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Final abierto en la pulseada con los mercados

Viernes, 15 de junio de 2018 23:58

La corrida cambiaria dejó de ser una “turbulencia” para convertirse en una pesadilla que requerirá de enorme coordinación y jugadas de alto calibre para no terminar de hacer caer a la totalidad del equipo económico.

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La corrida cambiaria dejó de ser una “turbulencia” para convertirse en una pesadilla que requerirá de enorme coordinación y jugadas de alto calibre para no terminar de hacer caer a la totalidad del equipo económico.

La pulseada entre el presidente Mauricio Macri y los mercados saca a la luz enormes debilidades en el frente financiero de una Argentina azotada por déficits fiscal y comercial, dupla de desequilibrios imposible de mantener a largo plazo.

A pesar del fuerte respaldo obtenido del FMI, la demanda de divisas se mantuvo firme y el dólar cerró la semana al borde de los 29 pesos.

Es un nivel que, de mantenerse, representará una enorme presión sobre los precios y pondría a la inflación por encima del 30% anual.

El FMI toleraría un índice de precios de hasta 32%, pero no mucho más que eso, según proyecciones que surgen de la carta de intención propuesta por la Argentina.

La duda es si el nombramiento de Luis Caputo en reemplazo del golpeado Federico Sturzenegger al frente del Banco Central alcanzará para frenar la fuerte embestida de los dueños del dinero contra el modelo económico.

Los agentes financieros que dejaron sus primeras impresiones coincidieron en que lo que más preocupa al mundo del dinero es la perspectiva de que la Argentina no tenga respaldo político para equilibrar las cuentas, en un marco de fuerte descontento social.

Sturzenegger fue una de las caras visibles que salió a comunicar el acuerdo con el FMI; días después termina despedido.

Si bien el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dijo que el Fondo apoyaba los cambios, el reemplazo es un mal arranque, y un síntoma de debilidad destituir al presidente del Central cuando ni siquiera el directorio del FMI aprobó formalmente el auxilio financiero.

Para frenar la escalada del dólar el Gobierno apelará a distintas estrategias.

Venderá US$ 7.500 millones a través de licitaciones que ordenará el Tesoro para atender gastos presupuestarios, fortalecerá el balance del Banco Central a través del reemplazo de Lebac por Letras del Tesoro a “más largo plazo” y trabajará aún con más fuerza en la reducción del déficit fiscal.

Incluso, Dujovne dejó abierta la posibilidad de postergar los niveles de baja de impuestos si no se llega al déficit fiscal de 1,3% del PBI para 2019.

En la carta de intención de la Argentina al FMI las autoridades se comprometen a “reducir y eventualmente eliminar los impuestos distorsivos”, pero Dujovne reconoció que se podría extender el período de implementación de algunas de estas modificaciones para alcanzar las metas fiscales.

En un intento por llevar tranquilidad a la plaza cambiaria, Dujovne dijo que a partir del miércoles, cuando el directorio del FMI apruebe el programa, la Argentina recibirá los primeros US$ 15.000 millones.

De ese dinero, US$ 7.500 millones van a ser dirigidos a apoyo presupuestario y otros US$ 7.500 millones a fortalecer las reservas del Central.

El resto del dinero del FMI estará disponible a partir de ese momento en forma trimestral. 

El componente político

Macri deberá tender nuevos lazos políticos, en especial con los gobernadores del PJ, si aspira a tener chances de acordar un Presupuesto 2019 que tendrá un fuerte impacto social sobre el gasto.

El problema es que esa discusión se dará en noviembre, a pocos días de ingresar en el año electoral que definirá al nuevo presidente de Argentina.

El peronismo empieza a calibrar la posibilidad de un retorno al poder, con todo lo que eso puede significar en materia de freno a las iniciativas de Cambiemos en el Congreso.

Contener el déficit fiscal requerirá de grandes esfuerzos sociales, en momentos en que la conflictividad con los gremios y los grupos piqueteros parece alcanzar un nuevo pico.

La alianza Cambiemos deberá sumar fuerzas y mantener una fuerte cohesión para resistir los embates de la oposición.

Esto pondrá a prueba la resistencia de partidos que están bajo una fuerte presión de sus bases, como la UCR, receptora de fuertes cuestionamientos de sectores de la clase media, muy golpeada por el alza de tarifas.

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