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Iglesias: “No quiero ser un jugador que ande dando vueltas en el fútbol salteño”

El jugador que defendió la camiseta de Central Norte frente a River Plate cuenta su historia. Conócela. 
Sabado, 28 de julio de 2018 21:53

Matías Iglesias tiene apenas 21 años y un amplio recorrido: se inició en la escuelita del Turco Apaza en Castañares, hizo inferiores en Juventud y en Central Norte, hasta recalar en Boca, en Lanús y el Pachuca de México. Es hincha de Boca, hijo de padres laburantes y dice que se arrepiente de no haber podido aprovechar su chance en el Inter de Porto Alegre por culpa de “su inmadurez”. Conocé la historia del 5 que se mostró con la camiseta del cuervo en el partido de Copa Argentina con River y que quiere jugar un Federal A y hacerse conocer en el fútbol de Salta, pero sin pasar desapercibido. 

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Matías Iglesias tiene apenas 21 años y un amplio recorrido: se inició en la escuelita del Turco Apaza en Castañares, hizo inferiores en Juventud y en Central Norte, hasta recalar en Boca, en Lanús y el Pachuca de México. Es hincha de Boca, hijo de padres laburantes y dice que se arrepiente de no haber podido aprovechar su chance en el Inter de Porto Alegre por culpa de “su inmadurez”. Conocé la historia del 5 que se mostró con la camiseta del cuervo en el partido de Copa Argentina con River y que quiere jugar un Federal A y hacerse conocer en el fútbol de Salta, pero sin pasar desapercibido. 

Para el que no te conoce, contále quién es Matías Iglesias...
Me fui de muy chico de Salta. Tengo 21 años. De pequeño comencé con el Turco Apaza (hoy DT de Central Norte) en una escuelita de fútbol de Castañares que se llamaba “Carasucias”, de donde también salió Fausto Apaza. Hugo Morales también fue técnico en ese equipo. Como después ellos pasaron a ser técnicos de inferiores de Central me llevaron, pese a que yo era mucho más chico, tenía que haber sido categoría 95 para tener edad de inferiores y era 97. Pero siempre de chico me pedían de Gimnasia y de Juventud para jugar con ellos en los viajes que hacían a Santa Fe. En un viaje de esos me pidió Juventud, me gustó y me quedé, aparte tenía gente conocida. En octava arranqué en Juventud. Y de ahí me fui a Boca, a los 14 años. Ahí hice séptima división, estuve un año y tuve muchas lesiones. Quedé libre a fin de año y de ahí pasé a Lanús, donde, desde que llegué me fue muy bien, tuve dos años muy buenos. Hice sexta y quinta en Lanús y de ahí me llevaron al Pachuca de México porque me surgió la posibilidad, donde estuve casi dos años. Arranqué en la reserva a los 18 años. Prioricé irme y resignar las vacaciones que me daban en Lanús. 

¿Y para el que no te vio jugar?
Soy 5, pero últimamente también jugué por derecha e izquierda. Me defino como un volante mixto, muy agresivo a la hora de recuperar la pelota, pero con buen juego de pies.

Hablame sobre tu primera experiencia internacional...
Estuve 15 días de prueba y quedé. Tuve una excelente primera temporada, la mejor, llegué a entrenar con el primer equipo. En la segunda temporada me fracturé el quinto metatarsiano y en la tercera me dieron la opción de irme al León de México o de quedarme en el sub 20 del Pachuca. Ahí fui el capitán del equipo, pero tuve altibajos, tenía novia, lo que no sé si habrá influido. Además, no me llevaba bien con el preparador físico, a quien no le gustó que el capitán sea extranjero. Me llegó a matar en los tests físicos. Tuve una pelea con él, me apartaron del plantel y me castigaron, reconozco que no supe manejarme, un poco por la cabeza tonta que tenía, de lo cual hoy aprendí. Y decidieron rescindirme el contrato. 

¿Y de ahí qué fue de tu vida?
Recalé directamente al plantel de Aldosivi de Mar del Plata a entrenar con la reserva, el año pasado. Comencé la pretemporada con el plantel de Primera y estuve a punto de arreglar, pero mi representante no estuvo conforme con mi contrato, cuando yo lo que más quería era jugar. De ahí me llevó a Atlético Tucumán, donde no me cumplieron nada de lo que me habían propuesto, hasta que al final me dijeron que no me iban a tener en cuenta. Sentí una frustración, que me quedaba con las manos totalmente vacías. Luego, a comienzos de año, surgió una oportunidad para irme al Inter de Porto Alegre. Y sinceramente hubo situaciones que me sacaron de eje, en ese tiempo yo seguía con la mente de un pibe boludo, me fui mal a Brasil porque cortaba la relación con mi novia sin darme cuenta que aquella posibilidad pudo haber sido única. Fui mal físicamente, no me preparé bien. Pero desde enero a esta parte cambió muchísimo mi cabeza. Fui a Brasil y me fue mal, entrené 4 días y me cargué de todo, me contracturé, pasé más en kinesiología que entrenando. Estuve casi un mes. Ni siquiera pude mostrarme de todo el tiempo que estuve lesionado.

Y en medio de todo eso apareció de Central Norte...
Sí. El año pasado, en el tiempo que quedé parado, el que era mi representante pidió en Central que me entrene con el plantel que luego casi ascendió al Federal A, pero no era lo mismo. Cuando volví de Brasil, en febrero, otra vez quedé sin nada. Y ahí tuve que tomar otras decisiones y cambiar, madurar, dejar de priorizar cosas por encima del fútbol. Y así me integré al plantel de Central, sabía que teníamos este partido contra River. Sabíamos que había muchas chances de que pase lo que pasó. Tal vez no esperábamos ese 7 a 0. Aposté a prepararme bien para ese partido y dar lo mejor de mí, porque sabía que era una vidriera. Pero la experiencia de concentrar y viajar fue única. Nunca dejan de sorprenderte algunas cosas al jugar contra River. Fue algo único que me tocó vivir a mí y a mis compañeros.

Mencionaste que tuviste que hacer un cambio, ¿Qué es de lo que más te arrepentiste?
En México había llegado muy bien, me tenían en cuenta y comencé a hacer cosas malas, de eso sí me arrepiento, como también de haber perdido esa chance en Brasil. Me daban otra oportunidad y yo seguía con una mentalidad que no me llevaba a nada, debía tomarme todo más seriamente. 

¿Cómo fue dar ese paso, de Carasucias, las inferiores en Central Norte y Juventud, a Boca?
El cambio fue enorme. Yo en Boca comencé a tener en cuenta muchas cosas. Acá era venir, entrenar, comer lo que sea. Allá desde chico te complementan con vitaminas, proteínas, cambia totalmente todo, desde tener un espacio seguro para entrenar todos los días o un gimnasio. Es otra realidad. Fue cumplir mi primer sueño de chico. Allá solo estás para entrenar y jugar al fútbol. Todo es pensado para el jugador. desayuno, horarios para entrenar, para almorzar. Una dieta estricta, nutricionista, psicólogo. Se prioriza el descanso. 

¿Y la adaptación en otro país? ¿Te miran diferente si sos extranjero y juvenil?
Me recibieron muy bien, pero la adaptación no fue fácil. La primera semana me enfermé del estómago por la comida, que generalmente tiene mucho picante. Un fin de semana me quedé llorando del dolor. El primer mes es difícil, porque llegás a un lugar donde no conocés a nadie, después con el trabajo, con el doble turno, y con las amistades que vas haciendo todo se hace más llevadero. Pero es cuestión de tiempo. 

¿Por qué crees que al jugador salteño le cuesta tanto explotar en otro lado, más allá de sus condiciones?
Son varias cosas. Acá nuestra mente es muy distinta a la de los chicos de Buenos Aires, el salteño de por sí es más conformista. Y el jugador de Buenos Aires está mejor preparado. Muchas veces de chico escuché decir a compañeros míos: ‘para qué nos vamos a esforzar, si después los dirigentes traen todos jugadores de afuera y para jugar un Federal A o B’. Eso también es conformismo. Influye el hecho que la motivación no es la misma, pero no lo es todo. Más allá de la motivación y las ganas, acá los clubes están muy lejos en cuanto a la preparación, en eso los salteños estamos muy lejos. Hay aspectos básicos con la pelota que acá no se trabajan. En eso tiene mucho que ver la parte dirigencial. En Salta se pretende que un jugador a los 20 años llegue preparado para ser competitivo y se le exige, pero la preparación de base está muy lejos de ser lo ideal. Además, se invierte demasiado en refuerzos de afuera y las promesas del fútbol de Salta no tienen donde entrenar. No pasa por la genética del jugador del norte, porque sino mirá a Atlético Tucumán. Pasa por la preparación y el trabajo.

¿Sufrís este presente?
Sí. No me explico cómo no tenemos un club en B Nacional. Pero como te digo, creo que parte de las dirigencias. Me gustaría que un equipo de Salta ascienda y nos empiecen a ver de otra manera. 

¿Cómo ves tu futuro después del partido con River?
No tengo nada claro. Mi idea es jugar en un equipo de Federal A. Ya no quiero estar más parado. Acá mucha gente no me conoce y quiero jugar un Federal A. Tengo muchas metas por cumplir y muchos sueños. Quiero mostrarme y hacerme conocer en Salta. No quiero ser un jugador que ande dando vueltas por el fútbol salteño, aspiro a más. Mi objetivo a corto plazo es no quedarme parado, tener una chance en Salta. Estoy abierto a propuestas. Yo quedé sin representante y el pase está en mi poder. 

¿Cuál es tu meta en el fútbol y tu máximo sueño? 
Mi meta es jugar en la primera del fútbol argentino, sé que tengo condiciones y que soy jóven. Y un sueño, el de todo jugador, jugar en su Selección argentina y jugar un Mundial. A cualquiera que le preguntes te va a decir lo mismo.

¿Qué mensaje le dejás a los chicos que arrancan?
Les digo a los chicos que no dejen de soñar y de jugar a la pelota, más en estos tiempos donde la calle está fea. Hay que creérsela en el buen sentido, sentir que sí se puede y que nada viene gratis, es cuestión de voluntad y ayudar a que se de. Si quieren crecer en el fútbol, que no dejen de luchar por lo que quieren. Yo también soy chico y voy a seguir luchando.
 

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