia integral en la que el centro de gravedad no podía ser lo militar, en lo que estaba en desventaja, sino lo político. El poder político para ganarle a los realistas el apoyo de la población y movilizarla por la causa de la revolución. Las acciones militares serían el esfuerzo secundario de la campaña; más como un instrumento de persuasión e influencia para propios y adversarios que de destrucción física del enemigo; el éxito se medía más por los poblados movilizados para la defensa de la revolución que por la cantidad de bajas realistas”. 
“La estrategia imponía la legitimación de su autoridad político - militar. Para ello era clave proporcionar protección a la población contra los realistas. La estrategia tendría que incluir operaciones políticas y sociales, además de las operaciones militares, combinando milicias y fuerzas regulares. El éxito dependía de un abordaje diferente para cada una de esas dimensiones en el marco de una estrategia general”.
En la dimensión política había que extender las ideas de mayo más allá de las elites. Sería a partir del saqueo realista de propiedades y el derramamiento de sangre que los fines patrióticos empezarían a adquirir otro significado. Los locales empezaron a dejar sus faenas para convertirse en soldados de tiempo parcial cuando Güemes logró explotar a su favor la violencia del ejército enemigo para incautar bienes, requisar ganado y confiscar propiedades”.
“Lo social debía ser parte inseparable de una estrategia cuyo centro de gravedad fue la legitimidad política; tenía que lograrse no solo por el rechazo de los métodos realistas sino a través de beneficios sociales que mostraran que el nuevo orden que traía la revolución resultaba más conveniente, como la eximición del pago de los arriendos y el fuero militar permanente al que se oponía la elite salteña. Las ideas de patria y libertad se hicieron más populares cuando los pobladores locales empezaran a vislumbrar las ventajas que podía proporcionarles la revolución”. 

La guerra de recursos

“En lo militar era necesario evitar que la superioridad realista se tradujera en efectos políticos e influyera sobre la opinión de la población respecto a la revolución. La condición para ejercer el control político era el dominio del territorio. Será un objetivo de las milicias evitar la ocupación militar del territorio por parte de los realistas. La dispersión de su despliegue en fracciones menores les permite mantener presencia en todos lados para proporcionar protección a la población. El ejército enemigo los buscaba como objetivo militar y no podía encontrarlos mientras su logística se agotaba. En general, las poblaciones se vuelcan hacia quien les asegura mayor protección. Los invasores no podían sostener la continuidad de su presencia en el territorio. Cuando el ejército realista se alejaba quedaban las milicias como garantes de la capacidad gubernamental de proporcionarles seguridad”.
 
Los infernales

“Al asumir como gobernador, Güemes crea Los Infernales pese a la negativa de Buenos Aires. No solo necesitaba incrementar la eficacia militar contra las invasiones realistas sino también garantizar unidad interna y asegurar su autoridad, continuamente amenazada por el poder central, por otras provincias y por los propietarios que mandaban las milicias. Los Infernales contribuyen a proporcionarle estructura y unidad a su gobierno. Su presencia tiene un contenido simbólico y real; sus uniformes de cuerpo de línea y el prestigio que logran transmiten legitimidad, influyen en la percepción de seguridad y gobernabilidad, incrementan las opciones militares y contribuyen a expandir sus fines políticos”. 
“La mayor fortaleza militar de las milicias era su capacidad de operar por fuera del concepto de empleo reunido de las fuerzas, con elementos ejecutando acciones independientes de menor escala, que les permitía minimizar su vulnerabilidad al evitar presentarse como una estructura coherente a ser atacada. Su ventaja militar era su dispersión y autonomía; pero eso era también una desventaja política para un gobernador acuciado por asegurar la unidad política y extender su influencia. Las milicias se van convirtiendo en instituciones militares, políticas y sociales que Güemes necesita controlar y ponerle límites, porque pueden ser tan evasivas a los realistas como al ejercicio de una autoridad centralizada. La presencia de los Infernales sirve de unidad y centro a la disolución política; es mayor eficacia militar contra el ejército enemigo, pero también influencia política conducida a través de medios militares. La presencia dispersa de las milicias impide a los realistas el control del territorio; la presencia reunida de fuerzas regulares provee un núcleo central que neutraliza intereses disolventes”.
“Fuerzas regulares y milicias se combinan y complementan en acciones contra el enemigo; los Infernales se destacan y se cubren de gloria en numerosas acciones, pero lo esencial de la estrategia güemesiana no está relacionado con las tácticas de los combates ni con su cantidad o intensidad, sino con el abordaje simultáneo de todos los factores; de la sincronización de lo político, lo social y lo militar, que interactúan y se modifican continuamente en un proceso de influencia dinámica”. 
 

El gaucho y su guerra

“Güemes tuvo que abordar integralmente todos los problemas, mantener la estabilidad del nuevo gobierno, movilizar a la población, protegerla de las crueldades realistas y además vencer al ejército invasor. Objetivos interdependientes en los que el éxito en uno reforzaba el de los demás, mientras que el fracaso en uno amenazaba el todo.
Ninguna guerra es igual a otra; la lucha en el norte presenta aspectos comunes y diferentes a las que tuvieron lugar en otras partes de lo que constituían los dominios españoles. La estrategia de Güemes evidencia complejidad y sofisticación tanto en su estructura como en sus efectos. Una experiencia histórica que requiere de análisis profundo y mayores investi    gaciones” 
 

 

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