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“La memoria de Güemes nos debe unir y no dividirnos”

La Comisión del Bicentenario descarta que sea posible trasladar por ley los restos del prócer para sacarlos del panteón de la Catedral que comparte con otros héroes de la Nación.
Miércoles, 27 de junio de 2018 00:00

El traslado de los restos de Martín Miguel de Güemes no puede ser dispuesto por una ley provincial, por lo cual, el proyecto de ley del diputado Tomás Salvador Rodríguez, si toma estado parlamentario, encontrará un serio escollo jurídico, además del que le plantea el rechazo generalizado que ya expresaron diversas entidades provinciales.
El coordinador general de la Comisión del Bicentenario del Gobierno de Salta, Alberto Barros, recordó ayer que el Panteón de las Glorias del Norte es un Monumento Histórico Nacional y por lo tanto, la jurisdicción es federal.
Además, Barros calificó a la iniciativa como “un proyecto trasnochado y carente de perspectiva histórica” y opinó que “no podemos avalar que se intente utilizar el pasado para dividir a los salteños y para atribuir a los próceres ideologías del presente”.

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El traslado de los restos de Martín Miguel de Güemes no puede ser dispuesto por una ley provincial, por lo cual, el proyecto de ley del diputado Tomás Salvador Rodríguez, si toma estado parlamentario, encontrará un serio escollo jurídico, además del que le plantea el rechazo generalizado que ya expresaron diversas entidades provinciales.
El coordinador general de la Comisión del Bicentenario del Gobierno de Salta, Alberto Barros, recordó ayer que el Panteón de las Glorias del Norte es un Monumento Histórico Nacional y por lo tanto, la jurisdicción es federal.
Además, Barros calificó a la iniciativa como “un proyecto trasnochado y carente de perspectiva histórica” y opinó que “no podemos avalar que se intente utilizar el pasado para dividir a los salteños y para atribuir a los próceres ideologías del presente”.

Monumento nacional

El funcionario recordó que Güemes fue trasladado desde el panteón familiar del cementerio de la Santa Cruz al atrio de la Catedral el 1919, por un decreto del interventor federal Manuel Carlés, con el acuerdo del obispo José Gregorio Romero. En esos días, el presidente de la Nación era Hipólito Yrigoyen.
Hasta entonces, en el cementerio reposaban los restos de Güemes y del general y exgobernador de Salta, Rudecindo Alvarado. En el decreto de Carlés se resuelve trasladarlos y sepultar también en el panteón al general José Álvarez de Arenales. 
Güemes, como el gran comandante y estratega de las provincias del Alto Perú, y Alvarado y Arenales, que fueron sus colaboradores y participaron, además, de la epopeya del Ejército de los Andes, junto al general San Martín, son figuras de enorme contenido simbólico.
“Si la libertad de América tuvo su origen en Buenos Aires, el baluarte de la independencia argentina fueron las provincias del Norte de la Nación, siendo su reducto principal la benemérita provincia de Salta”, dice el decreto, que llama a los próceres “valientes defensores de la libertad de la provincia de Salta, cuyos distinguidos sacrificios merecieron la gratitud de sus conciudadanos”.
En 1934, el panteón fue trasladado desde el atrio hasta la capilla del Sagrado Corazón, dentro del templo. Luego, fueron llevados allí los restos de Facundo de Zuviría, redactor de la Constitución salteña de 1821, ministro de Justo José de Urquiza y constituyente de 1853. Posteriormente, los del Soldado Desconocido de la batalla de Salta, del coronel José Antonino Fernández Cornejo y del general Eustoquio Frías. 
También están en el panteón la viuda de Güemes, Carmen Puch, que lo sobrevivió apenas un año, y la escritora emblemática y pionera del feminismo, Juana Manuela Gorriti.

El sentido de la historia
 
“Honrar el pasado no es adormecerse con lo que ya ocurrió, sino comprometerse con el presente. El anticlericalismo político no puede pretender distorsionar el pasado ni desafiar los sentimientos colectivos del presente. Esos sentimientos no se modifican por ley. Cuando era concejal, Rodríguez impulsó el cambio del nombre de la avenida Virrey Toledo, que ahora tiene un nombre que ha caído en desuso, porque la gente sigue llamándola con el que tuvo siempre. No podemos renegar de nuestra historia, porque es como renegar de nuestra propia identidad”, opinó el coordinador de la Comisión del Bicentenario. “Conocer la historia supone ubicarse en el tiempo en que esta se desarrolla. Nunca fue un objetivo de nuestros próceres la construcción de ‘una Salta laica’, como aseveran los defensores del proyecto”, añadió Barros. 
“Tampoco era anticlerical el diputado Alejandro Macluf, autor del proyecto de 1955, que ahora se invoca. El peronismo tuvo un conflicto con la Iglesia, pero coyuntural. Nunca fue un movimiento anticlerical”, opinó el funcionario.

La oleada laicista

El proyecto de ley de Rodríguez se enmarca en un contexto singular: la eliminación de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y ahora la ley de despenalización del aborto generan una coyuntura política compleja para la Iglesia Católica y también para otros credos. “Nosotros no avalamos que se utilice la memoria de Martín Güemes para profundizar grietas entre los salteños”, añadió Barros.
El debate en torno de esos dos temas, la enseñanza religiosa y el aborto, ha instalado una interpretación que asocia la violencia de género y los femicidios, que son un estigma para Salta, con las tradiciones cristianas, a las que las feministas califican de patriarcales.
Esa interpretación atribuye a esa cultura estos fenómenos de violencia social de las provincias del Norte, que es más profunda que en otras regiones del país.
“Existen problemas muy serios de los cuales los legisladores deben ocuparse. Pero ocuparse de la caída del empleo, el cierre del ingenio San Isidro, la vulnerabilidad de la educación, que se ha puesto de manifiesto en el debate sobre el aborto, por ejemplo, son cuestiones insoslayables, pero que no se resuelven con retórica ideológica y muchos menos, enfrentando a los salteños por diferencias religiosas”, respondió Barros. 
“La presencia de Güemes en el Panteón de las Glorias del Norte no es una ocurrencia ni una muestra de poderío de la Iglesia, sino el fruto de una decisión institucional, basada en tradiciones históricas, y constituye un homenaje a esas figuras ejemplares. El mismo monseñor Roberto Tavella ya pensaba, hace medio siglo, en construir el panteón en el predio donde funciona el Banco, frente a la plaza 9 de julio. No pudo ser, pero eso indica que se trata de una institución de la sociedad civil, y no de la Iglesia”.
 

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