Con el marco perfecto de un día esplendoroso como el de ayer, se cerró el 51° Concurso de la Empanada Salteña, donde se convocaron cientos de empanaderos. La jornada se inició temprano, cuando los empanaderos llegaron al predio del centro de Convenciones de Limache, donde se desarrolló el concurso, un evento que cala hondo en las tradiciones de la provincia y que El Tribuno ha sabido sostener en el tiempo, cambiando las formas de pensar en la producción popular de comidas y sobre todo en el especial cariño que siempre puso. Hablar de la empanada es hablar de Salta. Y esa es una afirmación que en cada evento se renueva. Solo recorrer el predio confirmó esa afirmación. Y sobre todo esta 51ª edición del concurso, donde los tres ganadores fueron “amateurs”.
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Con el marco perfecto de un día esplendoroso como el de ayer, se cerró el 51° Concurso de la Empanada Salteña, donde se convocaron cientos de empanaderos. La jornada se inició temprano, cuando los empanaderos llegaron al predio del centro de Convenciones de Limache, donde se desarrolló el concurso, un evento que cala hondo en las tradiciones de la provincia y que El Tribuno ha sabido sostener en el tiempo, cambiando las formas de pensar en la producción popular de comidas y sobre todo en el especial cariño que siempre puso. Hablar de la empanada es hablar de Salta. Y esa es una afirmación que en cada evento se renueva. Solo recorrer el predio confirmó esa afirmación. Y sobre todo esta 51ª edición del concurso, donde los tres ganadores fueron “amateurs”.
Tres ganadores
Alrededor de las 17 se conoció a los empanaderos coronados como los mejores. El jurado estuvo presidido por Aníbal Caro, a quien acompañaron el chef Abelardo Angelina, de Salamanca Escuela de Gastronomía; Eufracina Torres y Pedro Nicanor Viltes, de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes, y Julio Salas, segundo chef del hotel Sheraton Salta. Los galardonados fueron María Eugenia Mónico y César Rovino, que lucieron el primer premio en su puesto 56; María Socorro Díaz, que llevó el segundo premio a su puesto 7, y María del Cármen Presza, que se quedó con el tercer premio en su puesto 66.
Dedicados al campo, César y María Eugenia se decidieron a participar por impulso de su familia. “Nos pusimos en tarea y trajimos más de mil empanadas, que volaron a las pocas horas. Hasta crudas se llevaron!”, cuenta César. Hace muy poco comenzaron a vender sus empanadas bajo el nombre “El Repulgue” y solo a pedido. César asegura que la receta es de su mujer. También María Socorro es vendedora de empanadas los fines de semana. Las hace en su casa del barrio Virgen del Rosario -manzana 406 “B”, casa 1-, esforzándose en encontrar “el punto justo” de los ingredientes.
Por su parte, María del Cármen es participante “multipremiada”, ya que se llevó el primer premio del concurso en 2002. “A mí me enseñó mi mamá”, asegura. Por un tiempo dejó la cocina -“No es algo que me fascine”, dice-, pero ahora volvió llena de empanadas, que las vende junto al Club Unión. “¿Sabe cuál es el secreto que hay que ponerle?”, dice con mirada sabia: “Ganas”, concluye, y tiene razón.