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“La película rescata la importancia ¥¥ de poder decir lo que uno siente”

El Tribuno entrevistó a los realizadores Eduardo Pinto y Fernanda Ri­beiz
Lunes, 27 de agosto de 2018 14:51

“Todo está a punto de colapsar cuando Natacha y sus amigos aceptan el desafío de ganar la feria de ciencia y tecnología a sus archirivales de siempre: Las chicas Coral. Tienen que demostrar que los Perros ven colores en el evento de la escuela. Los adultos no quieren saber nada de tener un perro en casa, pero Natacha, Pati y los varones intentarán demostrar que por algo el nuevo amigo canino es el mejor amigo de los chicos y de paso, de la humanidad”, anuncia la sinópsis de Natacha, basada en la obra de Luis Pescetti. El filme, que se estrenó en mayo de este año, vuelve a las salas en el marco del Festival Internacional de Cine de las Alturas, que se realizará en Jujuy, entre el 1 y el 8 de septiembre. La película, que apunta al público infantil, tendrá cinco exhibiciones, desde el inicio hasta el cierre del encuentro cinematográfico. El Tribuno dialogó con los realizadores Eduardo Pinto y Fernanda Ribeiz, que se animaron a llevar a Natacha, de los libros a la pantalla grande.

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“Todo está a punto de colapsar cuando Natacha y sus amigos aceptan el desafío de ganar la feria de ciencia y tecnología a sus archirivales de siempre: Las chicas Coral. Tienen que demostrar que los Perros ven colores en el evento de la escuela. Los adultos no quieren saber nada de tener un perro en casa, pero Natacha, Pati y los varones intentarán demostrar que por algo el nuevo amigo canino es el mejor amigo de los chicos y de paso, de la humanidad”, anuncia la sinópsis de Natacha, basada en la obra de Luis Pescetti. El filme, que se estrenó en mayo de este año, vuelve a las salas en el marco del Festival Internacional de Cine de las Alturas, que se realizará en Jujuy, entre el 1 y el 8 de septiembre. La película, que apunta al público infantil, tendrá cinco exhibiciones, desde el inicio hasta el cierre del encuentro cinematográfico. El Tribuno dialogó con los realizadores Eduardo Pinto y Fernanda Ribeiz, que se animaron a llevar a Natacha, de los libros a la pantalla grande.

¿Cómo surgió la idea de trabajar sobre Natacha en el cine?

Fernanda: Luis Pescetti es un observador muy claro de la infancia y de los chicos. Él dice que son como inmigrantes que tratan de aprender cómo es estar en este lugar, en esta tierra a la que llegan. No lo dice así, pero esa es la idea. Me parece que si uno ama a la infancia, que es una etapa de la vida maravillosa, y se encuentra con sus libros y con las preguntas que se hacen esas niñas, ve que esa es una infancia genuina. Me recuerda a la mía, donde uno tenía conversaciones de ese estilo con sus amigas, cuando la amistad era todo, cuando la escuela estaba en un lugar muy importante. Y el desafío de la película era ver cómo llevar eso a la pantalla. Descubrí los libros y los chicos se enamoraban de los libros, se reían, es algo fuera de lo común. Y después eso mismo me pasó a mí. Cuando te encontrás a vos, adulto, entrando en ese mundo, riéndote, pensás que tiene que pasar eso tiene que pasar en el cine. 
Eduardo: Fue muy importante haber tenido el apoyo de Pescetti, porque es un artista que trabaja con niños y la película es ese universo. Me daba mucha seguridad el hecho de que él estuvo en los ensayos, en el rodaje, leyó el guión previamente. Después vio la película y compuso una canción. Estábamos en su mundo y él nos aceptó. Eso es una tranquilidad.

¿Cuál fue el criterio de adaptación de la obra?

Fernanda: Si uno adapta una obra, toma su esencia y la potencia lo más que se pueda, pero siempre respetando a los personajes y lo que quieren decir. Si no, sería un guión original. Si vas a abrazar ese mundo, tenés que hacerlo con todo. Y como amábamos ese mundo, le mostrábamos a Luis el paso a paso. Y a medida que a él le gustaba, supimos que estábamos yendo por buen camino. No hicimos la película a ciegas, sino que fue un proceso con muchas conversaciones.

En la película, los niños van a una escuela pública y no recurren a la tecnología sino a la imaginación, ¿fueron gestos deliberados?

Fernanda: En los libros, Natacha va a una escuela pública, quisimos respetar eso. Nosotros creemos que la escuela pública está buenísima, como espacio de intercambio. Sobre no usar las tecnologías, nos pareció que la película tenía que poder atravesar todos los tiempos, ser atemporal, para poder acompañar al adulto en ese viaje emocional y al niño. Creemos que todavía hay lugar para ese intercambio en donde no está la tecnología presente todo el tiempo. Y donde hay padres que están presentes. Donde hay niños, sabemos que hay adultos, pero en la película, que se rescata también del libro, hay padres que responden las preguntas, hay padres que acompañan a la escuela. También está el vínculo con la abuela, la familia, un poco a demanda de las preguntas de la niña.

Con la escritura de cartas de amor, también se rescata la lectura, con un formato que resiste el paso del tiempo...

Eduardo: La película rescata eso, las cartas, el poder comunicarse, expresarse y decir lo que uno siente. Natacha no para de decir lo que siente, la madre no para de escuchar. Hoy en día, con la tecnología, todos hablan y nadie escucha. Esta es una propuesta interesante, acá hay dialogo. Es una película para chicos pero no hay acción, hay diálogo, hay conversación. Eso Fernanda lo tenía muy en claro, para respetar los textos de Pescetti. Que hoy en día, en una película, haya un dialogo entre un padre y un hijo es importante, así como las cartas. Es decir, la palabra.

¿Pensás que eso llevará a los padres a reflexionar sobre el vínculo con sus hijos?

Eduardo: Sí, claro. Ahí es donde la obra empieza a ser importantes. Ahí es donde nosotros como hacedores podemos empezar a jugar. Que no haya celulares, que sea una escuela pública, que se muestre que el diálogo. Tal vez el cine para chicos es efectos especiales, acción. Acá es un diálogo. Menos destreza física y más cabeza.

¿Tienen pensado hacer otra película sobre Natacha?

Fernanda: no lo sabemos. Nos encantaría que Natacha tenga mucho vuelo. Que Natacha forme parte del patrimonio de nuestro cine está buenísimo porque son conversaciones que podrían tener nuestros hijos, en nuestra escuela pública, con el guardapolvo blanco. Me parece que eso ya es un montón, que Natacha sea parte de nuestra historia audiovisual está buenísimo. La infancia es mi mundo, me gusta observarlos, ver lo que pasa ahí. Hay algo maravilloso en esa etapa de la vida. Y ojalá pueda hacer muchas más películas sobre niños.

¿Qué aprendieron trabajando con chicos?

Eduardo: Yo entendí por qué no se hace cine para niños en la Argentina. Se necesita un gran apoyo espiritual, una paciencia, una armonía que las producciones de cine no tienen. Esa es una de las razones, porque no tenemos una historia de cine argentino para niños. Y las películas que se hicieron vienen desde propuestas comerciales, tal vez de grandes productoras. Esta es otra propuesta, una propuesta artística sobre la obra de Pescetti, es como otro mundo. En una película para niños se necesita algo más que un guión, que una producción. Se necesita armar un grupo humano, y escucharlos. Es otra realidad hay que frenar, esperar y seguir. Se necesita mucha paciencia, mucha comprensión. Es algo que el cine industrial no tiene.
 

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