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¿Capitalismo en Corea del Norte?

Miércoles, 18 de julio de 2018 00:00

El diálogo entre el mandatario norteamericano Donald Trump y su colega norcoreano, Kim Jong-un, abrió una caja de Pandora en la península coreana, que incluye la posibilidad de una apertura económica del régimen de Pyonyang, propiciada simultáneamente por China, Estados Unidos y Corea del Sur.

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El diálogo entre el mandatario norteamericano Donald Trump y su colega norcoreano, Kim Jong-un, abrió una caja de Pandora en la península coreana, que incluye la posibilidad de una apertura económica del régimen de Pyonyang, propiciada simultáneamente por China, Estados Unidos y Corea del Sur.

John Bolton, consejero de seguridad nacional de Trump, puso las cartas sobre la mesa: "Estados Unidos prestaría ayuda económica e inversión inmediata a Corea del Norte si se desnucleariza".

Kim Yong Cho, principal asesor económico del líder norcoreano, respondió: "Nos vendría muy bien que Estados Unidos nos ayudara a desarrollar el turismo y el mercado inmobiliario, a cambio de la desnuclearización". Los norcoreanos manifestaron su interés en la instalación de Mc Donald's y la construcción de una Torre Trump, emblema del edificio rascacielos estadounidense, en la capital del país.

Corea del Norte es uno de los países más pobres del planeta. Sin embargo, hay inversores norteamericanos que visualizan un mundo de oportunidades. La razón se encuentra en la abundancia de minerales inexplorados, entre ellos yacimientos de zinc, magnesio, oro, cobre, bronce y hierro diseminados por todo el país. Según la OPEP, el país tiene también intacta lo que constituye la sexta reserva mundial de petróleo crudo. La tecnología de información satelital permitió a los estadounidenses identificar con precisión cada una de las minas y yacimientos, así como su potencialidad, algo que los norcoreanos ignoran.

El secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin, calculó que Estados Unidos podría invertir 1.000 millones de dólares. El mandatario chino, Xi Jin Ping, no se quedó atrás: "podemos invertir en fábricas en Corea del Norte 1.500 millones de dólares". Para dimensionar la importancia de esa cifra, vale decir que en 2017 la totalidad de la inversión extranjera directa en Corea del Norte ascendió a 97 millones de dólares. China, como Corea del Sur, quiere invertir en plantas industriales porque la mano de obra norcoreana es muchísimo más barata que la china.

El sendero chino

Estas perspectivas ilustran los pronósticos acerca de que Kim Jong-un podría seguir la senda aperturista de China y Vietnam. Sigilosamente, Corea del Norte empezó a recorrer ese camino.

Ya en 2015, Philippe Pons, un periodista francés de "Le Monde Diplomatique", en un documentado libro titulado "Corée du Nord. Un Etat-guérilla en mutation", señalaba que "Corea del Norte está evolucionando hacia una economía híbrida. La frontera entre el sector público y la iniciativa privada es cada vez más borrosa y genera profundos cambios sociales".

La ignorancia de los norcoreanos sobre lo que sucede en el mundo tiene su correlato en la falta de información fidedigna sobre la realidad del Corea del Norte, suplida a veces con ejercicios de imaginación casi surrealistas. El ejemplo más delirante fue el macabro invento de un humorista chino, convertido en noticia cierta por la prensa occidental en 2014, de que Jang Song-thaek, tío de Kim Jong-un y una figura clave del régimen, había sido "devorado por una jauría de perros hambrientos", como condena por sus presuntos actos de traición.

Aventureros y capitalistas

El "Jangmadang", versión norcoreana de la economía en negro tolerada por las autoridades, es la clave oculta de la supervivencia del régimen comunista. En 2016, Rip Curl, una marca de equipamiento atlético de origen australiano, se vio obligada a reconocer que 4.000 de sus chaquetas, que llevaban el estampado de "made in China", habían sido elaboradas en Corea del Norte. Esta confesión blanqueó lo que era un secreto a voces: Corea del Norte es el fabricante clandestino de productos encargados por empresarios chinos que aprovechan sus bajísimos costos salariales para desviar partes de los pedidos de sus contratistas occidentales. En China, el salario mínimo es de 270 dólares mensuales, en Corea del Norte de 75 dólares.

Un osado grupo de empresarios occidentales asumió el riesgo de esas operaciones. Félix Abt, un hombre de negocios nacido en Suiza que vivió en Pyonyang entre 2002 y 2009 y representa oficialmente a algunas empresas trasnacionales en Corea del Norte, alienta públicamente esas transacciones. Abt, quien reside en Vietnam, es autor del libro "Un capitalista en Corea del Norte". Señala que el encarecimiento de los salarios en China "han convertido a Corea del Norte en un destino excelente para la subcontratación". Acota también que los trabajadores norcoreanos "trabajan generalmente más duro que la mano de obra de otros sitios". Destaca abiertamente que una de las mayores ventajas es que "en tanto y en cuanto menos del 50% de tu producción sea producido en Corea del Norte todavía se puede suscribir que ha sido fabricado en otro país, como China". Este subterfugio es conocido como "China Plus One".

Pero Abt no es el único.

Paul Tija, un consultor holandés que suministra servicios de deslocalización de empresas internacionales, enfatiza a sus clientes las virtudes informáticas de Corea del Norte, entre las que enumera la producción de software de reconocimiento de huellas dactilares, de matriculación de vehículos y de reconocimiento de voz e identificación facial.

Jim Rogers, un “inversor temerario” que junto a George Soros fundó Quantum Fund en la década del 70, proclamó que, si pudiera, invertiría todos sus activos en Corea del Norte.

Mikel Vivanko, delegado oficial de la Asociación de Amistad con Corea en España, aclara que “la República Popular Democrática de Corea no hace públicos sus datos económicos por razones de seguridad”. Puntualiza que el país está abierto a la inversión extranjera “pero únicamente en determinados sectores económicos y exclusivamente en las zonas económicas especiales”, particularmente a través de empresas mixtas. Proclama que “cualquier entidad interesada en la inversión y el comercio con Corea del Norte debe ponerse en contacto con el Centro Internacional Coreano de Comercio”.

El espejo del vecino exitoso

Más allá de la brújula ideológica de Beijing o Hanoi, Corea del Norte tiene un ejemplo más cercano de desarrollo exitoso: Corea del Sur, uno de los “pequeños tigres asiáticos”, que en la década del 50 tenía un ingreso por habitante equivalente al de Ghana, alcanza hoy la cifra de 30.000 dólares, similar a España. Pero su estrategia no imitó al modelo occidental, sino que se basó en una fuerte intervención estatal y en un régimen de “mano dura” encabezado por Park Chung-hee, quien tomó el poder con un golpe militar en 1963 y gobernó durante dieciséis años. Es probable que para Kim Jong-un, hijo y nieto de autócratas, la inspiración de sus compatriotas del sur sea más atractiva que las recomendaciones de sus camaradas de Beijing para instarlo a incorporar a Corea del Norte como el último eslabón de la cadena asiática de la prosperidad.
 

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