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25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Caminando hacia el santuario

Viernes, 14 de septiembre de 2018 21:45

El caminar es uno de los ritos o acción propia del pueblo cristiano que es común a todas las tradiciones religiosas más antiguas. El que camina para llegar a un lugar santo es llamado peregrino. Este término designa al hombre que se siente extraño en el medio en que vive, donde está sino de paso en busca de la ciudad ideal. Peregrino es un símbolo religioso que corresponde a la situación terrenal del hombre que cumple su tiempo de prueba, para acceder, al morir, a la tierra prometida o al paraíso perdido.
El símbolo del peregrino está relacionado con la idea de expiación, purificación y homenaje a la persona que reside en el Santuario, -Cristo, Mahoma, Osiris, Buda- y que santifica los lugares del peregrinaje.
Para la iglesia católica, todos los bautizados son peregrinos, Jesús ha dado cumplimiento en sí mismo al misterio del Templo, y ha pasado de este mundo al Padre, realizando en su persona el éxodo definitivo.
Toda su vida es un camino hacia el santuario del cielo, y la misma iglesia se dice asimismo que es peregrina en este mundo.
Si bien no existe la obligatoriedad de peregrinar, la iglesia considera legítima la peregrinación como forma de piedad, y la ha alentado a lo largo de la historia.
En la tradición judía la peregrinación era una práctica muy arraigada y en ellas la presencia de Dios juega un rol importante como guía de su pueblo. “El Señor iba al frente de ellos, de día en columna de nubes para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos“(Ex.13, 21). Moisés indicará a su pueblo que Dios lo ha hecho andar durante cuarenta días en el desierto para humillarlos, probarlo y conocer el interior de su corazón (cfr. Dt. 8,2) 
Toda la Sagrada Biblia narra la vida de un pueblo que camina, puesto en marcha. Jesús también camina mucho como relatan los pasajes de los cuatro evangelios.
El perpetuo caminar de la fe, caracteriza la condición del creyente. 
En la Edad Media las peregrinaciones conocieron una época dorada, los desplazamientos tenían una función fundamentalmente religiosa e iban generando un intercambio de valores entre las diversas culturas europeas. 
Se construyeron basílicas sobre los lugares santos de la vida de Jesús y numerosos centros de peregrinación, sobre todo en Jerusalén y en Roma. 
Esta herencia europea del peregrinaje, influenciada, probablemente por las culturas aborígenes de nuestra América, de desplazamientos hacia lugares sacros, ha calado hondamente en la conciencia colectiva de nuestros pueblos.
Tal vez por eso en este tiempo, la ciudad de Salta se transforma por la presencia colorida de los peregrinos del Señor y la Virgen del Milagro, desde la puna y los valles altos, desde el llano y la tupida selva chaqueña, de cuanto paraje o ciudad del interior existe en la provincia, desde las ciudades de Jujuy, Tucumán, Chaco y Formosa, caminan durante varios días, hombres, mujeres y niños, nutridos grupos de jóvenes, hasta ancianos y enfermos hacia el encuentro con el Señor y la Virgen del Milagro. Son verdaderos ríos humanos que se descuelgan entre los montañosos caminos hacia el Valle de Lerma, para llegar a la Catedral, Santuario del Señor y Virgen del Milagro, con sus bailes y cánticos, con sus plegarias y llantos de emoción.
No hablo como vocero de nadie, sólo como testigo, el que vio y escuchó, y lo vengo haciendo desde hace más de veinte años en la Plaza 9 de Julio, cuando a fines del mes de julio las imágenes sagradas son colocadas en los tronos, hasta la procesión mayor del 15 de setiembre; en esa plaza, que por mal que les pese a los recalcitrantes y dogmáticos laicistas, se convierte en un verdadero santuario a cielo abierto.
La peregrinación conlleva sufrimiento y sacrificios, con sentido de expiación de las propias culpas, liberando las conciencias, despertando la confianza en Dios misericordioso y recuperando la paz y la alegría. La peregrinación despierta también, un sentido auténticamente solidario entre los peregrinos y aquellas personas o comunidades, e instituciones que les esperan a la vera del camino para auxiliarlos en todas sus necesidades.
Fue muy emocionante ver caminar a este grupo humano. 
Este modo de religiosidad expresa el valor del encuentro, la teología del encuentro proclamada por el papa Francisco. 

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El caminar es uno de los ritos o acción propia del pueblo cristiano que es común a todas las tradiciones religiosas más antiguas. El que camina para llegar a un lugar santo es llamado peregrino. Este término designa al hombre que se siente extraño en el medio en que vive, donde está sino de paso en busca de la ciudad ideal. Peregrino es un símbolo religioso que corresponde a la situación terrenal del hombre que cumple su tiempo de prueba, para acceder, al morir, a la tierra prometida o al paraíso perdido.
El símbolo del peregrino está relacionado con la idea de expiación, purificación y homenaje a la persona que reside en el Santuario, -Cristo, Mahoma, Osiris, Buda- y que santifica los lugares del peregrinaje.
Para la iglesia católica, todos los bautizados son peregrinos, Jesús ha dado cumplimiento en sí mismo al misterio del Templo, y ha pasado de este mundo al Padre, realizando en su persona el éxodo definitivo.
Toda su vida es un camino hacia el santuario del cielo, y la misma iglesia se dice asimismo que es peregrina en este mundo.
Si bien no existe la obligatoriedad de peregrinar, la iglesia considera legítima la peregrinación como forma de piedad, y la ha alentado a lo largo de la historia.
En la tradición judía la peregrinación era una práctica muy arraigada y en ellas la presencia de Dios juega un rol importante como guía de su pueblo. “El Señor iba al frente de ellos, de día en columna de nubes para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos“(Ex.13, 21). Moisés indicará a su pueblo que Dios lo ha hecho andar durante cuarenta días en el desierto para humillarlos, probarlo y conocer el interior de su corazón (cfr. Dt. 8,2) 
Toda la Sagrada Biblia narra la vida de un pueblo que camina, puesto en marcha. Jesús también camina mucho como relatan los pasajes de los cuatro evangelios.
El perpetuo caminar de la fe, caracteriza la condición del creyente. 
En la Edad Media las peregrinaciones conocieron una época dorada, los desplazamientos tenían una función fundamentalmente religiosa e iban generando un intercambio de valores entre las diversas culturas europeas. 
Se construyeron basílicas sobre los lugares santos de la vida de Jesús y numerosos centros de peregrinación, sobre todo en Jerusalén y en Roma. 
Esta herencia europea del peregrinaje, influenciada, probablemente por las culturas aborígenes de nuestra América, de desplazamientos hacia lugares sacros, ha calado hondamente en la conciencia colectiva de nuestros pueblos.
Tal vez por eso en este tiempo, la ciudad de Salta se transforma por la presencia colorida de los peregrinos del Señor y la Virgen del Milagro, desde la puna y los valles altos, desde el llano y la tupida selva chaqueña, de cuanto paraje o ciudad del interior existe en la provincia, desde las ciudades de Jujuy, Tucumán, Chaco y Formosa, caminan durante varios días, hombres, mujeres y niños, nutridos grupos de jóvenes, hasta ancianos y enfermos hacia el encuentro con el Señor y la Virgen del Milagro. Son verdaderos ríos humanos que se descuelgan entre los montañosos caminos hacia el Valle de Lerma, para llegar a la Catedral, Santuario del Señor y Virgen del Milagro, con sus bailes y cánticos, con sus plegarias y llantos de emoción.
No hablo como vocero de nadie, sólo como testigo, el que vio y escuchó, y lo vengo haciendo desde hace más de veinte años en la Plaza 9 de Julio, cuando a fines del mes de julio las imágenes sagradas son colocadas en los tronos, hasta la procesión mayor del 15 de setiembre; en esa plaza, que por mal que les pese a los recalcitrantes y dogmáticos laicistas, se convierte en un verdadero santuario a cielo abierto.
La peregrinación conlleva sufrimiento y sacrificios, con sentido de expiación de las propias culpas, liberando las conciencias, despertando la confianza en Dios misericordioso y recuperando la paz y la alegría. La peregrinación despierta también, un sentido auténticamente solidario entre los peregrinos y aquellas personas o comunidades, e instituciones que les esperan a la vera del camino para auxiliarlos en todas sus necesidades.
Fue muy emocionante ver caminar a este grupo humano. 
Este modo de religiosidad expresa el valor del encuentro, la teología del encuentro proclamada por el papa Francisco. 

Encuentro con Dios

Encuentro del hombre en las dos vertientes vitales de la trascendencia y la inmanencia. 
El hombre se encuentra con su Dios Misericordioso en el Cristo Crucificado y su madre la Virgen Inmaculada. 
Se descubre, a la vez, como un ser en comunidad, un hombre que no está sólo, porque hay miles de hombres y mujeres que conviven como hermanos y tienen un mismo sentir en la fe y sus expresiones. 
Esta religiosidad popular es la que revitalizará a una iglesia herida y cansada, y alimentará la esperanza de paz y progreso a un estilo mezquino de un mundo que promueve la violencia y la avaricia en el rostro de la corrupción.
 

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