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A 50 años de la tarde más dramática del fútbol argentino

La catástrofe comenzó cuando desde una tribuna alta, la hinchada visitante dejó caer diarios encendidos.
Sabado, 23 de junio de 2018 23:14

El domingo 23 de junio de 1968 se jugaba la fecha 17 del Campeonato Metropolitano de la Asociación del Fútbol Argentino. Desde días antes, la atención estaba centrada en el clásico que protagonizarían River Plate y Boca Junior en el Monumental de Nuñez.

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El domingo 23 de junio de 1968 se jugaba la fecha 17 del Campeonato Metropolitano de la Asociación del Fútbol Argentino. Desde días antes, la atención estaba centrada en el clásico que protagonizarían River Plate y Boca Junior en el Monumental de Nuñez.

El partido comenzó a las tres de la tarde bajo el arbitraje de Miguel Comezaña y la recaudación sobrepasó los 18 millones de pesos m/n (un dólar a $350). 

Boca desde un principio dominó el partido, mientras River solo atinó a defenderse y tratar de conservar como sea el cero a cero. El dominio de Boca se acentuó en el segundo tiempo, pero Amadeo Carrizo, “el veterano arquero riverplantense y de las selecciones argentinas, se ocupó, él solo, de contener el poder ofensivo de Boca. Norberto “El Muñeco” Madurga fue el jugador de Boca que tuvo a su cargo la memorable batalla personal con el legendario arquero de River. Pero aquella tarde, Amadeo Carrizo fue Amadeo Carrizo, e impuso su experiencia y reciedumbre al delantero. 

El corear “Amadeo, Amadeo” que llegó desde los cuatro puntos cardinales del estadio -pues los boquenses también se plegaron admirativamente al aplauso- fue el fiel reflejo de lo acontecido aquella tarde que River y Boca empataron cero a cero y que al final terminó en una tragedia. 

Los hinchas de Boca solo abandonaron las gradas del estadio cuando el juez Comesaña dio la pitada final. Esperaron hasta el final el milagro de un gol, pero éste no llegó por culpa de Amadeo Carrizo y su gorra mágica.”, escribió para El Tribuno, el periodista Miguel Angel Alcaide. 

Si bien a los de River el empate no les cayó bien, esa tarde regresarían a sus casas con una satisfacción que nunca más se repetiría en el fútbol argentino: que un arquero (Amadeo Carrizo) sea aplaudido por propios y contrarios, todos de pie. Y eso, ya les alcanzaba para aliviar el empate. 

Pero esa tarde, el destino se ocuparía de enterrar en el olvido aquel respetuoso y sincero saludo de los hinchas de Boca al maestro Amadeo Carrizo. 

LLuvia de fuego

Al final del partido los asistentes comenzaron a abandonar las tribunas bajando por las escaleras que llevan al exterior del estadio. De pronto, según los informes, la gente sorpresivamente se precipitó por las amplias escalinatas para tratar de eludir los papeles encendidos que algunos boquenses dejaban caer desde la parte superior de las tribunas. Esto provocó el atascamiento de la multitud y un gran apretujamiento humano. A los papeles encendidos que caían sobre la multitud, se sumó la explosión de los petardos que los hinchas solían llevar para celebrar goles y triunfos. 

La avalancha

El aluvión humano se produjo en el sector que ocupaba la hinchada de Boca Junior, y que tenía como vía de evacuación la llamada puerta número 12. A ella se llegaba por una escalera mal iluminada de tres metros de ancho y de suave declive pero que remataba en un codo de 90º. Allí se produjo el peor apretujamiento de decenas de personas que trataban de esquivar los papeles encendidos que seguían cayendo sobre el corredor sin techo.

Testimonios e informes oficiales

Según los informes realizados horas después por la Policía, la famosa “puerta 12” se encontraba abierta al finalizar el partido. Según algunos testigos, la gente no pudo evacuar rápidamente el lugar porque algunos molinetes de control entorpecieron el escape. 

El conscripto Aníbal Broera, luego de reponerse de una crisis, contó en la enfermería de River que cuando con su amigo Domingo Ferreira bajaban las escaleras hacia el túnel, sintieron a sus espaldas una multitud que empujaba violentamente. “A Ferreira lo arrastró pero yo me aferré a la baranda y quedé colgado. Alguien me aferró por las muñecas y me salvó. Pero lo más espantoso fue cuando me encontré frente al cadáver de Domingo, no lo podía creer. En medio del tumulto, la gente gritaba desesperada y por todas partes se escuchaban llantos, gritos y pedidos de auxilio. La mayoría de los que habían compartido conmigo las gradas ahora estaban en el suelo. Es que muchos pisoteaban a los caídos, en el afán por ganar la calle”, dijo el soldado.

Otros dos conscriptos, Pedro Díaz y Ramón Ramírez, contaron que al final del partido, hinchas de Boca Junior arrojaron desde lo alto de las tribunas, diarios encendidos hacia las plateas situadas en la base de las gradas. La mayoría de esos papeles encendidos cayeron sobre la gente que descendía por la escalera, rumbo a la puerta 12. Fue esto lo que produjo la impresionante avalancha que se llevó todo por delante”, afirmaron.

En un primer momento hubo varias versiones. Una decía que la puerta 12 estaba cerrada y que los molinetes obstruían el paso. El informe policial desmintió esa versión y confirmó que la puerta estaba abierta y los molinetes plegados. Por su parte el presidente de River, Willian Kent, dijo: “Lo que ocurrió fue que la gente salió atropellando y al rodar los primeros se produjo la tragedia”. 

Duelo nacional y condolencias 

Al día siguiente de la tragedia de River Plate, el gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía, declaró un día de duelo nacional al 24 de junio. Lo hizo “en homenaje a las víctimas del accidente ocurrido en el estadio de River Plate, el domingo 23 del corriente. El duelo no interrumpe las actividades administrativas de la República Argentina.” 

Pésame del Papa

Por su parte el pontífice Pablo VI, envió un telegrama de condolencias por la tragedia al cardenal Antonio Caggiano. “Profundamente apenados por la desgracia acaecida en una de las salidas del estadio de River Plate de Buenos Aires, ofrecemos sufragios por el eterno descanso de las víctimas, mientras otorgamos a las personas y familias afectadas en prenda de copiosos dones y consuelo divino y de cristiana serenidad, una particular bendición apostólica extensiva a esa amada arquidiócesis”.

Pésame chileno

El canciller Gabriel Valdés envió un cable de pésame a su colega argentino, Nicanor Costa Méndez. El texto decía: “Hondamente conmovido ante tremenda desgracia, hago llegar a V.E. mis profundos sentimientos de pésame”. 

La investigación 

La investigación penal finalizó años después. sin que se hallaran culpables del siniestro. Algunos testimonios sostuvieron que los molinetes se encontraban colocados y que ello impidió la salida de la multitud. Otros afirmaron que la salida no fue posible porque la Policía Federal lo impidió.

Inicialmente, dos directivos de River fueron procesados por ser sospechosos de negligencia, pero la Cámara de Apelaciones dejó el procesamiento sin efecto y la causa fue archivada.

Con respecto a la responsabilidad civil, la Asociación del Fútbol Argentino y los clubes la afrontaron de manera colectiva, reuniendo un fondo de poco menos de 100.000 dólares, que significó apenas algo más de 1.000 dólares por fallecido. A cambio de cobrar esa cifra se les exigió a los damnificados que renunciaran a cualquier reclamo judicial posterior. Sólo dos damnificados, Nélida Oneto de Gianolli y Diógenes Zúgaro, rechazaron la exigencia e iniciaron juicio contra River. El fallo condenó a ese club por responsabilidad civil condenándole a pagar unos 50 mil dólares a cada uno. 

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