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Cien años no son nada para la espléndida María Nebreda

Nació en la capital salteña en 1918. En su juventud se convirtió en la primera telefonista del interior de la provincia.
Lunes, 06 de agosto de 2018 03:07

María Cristina Nebreda cumplió 100 años el 24 de julio pasado. Nació en la capital salteña en 1918. Hija de inmigrantes españoles, se convirtió en la primera telefonista del interior de la provincia de Salta. Trabajó en El Carril y luego instaló un molino de granos en Rosario de Lerma. 
En diálogo con El Tribuno, María Cristina, jubilada, aseguró: “Estoy espléndida porque he trabajado toda mi vida, porque Dios me bendijo y me dio excelentes sobrinos y amistades”. 
“Mis padres, Pablo Nebreda y María Cuadrado, vinieron de España y se instalaron en una casa de la calle La Florida en la que habían 16 piezas ocupadas por otras familias que también se instalaron. Ahí nací yo”, contó la mujer, quien llevaba puesta una chalina rosa, uno de sus colores preferidos. 
La familia tuvo que buscar ingresos para subsistir. “Eran nuevos aquí. No tenían trabajo y no podían estar desocupados porque tenían que mantener a mi hermano Saturnino de tres años y a mí, que recién había nacido; por lo que mi padre enseguida aprendió agricultura. Fue nombrado como uno de los mejores agricultores. Al tiempo, mi madre tuvo que emplearse en una casa cuyos dueños estaban muy contentos porque ‘la española’ sabía lavar y planchar muy bien. Eran excelentes personas”, relató. 
Cesaero, Luisa, Paulino, Virgilio y Rosalía llegaron al mundo. Fueron los hermanos de María Cristina, quien estudió en la escuela El Paraíso en el Alto Molino, en la calle Caseros al 2000. En esa zona había una finca en la que trabajaba su padre. 
“Yo me acuerdo de todas mis maestras. Ahora la escuela se llama Álvarez de Arenales. Cuando fue el aniversario número 75 invitaron a los exalumnos y fuimos con mis hermanos, compañeros. Nos hicieron un almuerzo hermoso, nos dedicaron unas canciones muy lindas y versos preciosos”, recordó con alegría. 
Cuando tenía 10 años la familia se mudó a Rosario de Lerma. 
A los 19 años, María Cristina conoció a Manuel Argentino Muñoz, de Cerrillos. Se enamoraron y se casaron. Cuatro años después, el matrimonio se mudó a la capital salteña y ella trabajó en un almacén, pero no prosperó porque había mucha competencia por lo que decidieron un nuevo destino: El Carril. “Ahí tuve mi primer trabajo de telefonista. Me dieron una casa para vivir y me pagaban 50 pesos mensuales. Mi marido trabajaba de sereno en un molino”, recordó. 
Durante siete años como telefonista no tuvo un día de descanso. “No me lo dieron, pero igual me encantaba trabajar”, sostuvo entre risas. 
Posteriormente la pareja se mudó nuevamente a Rosario de Lerma, donde alquilaron un predio e instalaron un molino de cereales, ya corría el año 1948 y despachaban mercadería: desde harina cocida y trigo, hasta triguillo y harina de chicha a distintos puntos como San Antonio de Los Cobres, Jujuy y Tucumán. Las ventas eran exitosas. La pareja tuvo dos hijas y un hijo. “Mi hijo Raúl Argentino Muñoz murió en 1998, a los 76 años. Mi hija María Cristina tiene 78 años y Susana, 72. Ellas están muy bien gracias a Dios”, dijo. 
Recuerda que en el molino trabajaban mucho y que era un lindo trabajo, pese a que era dura la actividad. 
“No había agua así que tuvimos que comprar un motor eléctrico y salimos a flote. Nos fue bastante bien. Cuando mi marido no estaba yo hacía andar el motor, cosía bolsas y las armaba con frangollo, sémola. Rosario de Lerma era un polo industrial y nuestro molino ocupaba un lugar muy importante en la producción. Molíamos granos todo el año. Después inauguramos una sodería de los famosos jugos ‘Frugus’. Yo envasaba los jugos más rápido que los empleados”, dijo con satisfacción. 
Los hijos de María Cristina y Manuel estudiaron en la escuela Francisco de Gurruchaga, de Rosario de Lerma. 
En 1980 ella volvió a vivir a Salta capital y compró un departamento en la zona céntrica, aunque continuó sus actividades comerciales en el Valle de Lerma y emprendió compra y venta de inmuebles. Meses después viajó a Europa a conocer a sus familiares. “Me encantó viajar para conocer. Mi familia de allí es muy amorosa”, expresó. 

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María Cristina Nebreda cumplió 100 años el 24 de julio pasado. Nació en la capital salteña en 1918. Hija de inmigrantes españoles, se convirtió en la primera telefonista del interior de la provincia de Salta. Trabajó en El Carril y luego instaló un molino de granos en Rosario de Lerma. 
En diálogo con El Tribuno, María Cristina, jubilada, aseguró: “Estoy espléndida porque he trabajado toda mi vida, porque Dios me bendijo y me dio excelentes sobrinos y amistades”. 
“Mis padres, Pablo Nebreda y María Cuadrado, vinieron de España y se instalaron en una casa de la calle La Florida en la que habían 16 piezas ocupadas por otras familias que también se instalaron. Ahí nací yo”, contó la mujer, quien llevaba puesta una chalina rosa, uno de sus colores preferidos. 
La familia tuvo que buscar ingresos para subsistir. “Eran nuevos aquí. No tenían trabajo y no podían estar desocupados porque tenían que mantener a mi hermano Saturnino de tres años y a mí, que recién había nacido; por lo que mi padre enseguida aprendió agricultura. Fue nombrado como uno de los mejores agricultores. Al tiempo, mi madre tuvo que emplearse en una casa cuyos dueños estaban muy contentos porque ‘la española’ sabía lavar y planchar muy bien. Eran excelentes personas”, relató. 
Cesaero, Luisa, Paulino, Virgilio y Rosalía llegaron al mundo. Fueron los hermanos de María Cristina, quien estudió en la escuela El Paraíso en el Alto Molino, en la calle Caseros al 2000. En esa zona había una finca en la que trabajaba su padre. 
“Yo me acuerdo de todas mis maestras. Ahora la escuela se llama Álvarez de Arenales. Cuando fue el aniversario número 75 invitaron a los exalumnos y fuimos con mis hermanos, compañeros. Nos hicieron un almuerzo hermoso, nos dedicaron unas canciones muy lindas y versos preciosos”, recordó con alegría. 
Cuando tenía 10 años la familia se mudó a Rosario de Lerma. 
A los 19 años, María Cristina conoció a Manuel Argentino Muñoz, de Cerrillos. Se enamoraron y se casaron. Cuatro años después, el matrimonio se mudó a la capital salteña y ella trabajó en un almacén, pero no prosperó porque había mucha competencia por lo que decidieron un nuevo destino: El Carril. “Ahí tuve mi primer trabajo de telefonista. Me dieron una casa para vivir y me pagaban 50 pesos mensuales. Mi marido trabajaba de sereno en un molino”, recordó. 
Durante siete años como telefonista no tuvo un día de descanso. “No me lo dieron, pero igual me encantaba trabajar”, sostuvo entre risas. 
Posteriormente la pareja se mudó nuevamente a Rosario de Lerma, donde alquilaron un predio e instalaron un molino de cereales, ya corría el año 1948 y despachaban mercadería: desde harina cocida y trigo, hasta triguillo y harina de chicha a distintos puntos como San Antonio de Los Cobres, Jujuy y Tucumán. Las ventas eran exitosas. La pareja tuvo dos hijas y un hijo. “Mi hijo Raúl Argentino Muñoz murió en 1998, a los 76 años. Mi hija María Cristina tiene 78 años y Susana, 72. Ellas están muy bien gracias a Dios”, dijo. 
Recuerda que en el molino trabajaban mucho y que era un lindo trabajo, pese a que era dura la actividad. 
“No había agua así que tuvimos que comprar un motor eléctrico y salimos a flote. Nos fue bastante bien. Cuando mi marido no estaba yo hacía andar el motor, cosía bolsas y las armaba con frangollo, sémola. Rosario de Lerma era un polo industrial y nuestro molino ocupaba un lugar muy importante en la producción. Molíamos granos todo el año. Después inauguramos una sodería de los famosos jugos ‘Frugus’. Yo envasaba los jugos más rápido que los empleados”, dijo con satisfacción. 
Los hijos de María Cristina y Manuel estudiaron en la escuela Francisco de Gurruchaga, de Rosario de Lerma. 
En 1980 ella volvió a vivir a Salta capital y compró un departamento en la zona céntrica, aunque continuó sus actividades comerciales en el Valle de Lerma y emprendió compra y venta de inmuebles. Meses después viajó a Europa a conocer a sus familiares. “Me encantó viajar para conocer. Mi familia de allí es muy amorosa”, expresó. 

 Festejos

Los familiares y amigos de María Cristina sostienen que ella tiene una vida tranquila. Para festejar sus 100 años, sus 15 sobrinos le organizaron un festejo que incluyó mariachis, una torta grande cubierta con merengue italiano y coloridas velas, comida deliciosa y brindis. María Cristina se preparó con entusiasmo para la ocasión. Vistió su chalina rosa y se puso sus aros y collares favoritos. Próximamente habrá otra fiesta en Rosario de Lerma. 
“Mi tía ha tenido una actuación destacada en la Liga de Madres de Rosario de Lerma, en la Acción Católica, en las Madres Cristianas, en los años 1938 y 1940 y también participaba de actividades políticas. Ahora a veces agarra el teléfono y hace llamadas a todas partes. Parece secretaria ejecutiva”, contó Alicia Nebreda, su sobrina, entre risas. 
Alejandra es una amiga que siempre cuida de María. Y cuenta que ella tiene mucha actividad. “Ahora se levanta un poco más tarde por el frío pero para el verano se despierta a las 9. Se asea, se cambia. Yo la ayudo. Gracias a Dios, dentro de todo se puede manejar sola pero siempre estamos a su lado para que no se caiga”, contó. 
La mujer que cumplió 100 años señala: “Con mis hermanos fuimos muy unidos y ayudamos a nuestros padres. Nada ha sido fácil para nosotros. Hemos luchado y trabajado. Dios me ha ayudado mucho y la gente ha sido buena conmigo. He tenido la felicidad de tener muchas amistades, amigos que me aprecian de verdad y me quieren. A muchos los he ayudado cuando sus casas estaban a punto de ser rematadas, para que levanten el embargo”. 
“A los jóvenes quiero decirles que trabajen mucho porque ese es el secreto para vivir mejor”, finalizó. 
 

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