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Fiesta de la Pachamama: La mutación del 1º de agosto 

Aunque muchos creen que el origen de la recordación del 1 de agosto es andino, la verdad es que tiene su origen en la Biblia y, por ende, llegó hasta estas tierras de la mano de los españoles.  
Miércoles, 01 de agosto de 2018 12:21

Aunque muchos creen que el origen de la recordación del 1 de agosto es andino, la verdad es que tiene su origen en la Biblia y, por ende, llegó hasta estas tierras de la mano de los españoles. 
Para el investigador y folclorólogo Juan Alfonso Carrizo, la costumbre de sahumar y ahumar las casas se originó a mitad del siglo XIX, en Bolivia, cuando en la ciudad de La Paz se comenzó a editar almanaques donde se resaltaban los 32 días nefastos del año. 
En esas jordanas no se debía comprar, ni vender, ni hacer tratos de ninguna naturaleza. Pero de esos 32 días nefastos estaban los tres peores: el 15 de marzo, el 1º de agosto y el 18 de agosto, además de los cuatro lunes más peligrosos.
Por alguna razón desconocida, los campesinos de Bolivia olvidaron la mayoría de los días y quedó solo el 1º de agosto que, según La Biblia, es el natalicio de Caín, hijo de Adan y Eva y matador de su hermano Abel. 
De los cuatro lunes terribles solo quedaron dos en la memoria colectiva: el primer lunes de septiembre, natalicio de Judas Iscariote, el que vendió a Jesús por unas monedas; y el cuarto lunes de octubre, natalicio de Herodes, el que mandó a matar en Judea a los Santos Inocentes, orden que se ejecutó el 28 de diciembre.
Con el paso del tiempo, solo quedó en la memoria campesina de Bolivia, el 1º de agosto y de allí, según el investigador Reyes Gajardo, se extendió a todas las regiones andinas entre ellas, Salta. 
Hasta los años 80 del siglo pasado, para el 1º de agosto la mujer salteña, preferentemente del Valle de Lerma, acostumbraba quemar la basura que muy temprano juntaba luego de una limpieza a fondo de su casa y el patio. Esta costumbre era realizada generalmente por las mujeres aunque muchas veces los hombres también colaboraban. Algunas, no todas, solían ahumar su casa portando en una pala parte del fuego que hacían en el patio o en la vereda. Y mientras recorrían la casa pedían en voz baja que se alejen las pestes, las enfermedades y los malos espíritus. 
Fue a fines de los años 80 cuando para el 1º de agosto comenzó a introducirse en el Valle de Lerma, el culto a la Pachamama, que hasta entonces era patrimonio casi exclusivo de los pueblos andinos. Las crónicas de hace 50 años solo hablan de los humitos. Justamente, en El Tribuno del 1º de agosto de 1968, un párrafo de una nota alusiva dice: “Hoy, las viejas salteñas renovarán antiguos sahumerios y ahumarán la casa, no bien amanezca”. Nada decía de la Pachamama.
En la actualidad, la fecha está más ligada al culto de la Pachamama, que a ahuyentar pestes, enfermedades y malos espíritus. Seguramente que las corrientes migratorias de los últimos años tienen que ver con este cambio. 
 

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Aunque muchos creen que el origen de la recordación del 1 de agosto es andino, la verdad es que tiene su origen en la Biblia y, por ende, llegó hasta estas tierras de la mano de los españoles. 
Para el investigador y folclorólogo Juan Alfonso Carrizo, la costumbre de sahumar y ahumar las casas se originó a mitad del siglo XIX, en Bolivia, cuando en la ciudad de La Paz se comenzó a editar almanaques donde se resaltaban los 32 días nefastos del año. 
En esas jordanas no se debía comprar, ni vender, ni hacer tratos de ninguna naturaleza. Pero de esos 32 días nefastos estaban los tres peores: el 15 de marzo, el 1º de agosto y el 18 de agosto, además de los cuatro lunes más peligrosos.
Por alguna razón desconocida, los campesinos de Bolivia olvidaron la mayoría de los días y quedó solo el 1º de agosto que, según La Biblia, es el natalicio de Caín, hijo de Adan y Eva y matador de su hermano Abel. 
De los cuatro lunes terribles solo quedaron dos en la memoria colectiva: el primer lunes de septiembre, natalicio de Judas Iscariote, el que vendió a Jesús por unas monedas; y el cuarto lunes de octubre, natalicio de Herodes, el que mandó a matar en Judea a los Santos Inocentes, orden que se ejecutó el 28 de diciembre.
Con el paso del tiempo, solo quedó en la memoria campesina de Bolivia, el 1º de agosto y de allí, según el investigador Reyes Gajardo, se extendió a todas las regiones andinas entre ellas, Salta. 
Hasta los años 80 del siglo pasado, para el 1º de agosto la mujer salteña, preferentemente del Valle de Lerma, acostumbraba quemar la basura que muy temprano juntaba luego de una limpieza a fondo de su casa y el patio. Esta costumbre era realizada generalmente por las mujeres aunque muchas veces los hombres también colaboraban. Algunas, no todas, solían ahumar su casa portando en una pala parte del fuego que hacían en el patio o en la vereda. Y mientras recorrían la casa pedían en voz baja que se alejen las pestes, las enfermedades y los malos espíritus. 
Fue a fines de los años 80 cuando para el 1º de agosto comenzó a introducirse en el Valle de Lerma, el culto a la Pachamama, que hasta entonces era patrimonio casi exclusivo de los pueblos andinos. Las crónicas de hace 50 años solo hablan de los humitos. Justamente, en El Tribuno del 1º de agosto de 1968, un párrafo de una nota alusiva dice: “Hoy, las viejas salteñas renovarán antiguos sahumerios y ahumarán la casa, no bien amanezca”. Nada decía de la Pachamama.
En la actualidad, la fecha está más ligada al culto de la Pachamama, que a ahuyentar pestes, enfermedades y malos espíritus. Seguramente que las corrientes migratorias de los últimos años tienen que ver con este cambio. 
 

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