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“Yo creo en la Gendarmería, y cada causa pendiente se ajustará a derecho”

Entrevista con Rodolfo Arévalo, Jefe del Escuadrón 20 Orán de Gendarmería Nacional.
Sabado, 23 de junio de 2018 22:11

Sus estudios primarios se debatieron entre la escuela 815 y la Pizarro, que le dejaron en el corazón las ternuras de sus queridas maestras. Cursó la secundaria de seis años en la ENET N°1, actual Escuela Técnica 3.134, frente a la plaza General Pizarro. Su infancia y adolescencia transcurrió entre los barrios San Francisco y Jardín, y todo eso quedó atrás el día que decidió seguir la carrera de Gendarmería Nacional. Rodolfo Arévalo, con 49 años, regresa a su lugar preferido en el mundo como comandante principal y flamante jefe del Escuadrón 20. Asumió formalmente el mando el pasado jueves, en medio de interrogantes por la decisión del Gobierno nacional de incorporar al Ejército a las tareas de seguridad de la zona de frontera, función exclusiva hasta ahora de los “centinelas de la patria” y, además, en medio de las suspicacias que despertó en la prensa el faltante y la sustitución de droga que surgió de una auditoría que se hizo en el escuadrón oranense. No será fácil comandar el rumbo de una fuerza tan crucial en una zona tan caliente como es Orán; sin embargo, Arévalo se pone al hombro el compromiso y el desafío de cumplir la misión que viene impresa en el traje verde que tanto honor le significa a este comandante oranense. 

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Sus estudios primarios se debatieron entre la escuela 815 y la Pizarro, que le dejaron en el corazón las ternuras de sus queridas maestras. Cursó la secundaria de seis años en la ENET N°1, actual Escuela Técnica 3.134, frente a la plaza General Pizarro. Su infancia y adolescencia transcurrió entre los barrios San Francisco y Jardín, y todo eso quedó atrás el día que decidió seguir la carrera de Gendarmería Nacional. Rodolfo Arévalo, con 49 años, regresa a su lugar preferido en el mundo como comandante principal y flamante jefe del Escuadrón 20. Asumió formalmente el mando el pasado jueves, en medio de interrogantes por la decisión del Gobierno nacional de incorporar al Ejército a las tareas de seguridad de la zona de frontera, función exclusiva hasta ahora de los “centinelas de la patria” y, además, en medio de las suspicacias que despertó en la prensa el faltante y la sustitución de droga que surgió de una auditoría que se hizo en el escuadrón oranense. No será fácil comandar el rumbo de una fuerza tan crucial en una zona tan caliente como es Orán; sin embargo, Arévalo se pone al hombro el compromiso y el desafío de cumplir la misión que viene impresa en el traje verde que tanto honor le significa a este comandante oranense. 

¿Volver a Orán como jefe del Escuadrón 20 es un sueño o una pesadilla?  

Eso no lo sé, el tiempo lo dirá. Por lo pronto, mi desigación como jefe de esta unidad es un desafío enorme, porque es la tierra donde crecí, el lugar que mi papá, quien fue gendarme también, me enseñó a amar. En Orán pasé la infancia, la adolescencia y puedo decir que es mi lugar en el mundo. Sé que dicen que nadie es profeta en su tierra, pero yo me arriesgo a hacer este esfuerzo personal y profesional enorme para romper con el dicho. 

¿A qué desafios se enfrenta?

La misión de la Gendarmería está escrita; es clara nuestra actividad, nuestra función: somos auxiliares de la Justicia, un eslabón más del Estado al cual nos debemos y al cual cada gendarme con su accionar colabora para que se cumplan los objetivos y misiones que se le asignan a la fuerza. El desafío es honrar lo aprendido.

¿Siente que tiene una responsabilidad extra por ser oranense?

Y sí, es una gran responsabilidad. Vengo de una familia de Orán, donde mi papá me enseñó a amar a la Gendarmería, a sentir el honor de ser gendarme por el desafío y el compromiso que representa. Hay mucha gente que me ha expresado su afecto, porque Orán es una ciudad chica y quedan los recuerdos de mi pasaje por la primaria en la escuela 815 y en la Pizarro. Después la secundaria la hice en la escuela técnica. A Mis maestras de la primaria les tengo muchísimo afecto y me saludaron, eso me emocionó. 

Usted nombra mucho a su papá...

Falleció hace unos días, el 8 de junio, es la luz de mis ojos, él era gendarme y de los cinco hijos soy el único que siguió esta carrera y creo que debe estar feliz por mí. Yo estoy muy orgulloso del padre que tengo. Todavía no asumo que se fue, cada paso que doy está signado por la presencia del gran hombre que fue mi padre. Me cruzo con mucha gente que me saluda con el pésame y me dice que “don Coco” fue una persona buena, noble, y es cierto, por eso me va a costar pensarlo como un recuerdo. 

Llega a un escuadrón que tuvo mala prensa últimamente... 

Yo creo en la Gendarmería, y no siempre las cosas son como se publican. A veces se ataca injustamente a toda la fuerza. Hay personas que cometen errores graves y eso queda a consideración de la Justicia, pero no es toda la fuerza, la gran mayoria de los gendarmes son personas humildes que no se van a defender de los ataques. Como en todo, hay conductas reprochables, pero no es la generalidad ni la mayoría. Soy un convencido de que el que cree que todo lo sabe está preparado para un mundo que no existe, todas las actividades del ser humano son perfectibles, todos aprendemos todo el tiempo. 

Recientemente encontraron paquetes de cocaína secuestrados por Gendarmería convertidos en panes de yeso, lo que hace pensar que la droga fue sustituida...

Yo solo puedo hablar de lo que va a pasar de ahora en más. Hay causas que se están investigando, están en la Justicia y que a nadie le quepan dudas de que se ajustarán a derecho. Se corregirá lo que no está bien y continuaremos con lo que marcha correctamente, y es mucho lo que está bien, créame. Gendarmería es una institución que se brinda a la comunidad de una manera única, es una fuerza abierta a la comunidad, que se debe a la gente y con esa convicción servimos. 

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