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Elena Barraquer: “Las cataratas son la primera causa de ceguera en el mundo”

Entrevista con la oftalmóloga y presidenta de la fundación Elena Barraquer que fue clave para la operación de 400 salteños sin obra social. 
Jueves, 23 de agosto de 2018 18:45

La doctora Elena Barraquer es especialista en cirugía de la catarata y cirugía refractiva intraocular. En la actualidad, preside la Fundación Barraquer, dedicada a proporcionar tratamientos oftalmológicos, especialmente en los países africanos. Gracias a la intervención del oftalmólogo argentino Gerardo Valvecchia, Elena llegó a la provincia para participar de una intervención masiva en la que se operó a más de 450 salteños de cataratas, y contó con la participación de 23 profesionales. 
Su fundación y Gerardo Valvecchia fueron los grandes organizadores de esta masiva intervención. ¿Cómo se conocieron?
Nosotros llevamos haciendo esto desde el 2004. Gerardo vino conmigo el año pasado a operar a Mozambique; entonces, él después quiso organizar lo mismo en su país y me pidió a mí a ver si también colaborábamos. 
¿Cómo surge el interés por ayudar desde su fundación?
Yo soy la cuarta generación de oftalmólogos. Mi abuelo, que fue el fundador de la clínica que tenemos en Barcelona con 300 empleados aproximadamente, ya atendía a pacientes sin recursos porque él consideraba que si tú eres médico tienes que ayudar a todo el mundo, independientemente de la condición socioeconómica que tenga. Pero eran pacientes locales. Entonces, en el 2003, con mi papá decidimos ampliar esa acción de ayudar a personas sin recursos a otros países, sobre todo nosotros vamos a países africanos porque necesitan mucha más ayuda. 
¿Qué vio en esos lugares?
Lo que se ve reflejado en la cara de los pacientes es la tristeza y la resignación, que es muy triste. Tristeza y resignación de no poder tener una vida mejor. 
¿Cómo maneja esa realidad? 
Es duro golpearse con la realidad pero es tan satisfactorio el poder ayudar a que gente que a lo mejor lleva años sin ver, ya que las cataratas son la causa número uno de ceguera en todo el mundo y es una ceguera resoluble. La satisfacción de estos pacientes que, además de recuperar la visión, pueden recuperar la capacidad de trabajar, la capacidad de alimentar a su familia, no necesitan ayuda de alguien para que les acompañe como lazarillo. 
Esa persona recupera su vida...
En los países africanos, si alguien no puede trabajar la persona que les tiene que cuidar a lo mejor es la niña que la sacan de la escuela para que cuide al abuelo o al padre que no puede ver. Esta niña se queda sin escolarización, con lo cual su futuro va ser muy incierto, y ya es incierto en África. Si ayudamos a que el familiar que cuidaba vuelva a ver, ella podrá regresar a la escuela, podrá tener un futuro un poquito más digno.
¿Qué espera que pase de acá a diez años?
Yo decidí seguir con la Fundación Elena Barraquer, fue para ofrecer precisamente lo que estamos haciendo, ofrecer una plataforma y entusiasmar a otros oftalmólogos. Ahora tengo a muchos argentinos entusiasmados, pero espero entusiasmar a oftalmólogos de todo el mundo para que ellos mismos sigan esta labor que hemos hecho en estos días aquí, en Salta. Esto es mi idea porque nadie es eterno. Tengo 64 años y a lo mejor dentro de 10 años ya no tengo ganas de hacer estos viajes que son duros, pero yo no quiero que el trabajo de la fundación se acabe conmigo. 
¿Qué se lleva de esta experiencia en Salta?
Me llevo muchos nuevos amigos.

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La doctora Elena Barraquer es especialista en cirugía de la catarata y cirugía refractiva intraocular. En la actualidad, preside la Fundación Barraquer, dedicada a proporcionar tratamientos oftalmológicos, especialmente en los países africanos. Gracias a la intervención del oftalmólogo argentino Gerardo Valvecchia, Elena llegó a la provincia para participar de una intervención masiva en la que se operó a más de 450 salteños de cataratas, y contó con la participación de 23 profesionales. 
Su fundación y Gerardo Valvecchia fueron los grandes organizadores de esta masiva intervención. ¿Cómo se conocieron?
Nosotros llevamos haciendo esto desde el 2004. Gerardo vino conmigo el año pasado a operar a Mozambique; entonces, él después quiso organizar lo mismo en su país y me pidió a mí a ver si también colaborábamos. 
¿Cómo surge el interés por ayudar desde su fundación?
Yo soy la cuarta generación de oftalmólogos. Mi abuelo, que fue el fundador de la clínica que tenemos en Barcelona con 300 empleados aproximadamente, ya atendía a pacientes sin recursos porque él consideraba que si tú eres médico tienes que ayudar a todo el mundo, independientemente de la condición socioeconómica que tenga. Pero eran pacientes locales. Entonces, en el 2003, con mi papá decidimos ampliar esa acción de ayudar a personas sin recursos a otros países, sobre todo nosotros vamos a países africanos porque necesitan mucha más ayuda. 
¿Qué vio en esos lugares?
Lo que se ve reflejado en la cara de los pacientes es la tristeza y la resignación, que es muy triste. Tristeza y resignación de no poder tener una vida mejor. 
¿Cómo maneja esa realidad? 
Es duro golpearse con la realidad pero es tan satisfactorio el poder ayudar a que gente que a lo mejor lleva años sin ver, ya que las cataratas son la causa número uno de ceguera en todo el mundo y es una ceguera resoluble. La satisfacción de estos pacientes que, además de recuperar la visión, pueden recuperar la capacidad de trabajar, la capacidad de alimentar a su familia, no necesitan ayuda de alguien para que les acompañe como lazarillo. 
Esa persona recupera su vida...
En los países africanos, si alguien no puede trabajar la persona que les tiene que cuidar a lo mejor es la niña que la sacan de la escuela para que cuide al abuelo o al padre que no puede ver. Esta niña se queda sin escolarización, con lo cual su futuro va ser muy incierto, y ya es incierto en África. Si ayudamos a que el familiar que cuidaba vuelva a ver, ella podrá regresar a la escuela, podrá tener un futuro un poquito más digno.
¿Qué espera que pase de acá a diez años?
Yo decidí seguir con la Fundación Elena Barraquer, fue para ofrecer precisamente lo que estamos haciendo, ofrecer una plataforma y entusiasmar a otros oftalmólogos. Ahora tengo a muchos argentinos entusiasmados, pero espero entusiasmar a oftalmólogos de todo el mundo para que ellos mismos sigan esta labor que hemos hecho en estos días aquí, en Salta. Esto es mi idea porque nadie es eterno. Tengo 64 años y a lo mejor dentro de 10 años ya no tengo ganas de hacer estos viajes que son duros, pero yo no quiero que el trabajo de la fundación se acabe conmigo. 
¿Qué se lleva de esta experiencia en Salta?
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