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Construir democracia es unir y no tratar de enfrentar

Sabado, 23 de junio de 2018 00:00

Martín Miguel de Güemes merece ser una figura honrada, exaltada, conmemorada y enaltecida. En nuestro tiempo, en su Salta natal, una obtusa apreciación política impone a esta figura la posibilidad de ser desalojado de su propia tumba, la que con justicia merece.

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Martín Miguel de Güemes merece ser una figura honrada, exaltada, conmemorada y enaltecida. En nuestro tiempo, en su Salta natal, una obtusa apreciación política impone a esta figura la posibilidad de ser desalojado de su propia tumba, la que con justicia merece.

Es claro que el bagaje doctrinal del que estaba revestido Martín Güemes es desconocido por quien suscribe la descabellada idea de un traslado de sus restos mortales. Una idea que animó la gestión de nuestro prócer es que era consciente que sus acciones serían evaluadas no solo por la autoridad superior, sino por todos los integrantes de la provincia.

Los documentos evidencian su respeto por la opinión de los vecinos, lo que configura un principio muy democrático, sistema que no imperaba en aquellos tiempos.

Aparentemente estamos frente a un legislador con intenciones de provocación y sin intenciones de respetar a esa opinión pública.

La autoridad, en toda sociedad constituida, es servidora del bien común, bien que ha de procurar con todos los medios y que es aquello que procura el desarrollo y plenitud de la persona.

Cuando la autoridad antepone intereses distintos, sectoriales o individuales, la comunidad padece y la paz se resquebraja. Cabe aquí recordar que Güemes en su accionar sintetiza el pensamiento platónico cuando expresa en La República que "el verdadero gobernante no está en realidad para atender a su propio bien, sino al del gobernado".

Es muy necio pretender que este proyecto de ley sea para beneficio de la población. ¿Cuál es el beneficio para el desempleado, la mujer golpeada, el jubilado que cobra la mínima, los desamparados que concurren a los merenderos? ¿Dónde está la grandeza de esta política tenebrosamente necrológica? ¿Avanzamos en proyectos funerarios harto ridículos? En todas las culturas antiguas hubo sumo respeto por los destinos de los difuntos. Parece que en la Salta del siglo XXI, hay personajes ligados a la política que más que unir, buscan continuamente la división de la sociedad.

Grave error.

Debieran tomar ejemplo del prócer: la trascendencia de la gesta güemesiana fue no solo obtener la Independencia de la Patria, sino el gran logro fue el de haber unificado a todas las clases sociales.

La solidaria y mancomunada acción de terratenientes, campesinos e indios, hermanados en la gran hazaña de defender el territorio provincial, los encuentra unidos en la convergencia de ideas y esfuerzos. Surge en el cuerpo doctrinario el Güemes conciliador y dispuesto a restablecer los vínculos en pro de la Patria.

Quienes tienen la posibilidad de elaborar leyes y políticas públicas debieran propender a lograr la paz social, no a entablar continuamente polémica y sembrar la discordia en nuestra comunidad a través de proyectos que lo único que persiguen es lacerar más aún los sentimientos de la ciudadanía.

Martín Güemes , en oficio de 11 de octubre de 1815, manifiesta la necesidad de separar a todo "hombre interesado, ambicioso, soberbio, egoísta y desnaturalizado".

El Poder Legislativo no puede transformarse en un reducto de expresiones antojadizas y trasnochadas.

¿Es que el autor del proyecto de ley no se ha percatado que, a doscientos dos años de vida independiente, la sociedad no avanza, sino que involuciona en sus finanzas, en su salubridad, en su seguridad, en su cultura ? ¿Qué desde el retorno de la democracia, esta no ha demostrado ser la panacea que sus dirigentes predican en actos partidarios?

La democracia no puede ser un slogan. Otros interrogantes surgen del fatídico proyecto de ley: ¿el señor diputado cuenta con la anuencia de los descendientes del extinto Martín Miguel de Güemes? ¿Qué clase de avasallamiento es este sobre sus deudos? ¿Es que los muertos son propiedad del Poder Legislativo? ¿Es que las leyes abolirán el "requiescat in pace"? ¿La consolidación del Estado laico hará felices a las personas? ¿Sus habitantes lograrán la plenitud de los bienes materiales y espirituales? ¿Los ciudadanos seguiremos siendo sorprendidos con esta oquedad de pensamiento? ¿No sería mejor construir el futuro de la república para otorgar la felicidad de los pueblos a la que aspiraba Martín Güemes? ¿Esto se logrará desenterrando al ilustre Héroe Gaucho?

 

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