Un sexagenario perdió la vida la noche del viernes al ser embestido por un vehículo utilitario, conducido por un hombre en total estado de ebriedad.
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Un sexagenario perdió la vida la noche del viernes al ser embestido por un vehículo utilitario, conducido por un hombre en total estado de ebriedad.
La víctima de 63 años murió horas después en el hospital San Bernardo.
Apenas sucedido el incidente mortal personal policial realizó peritajes en la escena del siniestro y entre ellos la alcoholemia de rigor que, según efectivos de Seguridad Vial informaron que el test marcó 3,36 gramos de alcohol por litro de sangre. Es decir estado de ebriedad.
Ayer, a horas 11, profesionales médicos del hospital San Bernardo informaron el deceso de Reynaldo Godoy de 63 años, la última víctima de un conductor irresponsable. Godoy resultó lesionado en un siniestro vial registrado en intersección de calle San Felipe y Santiago y José Martínez de Lezama de villa María Ester. La víctima fue atropellada por un Renault Trafic en circunstancias en que intentaba cruzar la calzada.
Por el hecho, el conductor del rodado quedó a disposición de la Fiscalía de Graves Atentados Contra las Personas 3.
Estadística
La noticia volvió a enrostrar una deuda pendiente en materia vial: la protección de la vida, declamada por todos, tantas veces ya, pero sin solución de continuidad hasta el día de hoy.
Los números dicen que hasta ayer las víctimas fatales en accidentes de tránsito o viales suman ya 100 en la provincia, aunque este es un número irreal, según fuentes del hospital San Bernardo, consultadas en su momento sobre la calamidad de este fenómeno.
Para los profesionales médicos las complicaciones que sufren los distintos cuadros de heridos por accidentes viales son motivos de defunciones posteriores al accidente y que finalmente no se toman como productos de los mismos sino como consecuencias médicas o de tratamiento.
Eso dijeron algunos profesionales sin contar la cantidad de personas que quedan con distintos grados de discapacidad producto de estos siniestros y los más graves -reflexionaron- provienen a veces de los vehículos más pequeños, como son las motocicletas.
En ese orden de cosas y aunque no hay una estadística puntual y oficial sobre el tema, las motocicletas hasta el día de la fecha se cobraron el 60% de las víctimas fatales y un poco más entre los lesionados de gravedad, es decir tomaron en Salta la delantera del gasto público en atenciones de emergencias por accidentes viales.
Una fuente hospitalaria dijo ayer que son decenas los heridos y lesionados que ingresan por la guardia día tras día, siendo los fines de semana cuando más accidentes de motos se producen, algunos de estos mortales.
A poco menos de una semana para que finalice el primer semestre del año los resultados en los intentos por bajar los índices de siniestralidad y de mortalidad en los siniestros viales fracasaron casi por completo, ya que los números muestran justamente lo contrario.
Solo basta ver que en los últimos fines de semana hubo tres muertes de promedio.
Un día negro
Los salteños se despertaron el 20 de junio con otra tragedia vial que segó la vida de tres personas. Ocurrió a las 6 en la autopista de acceso a la ciudad, a la altura de localidad de Cobos, donde se produjo un impresionante choque entre un automóvil y un camión.
Allí un Citroën conducido por Joel Dan, de 27 años, que se dirigía a la capital salteña, se salió de su carril y luego de atravesar la platabanda ascendió al carril contrario e impactó de frente con un camión de la empresa de lácteos Cosalta. En este vehículo viajaban el conductor Edgardo Colina, de 35 años y su acompañante Martín Pacheco, de 27.
El dinero es público
No hay específicamente un instrumento confiable que muestre cuánto les cuesta a los contribuyentes los accidentes viales.
Cuánto es lo que el Estado termina cediendo del presupuesto público a las responsabilidades civiles privadas, ya que los accidentados reciben de inmediato costosos operativos de rescate y emergencia médicas, traslados, derivaciones y códigos rojos casi a diario, sin contar con algunos vuelos sanitarios. Luego, en la emergencia y en la guardia las cirugías son comunes.
Este desfase se puede medir en las otras prestaciones, donde el paciente no tiene urgencia y, al parecer, menos derecho.