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29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
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Infernales le puso libertad a sus ganas de jugar al rugby

El equipo de internos del penal de Villa Las Rosas enfrentó ayer al Jockey en el Martearena. Es la segunda vez en 10 años en el país que los privados de libertad juegan fuera del contexto de encierro.
Martes, 24 de julio de 2018 21:24
Foto: Andrés Mansilla

Delinquieron, están pagando sus condenas y buscan una segunda oportunidad. Y para esa nueva chance se aferraron a una pelota de rugby, a sus reglas y a ponerle ganas a cada entrenamiento para cumplir el propósito de jugar su primer partido fuera de la Unidad Carcelaria de Villa Las Rosas. 
Infernales, el equipo de internos del penal capitalino, enfrentaron ayer a la preintermedia del Jockey Club en el Martearena, lejos de los muros que distinguen a la cárcel y a la que debieron volver tras el tercer tiempo, pero con la experiencia encima de 80 minutos inéditos. 

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Delinquieron, están pagando sus condenas y buscan una segunda oportunidad. Y para esa nueva chance se aferraron a una pelota de rugby, a sus reglas y a ponerle ganas a cada entrenamiento para cumplir el propósito de jugar su primer partido fuera de la Unidad Carcelaria de Villa Las Rosas. 
Infernales, el equipo de internos del penal capitalino, enfrentaron ayer a la preintermedia del Jockey Club en el Martearena, lejos de los muros que distinguen a la cárcel y a la que debieron volver tras el tercer tiempo, pero con la experiencia encima de 80 minutos inéditos. 


El resultado es anecdótico. El Jockey marcó siete tries y los infernales anotaron dos, que se festejaron como si fuese la final del mundo. Así lo celebraron los familiares de los internos en las tribunas del estadio y hasta los agentes de la División de Bienestar y referentes del Jockey reconocieron el esfuerzo con aplausos.
El grupo llegó al estadio bajo una fuerte custodia que involucró a casi cien efectivos de diferentes fuerzas de seguridad. Se vigilaron todos sus pasos hasta el ingreso al campo de juego y con la pelota en juego tuvieron la libertad para moverse por toda la cancha. Por momentos hubo cierto desorden lógico por los nervios de la ocasión, pero con el transcurso de los minutos los internos fueron afianzando su juego hasta poner la guinda cerca del ingoal del Jockey. 

Foto: Andrés Mansilla. 
Los internos comenzaron a practicar rugby hace tres años formando parte de un proyecto nacional que desarrolla la Fundación Espartanos en penales de todo el país. En Salta la batuta la tomó Raymundo Sosa (h) junto a Matías Martinis, Marcelo Córdova, Renzo Burgos, entre otros. Primero tuvieron que quebrar la barrera del desconocimiento de las reglas básicas del rugby y tras tres temporadas formaron un equipo que ya se enfrentó a Universitario, Gimnasia, Tigres, Católica, Vallistos y ayer se sumó el Jockey. 
“Yo empecé a practicar rugby ahí en el penal. No te puedo describir con palabras la emoción que uno siente acá. Yo tenía mis dudas cuando me dijeron que podía hacer rugby porque era mucho golpe, contacto y esfuerzo físico. Pero después fui viendo las prácticas, llevando las pelotas, los conos y me animé a practicarlo. Gracias al trabajo de la División de Bienestar hoy estoy acá formando parte de este partido”, señaló uno de los 25 internos que jugaron ayer en el Padre Martearena.


“Realmente el cambio de actitud de cada interno que se va sumando a la práctica es visible, modifican su forma de expresarse, hasta su manera de caminar, su desempeño, suben en el concepto de buena conducta para que el día de mañana puedan recibir algún beneficio”, agregó. 
Otro de los observadores del encuentro fue Pablo Gloggler, uno de los doce fundadores de Espartanos y actual director ejecutivo. “Los Infernales están dejando la vara muy alta. Una sola vez en diez años pudimos salir a jugar en un estadio que fue el Único de La Plata como previa de Los Pumas contra los All Blacks. Para los chicos, que esta sea su primera salida en este estadio y frente al Jockey es realmente espectacular. Lo que más nos gusta de todo esto es que en este camino de cambiar hacen parte a su familia. Están haciendo algo muy bueno por ellos y sus familias”, señaló Gloggler a El Tribuno.
Los 25 internos, de 60 que practican la disciplina, vivieron una experiencia única en un escenario libre de rejas y muros. Luego volvieron a su contexto habitual de encierro, de horarios que cumplir y de condenas que cumplir. Pero con la posibilidad de utilizar lo vivido ayer con un buen propósito podrían reencausar su conducta para decidir mejor cuando recuperen su libertad.
 

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