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Comidas saludables y abundantes, especiales para tiempo de crisis

El programa de la comuna Cocina Itinerante brinda cursos, a cargo del chef local Gustavo González, que propician la utilización de productos de la zona e incorporar carne de cerdo a la dieta diaria.
Viernes, 21 de septiembre de 2018 03:02

Cocina con ingredientes nutritivos pero que al ser propios de la zona resultan más accesibles al bolsillo de miles de familias que diariamente, y con el permanente aumento de los precios de la canasta básica, deben agudizar el ingenio para alimentar a todos sus integrantes.

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Cocina con ingredientes nutritivos pero que al ser propios de la zona resultan más accesibles al bolsillo de miles de familias que diariamente, y con el permanente aumento de los precios de la canasta básica, deben agudizar el ingenio para alimentar a todos sus integrantes.

Utiliza mandioca, batatas, ancos, choclos, paltas o mangos, todos productos que son propios del norte de la provincia, pero a los que no todas las amas de casas o encargados de comedores comunitarios, escolares o de otras instituciones saben darle el mejor aprovechamiento.

A estos productos propios de la zona se suma el verdadero boom de la carne de cerdo que se vende a un 70 por ciento menos de precio que el de cualquier corte de carne vacuna, ya que, además, se trata de una producción netamente local.

Ese es el objetivo de los talleres de gastronomía municipal a cargo del chef y capacitador local Gustavo González, que gracias al proyecto municipal de Cocina Itinerante enseña a todos aquellos que quieran aprender un poco más de este verdadero arte.

Más que una moda

El taller de gastronomía se inició en agosto de 2016 con el objetivo de impulsar el consumo de carne de cerdo en la zona, en consonancia con la instalación de la sociedad del estado Tartagal Productiva, para hacer exitoso el proyecto de comercialización de carne porcina durante todo el año y romper la estacionalidad -y los prejuicios- sobre una de las carnes más beneficiosas y magras.

Otro objetivo era que lo que contienen los bolsones alimentarios sean bien aprovechados y que lo que las madres compran con la tarjeta solidaria tenga otro valor en materia alimenticia.

"Hay mitos acerca de que la carne de cerdo es pesada, que no hay que consumirla con cerveza, que después de comerla hay que tomar una copa de vino para asentarla o que es muy perjudicial consumida con algunas frutas", explicó González.

"Son nada más que eso, mitos, porque se trata de un producto muy noble que se puede consumir en el invierno y en el verano, fría o caliente acompañada con cualquier bebida. Lo interesante es que a dos años de iniciado los talleres pudimos incorporar milanesas, hamburguesas y otros derivados del cerdo que comenzamos a difundir y hoy son parte del menú diario de los tartagalenses", agregó el chef.

"Yo les explico a los que van a los talleres que si la grasa de cerdo cuesta el doble que la grasa de vaca y que se utiliza en los panes mejor producidos es porque se trata de un muy buen producto", precisó. El profesional está a cargo de los talleres de capacitación que se dictan todo el año.

Y los cursos no solo se limitan a Tartagal ya que por una decisión el intendente Eduardo Leavy se dictó también en General Mosconi, Salvador Mazza, en Aguaray y en las comunidades intermedias, con una aceptación importantísima de parte de todos los vecinos.

Con el programa Pan Casero con el que comenzó esta iniciativa la idea fue que las beneficiarias aprendieran a preparar otros productos como panes dulces o budines para hacer ese alimento básico más atractivo para la familia, sobre todo para la época de las fiestas de fin de año. Hubo una gran demanda y eso hizo que mantengamos este programa de capacitación desde ese momento y durante todo el año.

González señaló: "Más allá de que cada vez se incorporan más canales de difusión de cocina por televisión o en plataforma digital, la cocina no debe ser una moda. Los responsables de cocinar sea en el ámbito familiar o institucional deben conocer un poquito cada día más de las cualidades de los ingredientes que utilizan y, sobre todo, la variedad de productos que tenemos en la zona y que no sabemos valorar. Un mango grande, listo para consumir en otras ciudades se paga hasta 100 pesos y nosotros nos damos el lujo de tirarlo porque de tanto que hay ya nos molesta".

 

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