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29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
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Gerónimo Rauch y la Sinfónica, un dúo impecable

El barítono y el cuerpo orquestal se acoplaron para ofrecer un show magnífico. 
Domingo, 03 de junio de 2018 20:03

A las 21.20 con una magnífica obertura se inició el concierto “De Broadway a Hollywood”, de Gerónimo Rauch junto a la Orquesta Sinfónica de Salta, dirigida por el maestro Gerardo Gardelín. Recibido por un aplauso cerrado venido de las 1.420 butacas llenas del Teatro Provincial (Zuviría 70), Rauch interpretó “The show must go on”, desplegando todo el caudal y potencia de que su voz es capaz. Luego, homenajeó a Ennio Morricone con “Cinema Paradiso” y “La misión” para llegar a “Music of the nigth”, del Fantasma de la Ópera, ese personaje que se debate entre el amor y la venganza, y que a Rauch lo hizo destacar sus recursos vocales y, por ello, no renunciar fácilmente a este rol tampoco en la noche salteña. “Andrew Lloyd Webber, no contento con 30 años en Brodway, decidió componer la secuela de este musical y no tuvo un amigo que le dijera: ‘No lo hagas’, por lo que escribió una historia muy mala, salvo por una canción que habla sobre la obsesión de Eric por volver a escuchar a Cristine”, prologó antes de cantar la no tan conocida “Til I hear you sing”.

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A las 21.20 con una magnífica obertura se inició el concierto “De Broadway a Hollywood”, de Gerónimo Rauch junto a la Orquesta Sinfónica de Salta, dirigida por el maestro Gerardo Gardelín. Recibido por un aplauso cerrado venido de las 1.420 butacas llenas del Teatro Provincial (Zuviría 70), Rauch interpretó “The show must go on”, desplegando todo el caudal y potencia de que su voz es capaz. Luego, homenajeó a Ennio Morricone con “Cinema Paradiso” y “La misión” para llegar a “Music of the nigth”, del Fantasma de la Ópera, ese personaje que se debate entre el amor y la venganza, y que a Rauch lo hizo destacar sus recursos vocales y, por ello, no renunciar fácilmente a este rol tampoco en la noche salteña. “Andrew Lloyd Webber, no contento con 30 años en Brodway, decidió componer la secuela de este musical y no tuvo un amigo que le dijera: ‘No lo hagas’, por lo que escribió una historia muy mala, salvo por una canción que habla sobre la obsesión de Eric por volver a escuchar a Cristine”, prologó antes de cantar la no tan conocida “Til I hear you sing”.

El recital continuó ecléctico con pases evidentemente pensados para el gran público y que lo dotaron de un tono intimista. Rauch transitó de las cuerdas agudas a graves cómodamente con una calidad interpretativa maleable, que incluso resultó adecuada y sonó moderna en temas como “Yo vengo a ofrecer mi corazón” o “Contigo a la distancia”.

En todo momento destacó la participación de la Orquesta Sinfónica en su show: “Si yo me doy la vuelta a cada rato es porque todavía no puedo creer que me estén acompañando estos grandes músicos”. Y también otorgó merecidos elogios a sus invitados locales, José García Alcazar, con el que cantó “Alfonsina y el mar”, y Cecilia de Singlau, quien lo acompañó en “Persiana americana”. Ambos, magníficos duetos.

La presentación del denominado en el programa como “bloque mujeres” no estuvo exenta de humor.

“¿Acá en Argentina nos seguimos psicoanalizando tanto? Porque yo quiero confesarles un deseo enorme: yo siempre quise ser mujer ¡Me creyeron un poco! ¡No! ¡Era un chiste!”, bromeó antes de ofrecer grandes temas que demandan para su lucimiento voces femeninas de amplio registro como “Over the rainbow”, de El Mago de Oz, “Big spender”, de Sweet Charity, y “All the jazz”, de Chicago. El clima más emotivo del recital se instaló cuando interpretó “Sálvalo”, de Los Miserables. “No soy un tipo de rezar mucho, pero sí rezo cantando. Cuando me eligieron en Madrid para el personaje de Jean Valjean no era padre y Valjean estaba dispuesto a dar su vida por su hija. A mí me costaba mucho interpretarla hasta que alguien de mi familia se enfermó y todas las noches le dediqué esa canción a esa persona, que está muy sana gracias a Dios, y me di cuenta del poder de la palabra cantada. Si tienen a alguien que está pasando por un mal momento, me gustaría que pensaran en él y le dediquemos esta canción”, propuso y al finalizar muchos de los asistentes se espantaban lágrimas del rostro. En una entrevista concedida a este medio Rauch contó que “la graduación” le había devenido de su carrera solista y que sentía que con este regreso “ya no soy un desaparecido del escenario, que se fue con las manos vacías”. El sábado pasado por la noche el público lo disfrutó por entero y constató por qué a este ex-Mambrú se lo disputan los grandes escenarios del mundo. La expectativa quedará intacta hasta octubre, cuando prometió volver por el lanzamiento de su segundo disco.

 

 

 

 

 

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