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El negocio de la hipocresía

Miércoles, 18 de julio de 2018 21:54

El nuevo invento de la AFA de Claudio “Chiqui” Tapia llamado “Superliga 2.0” pone en evidencia la permanente búsqueda de amigos poderosos, quizá para que no se termine de despedazar una entidad con casi nula credibilidad.
Las decisiones erróneas y otro Mundial para el olvido, que solo dejó el saldo positivo que “muchos” no volverán, puso al borde del nocaut a un Tapia que pretende ser el “Grondona II” del fútbol argentino y que solo le importa los clubes convocantes, y si son cercanos a la metrópoli, mejor.
Pero casi la totalidad de los equipos del interior sigue esperando un salvavidas para tratar de sobrevivir a varios años de crisis, desmanejo institucional y desventajas deportivas.
Mientras los grandes son beneficiados hasta con los eventos culturales para programar un partido de la “nueva” Superliga, los del interior esperan que la Asociación del Fútbol Argentino, las ligas y los gobiernos provinciales los ayuden en los gastos básicos de las entidades deportivas.
Muy pocos tratan de mirar hacia adentro y otros prefieren la ventaja de los negocios fáciles que brinda el oportunismo futbolero. Pero hay que tener cuidado, porque muchos dirigentes están sostenidos por los clubes chicos del interior del país. Si mueren, será otra historia que a nadie le importará.

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El nuevo invento de la AFA de Claudio “Chiqui” Tapia llamado “Superliga 2.0” pone en evidencia la permanente búsqueda de amigos poderosos, quizá para que no se termine de despedazar una entidad con casi nula credibilidad.
Las decisiones erróneas y otro Mundial para el olvido, que solo dejó el saldo positivo que “muchos” no volverán, puso al borde del nocaut a un Tapia que pretende ser el “Grondona II” del fútbol argentino y que solo le importa los clubes convocantes, y si son cercanos a la metrópoli, mejor.
Pero casi la totalidad de los equipos del interior sigue esperando un salvavidas para tratar de sobrevivir a varios años de crisis, desmanejo institucional y desventajas deportivas.
Mientras los grandes son beneficiados hasta con los eventos culturales para programar un partido de la “nueva” Superliga, los del interior esperan que la Asociación del Fútbol Argentino, las ligas y los gobiernos provinciales los ayuden en los gastos básicos de las entidades deportivas.
Muy pocos tratan de mirar hacia adentro y otros prefieren la ventaja de los negocios fáciles que brinda el oportunismo futbolero. Pero hay que tener cuidado, porque muchos dirigentes están sostenidos por los clubes chicos del interior del país. Si mueren, será otra historia que a nadie le importará.

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