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“Lo impredecible de la vida te instala mucho más en el presente, paso a paso”

Jueves, 30 de agosto de 2018 09:03

 

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Marina Cavalletti 
El Tribuno


El actor comparte cartel con Graciela Borges y Martina Gusmán en La quietud, el filme de Pablo Trapero que se estrena hoy en todo el país. 
En diálogo con El Tribuno  habló de su personaje y la actualidad del patriarcado en la Argentina. Además, reflexionó sobre el ACV que sufrió hace años y se refirió al final de su relación con Eva de Dominici.
En la película aparece un matriarcado muy fuerte. ¿Cómo se inscribió tu personaje en ese universo?
Cuando leí el guión tuve la sensación de que los hombres de la película tienen que acomodarse según la necesidad del relato, donde las mujeres no dicen más de lo que conviene decir y van dejando que la realidad hable por sí sola. Es una realidad que está llena de mentiras, que se construyó en base al silencio, una quietud absolutamente ficticia. Y cuando hay personajes femeninos con tanto poder, es interesante ver en qué lugar están los hombres. Estamos tan acostumbrados a ver todo desde el punto de vista patriarcal, que es difícil el corrimiento. Estoy muy feliz de que mi hija, que tiene diez años, va a tener una mirada completamente distinta, porque la sociedad está cambiando.
¿Este proyecto te sirvió para reflexionar más sobre esos temas?
Todos los que pertenecemos a mi generación, tuvimos como referencia a ciertos padres y abuelos. Ahora, hay ciertas cosas que te preguntás y que tenés que ir modificando. A veces te das cuenta de que eso que estás pensando no está bien y lo cambiás. Más allá de que tuve con mi madre una educación muy igualitaria en mi casa, si alguno de mis hermanos hacía un comentario en relación al género era algo cuestionado. Tuve una educación que me facilitó ver las cosas de una manera más cercana a lo que está pasando hoy. La película ingresa en eso. El personaje que hago está en contra de su deseo, porque si fuera por él iría al máximo con Eugenia. Al mismo tiempo no muestra algo muy sólido tampoco, él es amante de ella.
Desde la primera escena el filme es incómodo, ¿cómo trabajaste con ese elemento que cruza la historia?
Cuando leí el guión, sentía que Esteban es un personaje que está claramente puesto en el lugar incorrecto siempre. Para él no existe más que lo que cree, que en general es incorrecto. Entonces en el medio de un velorio es capaz de hacer algo totalmente impensado. Siempre está por delante de cualquier situación. Hay algo de la película que respira un poco ahí. Los personajes arman la realidad en el momento, pero uno no los ve interactuando con otros personajes, es algo muy endogámico. En esas familias, en ese tipo de vínculos, es muy difícil percibir lo que está bien y lo que está mal. Mi personaje es el típico heredero, preparado para heredar todo lo que le corresponde al padre, es totalmente inescrupuloso. Si yo conociera a alguien como Esteban no la soportaría ni un segundo y me gustaría que la Justicia funcione de tal manera que no esté libre hablando impunemente de lo que piensa.
En su momento manifestaste tu deseo de filmar con Trapero...
Sí. La película Carancho me gustó mucho. Hay varios personajes en muchas películas de Pablo que me hubiera gustado hacer. Me ofreció este proyecto, acepté y lo hice contentísimo. Ojalá en el futuro podamos seguir trabajando juntos.
Decías que La quietud te llevó a trabajar en el puro presente, ¿cómo describirías el proceso?
Siendo dos directores muy diferentes, hace unos años, cuando hice Verano maldito, con Luis Ortega, pasó algo similar en el sentido de tener una gran permeabilidad con lo que ocurre en el momento. Pablo es un director muy creativo, su guión está todo el tiempo latiendo y si él ve que en el momento necesita otra cosa, la pide. Hay algo de la dinámica de trabajo con él que exige que uno esté dentro del personaje, pero también tener movilidad. De hecho, hay algunos textos que quedaron en la película que fueron improvisados en el momento.
¿Es una improvisación similar a la que se da en el teatro?
Depende de la obra. En el teatro que hago yo, el texto se valora muchísimo y no sé si es tan fácil improvisar. Si estás haciendo Beckett, Final de partida, o Calderón de la Barca en verso, hay que improvisar en verso. Yo no estoy capacitado ni mucho menos para poder hacerlo. Podés improvisar en una obra que tenga mucha cercanía, una cotidianeidad posible a la que puedas apelar. Yo ahora estoy trabajando con Rubén Szuchmacher lo que va a ser Hamlet el año que viene en el teatro San Martín.
Hace tiempo, tras sufrir un ACV, declaraste que no sabías si podrías volver a actuar. ¿Qué aprendizaje te dejó esta experiencia?
Siento que hay algo de lo impredecible de la vida que te instala mucho más en el presente, es como si yo tuviera que ir paso a paso. Antes no me daba cuenta. Hay algo de eso, instalarte mucho más en el presente, no proyectar mucho, disfrutar lo que tengo, que además es mucho afectivamente. Tengo la posibilidad de trabajar. Para mí la libertad significa trabajar porque lo siento. Siempre traté de elegir en dónde trabajar. Muchas veces elegí quedarme sin trabajo, aun poniendo en riesgo lo económico, porque quería hacer el camino de quien elige, o por lo menos intentarlo. Sigo colocado en ese lugar. Antes trabajaba y no hacía muchas más preguntas, ocurría cuando era más chico. Ahora valoro más en dónde trabajo y con quiénes, porque eso define la calidad de
vida que vas teniendo, porque afectivamente es muy intenso.
Hablás de calidad de vida y eso incluye al tiempo libre, ¿qué hacés en esos momentos?
Me gusta mucho el montañismo. Cuando la agenda lo permite, me gusta irme a la montaña con la mochila, la carpa, el compañero con el que viajo. 
¿Recorriste Salta y Jujuy con el montañismo?
Sí, fui varias veces. Es muy potente. Estuve en Salta, Cafayate es una belleza. También fui por la ruta de los Quilmes, por toda la zona de Tucumán. Así que a Salta entré por esos lugares. No conozco la parte que sé que está más golpeada. Jujuy es una provincia de una historia extraordinaria, la Quebrada de Humahuaca. Me viene, de la primaria, toda la historia de Belgrano. Y en Salta, Güemes. Son parte de lo más grande que hemos tenido en este país. Son dos de las provincias con mayor identidad que tiene este país.
¿Cómo quedó tu relación con Eva?
Con Eva ya hace tiempo que tomamos la decisión de separarnos. No tengo mucho más para decir que tuvimos una excelente relación, fue de común acuerdo. La quiero muchísimo y nunca me va a resultar indiferente lo que le pase. Me importa que le vaya muy bien. Fue una relación muy sana y las relaciones sanas, cuando no van más, también se resuelven de manera sana.
 

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