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Salta aun recuerda al padre Luiggi “Mansueto” Zangrilli

El padre Luis Zangrilli y la iglesia de Cerrillos, demolida en 1981.
Sabado, 01 de septiembre de 2018 23:12

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A pesar que ya hace sesenta años que el padre Luis Zangrilli se alejó de Cerrillos, aún hay quienes lo recuerdan con cariño y respeto. 
Solo tenía 31 años de edad cuando en 1948, el arzobispo de Salta, monseñor Roberto J. Tavella, lo designó párroco del pueblo, cargo que retuvo hasta 1958. Era un cura joven, dinámico, inquieto y lleno de iniciativas novedosas. Amaba la música, el canto, el dibujo y la arquitectura. También la fotografía y el deporte. Era el hombre de los mil oficios: carpintero, albañil, plomero, músico y electricista. Arreglaba órganos, armonios y pianos. Y aun más, daba clases de italiano y piano. 
Su dinamismo lo llevó a desafiar aquel dicho sobre la imposibilidad de “repicar y dar misa” a la vez. Para el día de las fiestas patronales del pueblo oficiaba tres misas por la mañana y una por la tarde. Pero lo curioso era que no bien concluía la misa solemne de las 11, de inmediato salía a la plaza, sotana arremangada, a dirigir a los innumerables juegos infantiles que solía organizar: caza del chancho enjabonado; trepada del palo enjabonado; carrera de la carretilla humana; carrera de tres patas; sacar con los dientes la moneda de un sartén; el gallo ciego, y tantos otros. 
Por las tardes solía participar en la plaza de entretenidos campeonatos de trompos, bolillas y figuritas. Entre los changos, era un jugador más aunque su envidiable habilidad de “zurdo” le permitía secar de un santiamén al mejor de los jugadores. Y como era cura, muchos creían que por piedad al final del juego, Zangrilli devolvería los bienes ganados en buena ley. Eso nunca ocurrió pues todo lo que ganaba lo echaba sin piedad, al profundo bolsillo de su sotana. Con el paso del tiempo, y después de soportar muchas bromas por parte de sus amigos, en el sentido que devuelva lo ganado, se supo del destino que le daba a trompos, bolillas y figuritas ganados en Cerrillos. Todo iba a parar a los chicos del Chaco salteño, a las misiones franciscanas de los pueblos chiriguanos, chorotes, matacos, chaguancos y tobas. 

El franciscano
Y todo lo aquí contado tiene una explicación. Zangrilli era un cura párroco que no provenía del clero secular, sino de la Orden Franciscana. Había llegado al país en 1938 como novicio y con el mandato expreso de misionar en las comunidades aborígenes del norte argentino. Era un italiano nacido en enero de 1917, en Cisterna di Latina, un pueblito como a 70 kilómetros de Roma.
En 1933 y con solo 16 años, inició su noviciado en Bellegra, claustro donde adopta el apelativo de “Fray Mansueto”. Sobre este apodo, Zangrilli contaba que en realidad se lo había elegido un superior dado su carácter algo belicoso. “Cada vez que te enojes recordarás que tu debes ser manso (mansueto)”, le dijo. Y así quedó.
En octubre 1938, un año antes que comience la Segunda Guerra Mundial (septiembre de 1939) se despidió de sus padres Antonio y Floriana y de su hermana Liliana de cinco o seis años, y partió a las misiones franciscanas del norte argentino. Para Navidad y Año Nuevo de 1938/39, fray Mansueto Zangrilli ya estaba en el Convento San Francisco de Salta, listo para salir a misionar. 

La ordenación
Desde 1939, Fray “Mansueto” cubrió varios destinos como misionero franciscano. Así fue que recorrió San Antonio de los Cobres, Antofagasta de la Sierra y gran parte del departamento de Los Andes. 
Por fin, el 30 de noviembre de 1941, es ordenado sacerdote en una misa oficiada por fray Tito Collalunga. Y a los pocos días, el 18 de diciembre, Fray Mansueto celebra su primera misa en la Iglesia de San Francisco de Salta. Pero hay algo que inquieta a Zangrilli. No sabe nada de su familia que está en Italia y en medio de la guerra, pese a las gestiones que realiza. 
Entre 1941 y 1946 permaneció en el Centro Misionero de Tartagal que por esos tiempos atendía las misiones de Aguaray, Tobantirenda y Río Caraparí. Allí misionó entre las comunidades aborígenes del “Chaco argentino”, hasta que recibió la orden de retornar al convento de Salta. 
 

De vuelta a Italia tras 25 años de ausencia

Hacían dos años que la Segunda Guerra Mundial había concluido y “Mansueto” Zangrilli no sabía nada de sus padres en Italia. Fue entonces que pidió permiso al superior provincial de los franciscanos para viajar a Italia y buscar su familia. Logró el permiso, viajó a Europa y en julio de 1947 arribó a Cisterna di Latina, su pueblo natal. Allí supo que su familia estaba en el campo de refugiados de Sabaudia, a unos 30 kilómetros de Cisterna.
Luego de largos trámites que le llevaron el año, Zangrilli consiguió traer su familia a la Argentina en 1948. 
Ya en Salta, y viendo su superior franciscano la difícil situación económica por la que atravesaba la familia Zangrilli, este le propuso a “Mansueto” se hiciese sacerdote diocesano. De esta forma. podría atender sus necesidades, pues tenía a su cargo a don Antonio, su padre, un veterano de la guerra, la mamá Floriana y su hermana Liliana. 
El arzobispo Tavella aceptó el cambio designándolo párroco de Cerrillos. Por una década dedicó su vida, a cultivar la espiritualidad de esa comunidad, donde además de cumplir con su misión pastoral en Cerrillos y La Merced, participó activamente de cuanta actividad cultural, social y deportiva se desarrollaba en el pueblo. 
Levantó con sus manos y las de su padre, la casa parroquial y la sacristía del templo. Dirigió la obra municipal de remodelación del viejo mausoleo del cerro que ahora es la Gruta de San José. Proyectó la obra municipal que dotó al cementerio local, de frontispicio y atrio. 
Y en el ámbito cultural, creo el Coro Parroquial “San José”; participó de la reactivación de la Biblioteca Municipal “José Hernández”; impulsó la enseñanza del juego ciencia y la práctica del básquet en el Club Municipal; y en 1951 apoyó la creación de la Escuela de Manualidades, que impulsaba la intendencia municipal. 
En 1956, Zangrilli vivió otro momento importante de su vida al ser designado director del Coro Polifónico de Salta. 
En 1958, dada la delicada salud de su madre, pide traslado a Salta para estar cerca de los centros de salud. Por entonces, Cerrillos no tenía médico estable y tampoco ambulancia.

Se despide de Cerrillos
Otra vez, Tavella escucha su petición y lo transfiere a la nueva parroquia capitalina “Nuestra Señora del Tránsito”, donde trabaja hasta concluir el templo y la casa parroquial. 
El año 1960 es para Zangrilli un año de mucho dolor, pues fallece su madre, “la mamma Floriana”. Y tres años después, el 21 de mayo, pierde a su gran amigo y protector, el arzobispo Roberto J. Tavella. Aquella tarde, Zangrilli se arremanga una vez más su sotana y personalmente, construye la tumba de su amigo al pie del Señor del Milagro, “donde espera la resurrección”. Estas dos sentidas pérdidas lo convencen de que debe regresar a su patria. Y así es que el 7 de julio de 1963, el día que la Argentina elegía presidente de la Nación, con su padre, don Antonio, regresa a Italia definitivamente. 

“Mansueto” en Italia

1964 Es nominado por el cardenal Micara para ser el primer párroco de San Giuseppe de Borgo Flora, un pueblito ubicado a 70 km de Roma. 

1975 Es nominado párroco de la Iglesia de San Francisco de Cisterna di Latina, donde crea el Coro Polifónico que hoy se llama “Don Luiggi Zangrilli”.

1996 El 22 de junio fallece Don Luiggi Zangrilli en Cisterna di Latina, su pueblo natal, a los 79 años de edad. Hoy una calle lleva su nombre. 

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