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Micki Villalva: “Tengo una buena comunión con la gente”

Con nuevo disco, llega este cantante folclórico que cuenta con una humildad que solo tienen los grandes del género popular
Miércoles, 25 de julio de 2018 13:43

“Soy un hombre sencillo y me hace muy feliz el cariño del público, al que le doy todo lo que tengo y lo que me costó tanto sacrificio aprender en los escenarios”, dijo el folclorista Micki Villalva, quien acaba de editar su nuevo material discográfico. El salteño no solo se encargó de comentar sobre su nueva placa sino también de sus inicios musicales. “Nací en la localidad de El Galpón, cuando concurría al jardín de infantes en la escuela Magdalena Güemes de Tejada, mi mamá me sacó una foto con una guitarra prestada, sin imaginar jamás que saldría guitarrero y compositor. Cuando nos vinimos a Salta capital, yo estaba cursando el cuarto grado; a los dieciséis años agarré una guitarra de un primo y saqué un punteo yo solo, sin que nadie me enseñara. Luego empecé a juntarme con algunos changos en el barrio, que me enseñaron unos acordes y algunos rasguidos. Aprendí rápido y en el colegio del barrio me pusieron en un conjunto para un concurso escolar y ganamos el primer premio, recuerdo que yo hacía la segunda voz”, resaltó Villalva.
Su vida dio un giro y se empezó a vislumbrar nuevos horizontes. “Después me fui a la Armada y de vez en cuando me juntaba con los porteños a cantar rock nacional, temas de León Gieco, Sui Géneris, Roque Narvaja, etc. Ya a los 21 años, cuando volví de la Armada, fui sacando algunos temas folclóricos de Horacio Guarany, Hernán Figueroa Reyes, Daniel Toro, entre otros. Un día me junté con unos amigos: Pío Uriburu y José Luis Martínez y armamos unos diez temas para ir a tocar a las peñas. También me inscribí para perfeccionar mi canto en los talleres Jaime Dávalos, donde tuve dos grandes maestros: Daniel Toro y mi adorada Melania Pérez. Por razones personales me alejé por más de una década, solo cantaba en la iglesia San José, del padre Lally”, agregó. Pero el día menos pensado llegó una buena oportunidad de insertarse en el circuito. “Me hablaron Los Pregoneros, con quienes recorrí todo el país, hasta que nuevamente decidí dejar de lado esta profesión. Con el impulso de mi esposa regresé al ruedo como solista, mi primer disco fue El ángel del cantor, el que no tuvo mucha repercusión por falta de difusión y también de recursos económicos. En el 2014 edité la segunda placa: A escondidas, donde incluí un tema mío “Soldadito de Malvinas”; también realicé un recital en la Casa de la Cultura y tuve que parar por falta de recursos. Recién en el 2016 grabé el tercero: La voz del trovador, que tuvo muy buena aceptación y laburé en varios festivales. Además, incursioné con el grupo Las Voces del Milagro, pero ellos tuvieron problemas familiares y seguí cantando solo. Actualmente grabé el cuarto disco: El último escalón, que hasta ahora me está dando buenos frutos porque tengo mucha gente que me sigue en internet. En este disco, a pesar de las piedras en el camino, colaboraron el ratón Daniel Ríos (primera guitarra), Mauro Bravo (bandoneón), y yo grabé el bombo, el bajo y el teclado. Mi objetivo es llegar a los grandes escenarios del país, como Cosquín y poder difundir mi material”, dice.

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“Soy un hombre sencillo y me hace muy feliz el cariño del público, al que le doy todo lo que tengo y lo que me costó tanto sacrificio aprender en los escenarios”, dijo el folclorista Micki Villalva, quien acaba de editar su nuevo material discográfico. El salteño no solo se encargó de comentar sobre su nueva placa sino también de sus inicios musicales. “Nací en la localidad de El Galpón, cuando concurría al jardín de infantes en la escuela Magdalena Güemes de Tejada, mi mamá me sacó una foto con una guitarra prestada, sin imaginar jamás que saldría guitarrero y compositor. Cuando nos vinimos a Salta capital, yo estaba cursando el cuarto grado; a los dieciséis años agarré una guitarra de un primo y saqué un punteo yo solo, sin que nadie me enseñara. Luego empecé a juntarme con algunos changos en el barrio, que me enseñaron unos acordes y algunos rasguidos. Aprendí rápido y en el colegio del barrio me pusieron en un conjunto para un concurso escolar y ganamos el primer premio, recuerdo que yo hacía la segunda voz”, resaltó Villalva.
Su vida dio un giro y se empezó a vislumbrar nuevos horizontes. “Después me fui a la Armada y de vez en cuando me juntaba con los porteños a cantar rock nacional, temas de León Gieco, Sui Géneris, Roque Narvaja, etc. Ya a los 21 años, cuando volví de la Armada, fui sacando algunos temas folclóricos de Horacio Guarany, Hernán Figueroa Reyes, Daniel Toro, entre otros. Un día me junté con unos amigos: Pío Uriburu y José Luis Martínez y armamos unos diez temas para ir a tocar a las peñas. También me inscribí para perfeccionar mi canto en los talleres Jaime Dávalos, donde tuve dos grandes maestros: Daniel Toro y mi adorada Melania Pérez. Por razones personales me alejé por más de una década, solo cantaba en la iglesia San José, del padre Lally”, agregó. Pero el día menos pensado llegó una buena oportunidad de insertarse en el circuito. “Me hablaron Los Pregoneros, con quienes recorrí todo el país, hasta que nuevamente decidí dejar de lado esta profesión. Con el impulso de mi esposa regresé al ruedo como solista, mi primer disco fue El ángel del cantor, el que no tuvo mucha repercusión por falta de difusión y también de recursos económicos. En el 2014 edité la segunda placa: A escondidas, donde incluí un tema mío “Soldadito de Malvinas”; también realicé un recital en la Casa de la Cultura y tuve que parar por falta de recursos. Recién en el 2016 grabé el tercero: La voz del trovador, que tuvo muy buena aceptación y laburé en varios festivales. Además, incursioné con el grupo Las Voces del Milagro, pero ellos tuvieron problemas familiares y seguí cantando solo. Actualmente grabé el cuarto disco: El último escalón, que hasta ahora me está dando buenos frutos porque tengo mucha gente que me sigue en internet. En este disco, a pesar de las piedras en el camino, colaboraron el ratón Daniel Ríos (primera guitarra), Mauro Bravo (bandoneón), y yo grabé el bombo, el bajo y el teclado. Mi objetivo es llegar a los grandes escenarios del país, como Cosquín y poder difundir mi material”, dice.

 

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