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De La Unión a Francia: Andrea Cruz y el poder de un sueño

La joven estudiante de Francés, nacida en La Unión, ganó una beca para ser asistente de idioma Español en Toulouse, Francia, adonde viajará hoy desde Ezeiza.  
Jueves, 27 de septiembre de 2018 03:04

“Si me piden una opinión o un consejo, diría que jamás dejen de soñar ni de luchar por sus metas porque tarde o temprano las van a lograr. En el camino se les atravesarán obstáculos, a los cuales deben utilizarlos para salir adelante y crecer. Como dice la moraleja del cuento del burro y el campesino: hay que sacudirse la tierra y dar una paso hacia arriba”.
Así piensa Andrea Cruz, una joven del interior salteño que nació con buena estrella en La Unión, el 4 de febrero de 1993. 25 años después, se prepara para abordar hoy un avión a Francia, donde cumplirá con los compromisos de una beca que ganó a través de la Fundación Anpuy, gracias a los estudios de idioma Francés que cursa en el Profesorado Superior de Lenguas Vivas de Salta. Ella es otro ejemplo palpable del poder de las ganas para cumplir los sueños. 
En una charla con El Tribuno, Andrea dijo sobre cómo cambió su horizonte desde su humilde niñez en Rivadavia Banda Sur: “Me parece increíble mi propia historia. Ahora me siento valorada, más capaz de hacer lo que me propongo. Veo que mucha gente se siente motivada por mi historia. Hay chicos que tienen el sueño de estudiar y por diferentes razones no llegan a su meta, y tampoco saben que tienen oportunidades de estudiar y salir adelante. Yo me siento en la obligación de contarles a todos, en especial a los más vulnerables del interior de Salta, que hay oportunidades y que todos podemos lograr nuestros sueños”.
De las memorias de sus días en La Unión, la joven cuenta: “Me crié en el campo con mis padres y mis hermanas. Cursé mi primaria en una escuela rural, con jornada completa desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde, iba en bicicleta y a veces caminando. Realicé mis estudios secundarios en La Unión que es a 25 km desde mi casa, primero iba en bicicleta, luego comencé a ir en moto. En ese momento comencé a distanciarme de mis padres porque me quedaba en La Unión toda la semana para asistir a clases y regresaba los fines de semana a mi casa”.
Muy aplicada, con grandes aspiraciones a pesar de su entorno, Andrea quiso estudiar una carrera en Salta, aunque nunca había salido de Rivadavia. “Me llamaron del colegio de donde egresé para informarme que tenía una beca por buen promedio, que me ayudaría económicamente para estudiar una carrera terciaria o universitaria. En los primeros años no sabía de dónde obtenía la beca. La directora del colegio San Martín de Porres del cual egresé, me entregaba el dinero en efectivo todos los meses. Recién en 2015 me informaron que era la Fundación Anpuy. A partir de entonces supe que el Banco Supervielle es el que me brinda la beca, ya que el banco es el padrino del colegio”.
Agradecida desde lo profundo de su corazón, contó: “Desde que conozco a la Fundación Anpuy me comprometí más con mis estudios a través del seguimiento que me brindan, y el interés de ayudarme y acompañarme a lograr mis metas y objetivos. La Fundación me permitió tener mi primera experiencia laboral, trabajando como voluntaria, haciendo tareas administrativas y colaborando con el apoyo escolar. Gracias a la ayuda de mis padrinos y al apoyo de mi familia, ahora estoy en el último año de mi carrera para profesora de Francés en el Profesorado Superior de Lenguas Vivas, faltándome tres materias para finalizar. Lo más importante es que me ayudan a cumplir uno de mis sueños, que es ir a Francia”.
Parte hoy desde Ezeiza, en Buenos Aires, el avión que llevará a Andrea a cumplir con la beca a la que se postuló el año pasado, para ser asistente de idiomas. “Al principio tuve pocas esperanzas y traté de no ilusionarme, pero siempre soñé fuerte, y recibí el e-mail diciendo que había sido seleccionada para la beca. Recuerdo que en ese momento estaba almorzando con mis hermanas, ellas, al ver que me puse nerviosa, sonrojada, me preguntaron qué me sucedía, yo no sabía si llorar, gritar, reír, no podía ni hablar, solo les pasé el celular para que leyeran el e-mail”, recordó emocionada. 
A partir de octubre, Andrea Cruz trabajará como asistente de español durante 7 meses en Toulouse, al sur de Francia, donde dará clases de español a adolescentes en la Academia de idiomas de esa ciudad.
Aprender Portugués e Italiano están en la lista de causas pendientes de Andrea Cruz. 
“Mi familia en Rivadavia está emocionada y también con miedo. Pero me impulsó mucho a volar mi papá que quería ser maestro y músico pero no pudo hacer nada de eso, solo trabajar. Mi mamá tiene miedo, pero celebra mi oportunidad”.
 

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“Si me piden una opinión o un consejo, diría que jamás dejen de soñar ni de luchar por sus metas porque tarde o temprano las van a lograr. En el camino se les atravesarán obstáculos, a los cuales deben utilizarlos para salir adelante y crecer. Como dice la moraleja del cuento del burro y el campesino: hay que sacudirse la tierra y dar una paso hacia arriba”.
Así piensa Andrea Cruz, una joven del interior salteño que nació con buena estrella en La Unión, el 4 de febrero de 1993. 25 años después, se prepara para abordar hoy un avión a Francia, donde cumplirá con los compromisos de una beca que ganó a través de la Fundación Anpuy, gracias a los estudios de idioma Francés que cursa en el Profesorado Superior de Lenguas Vivas de Salta. Ella es otro ejemplo palpable del poder de las ganas para cumplir los sueños. 
En una charla con El Tribuno, Andrea dijo sobre cómo cambió su horizonte desde su humilde niñez en Rivadavia Banda Sur: “Me parece increíble mi propia historia. Ahora me siento valorada, más capaz de hacer lo que me propongo. Veo que mucha gente se siente motivada por mi historia. Hay chicos que tienen el sueño de estudiar y por diferentes razones no llegan a su meta, y tampoco saben que tienen oportunidades de estudiar y salir adelante. Yo me siento en la obligación de contarles a todos, en especial a los más vulnerables del interior de Salta, que hay oportunidades y que todos podemos lograr nuestros sueños”.
De las memorias de sus días en La Unión, la joven cuenta: “Me crié en el campo con mis padres y mis hermanas. Cursé mi primaria en una escuela rural, con jornada completa desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde, iba en bicicleta y a veces caminando. Realicé mis estudios secundarios en La Unión que es a 25 km desde mi casa, primero iba en bicicleta, luego comencé a ir en moto. En ese momento comencé a distanciarme de mis padres porque me quedaba en La Unión toda la semana para asistir a clases y regresaba los fines de semana a mi casa”.
Muy aplicada, con grandes aspiraciones a pesar de su entorno, Andrea quiso estudiar una carrera en Salta, aunque nunca había salido de Rivadavia. “Me llamaron del colegio de donde egresé para informarme que tenía una beca por buen promedio, que me ayudaría económicamente para estudiar una carrera terciaria o universitaria. En los primeros años no sabía de dónde obtenía la beca. La directora del colegio San Martín de Porres del cual egresé, me entregaba el dinero en efectivo todos los meses. Recién en 2015 me informaron que era la Fundación Anpuy. A partir de entonces supe que el Banco Supervielle es el que me brinda la beca, ya que el banco es el padrino del colegio”.
Agradecida desde lo profundo de su corazón, contó: “Desde que conozco a la Fundación Anpuy me comprometí más con mis estudios a través del seguimiento que me brindan, y el interés de ayudarme y acompañarme a lograr mis metas y objetivos. La Fundación me permitió tener mi primera experiencia laboral, trabajando como voluntaria, haciendo tareas administrativas y colaborando con el apoyo escolar. Gracias a la ayuda de mis padrinos y al apoyo de mi familia, ahora estoy en el último año de mi carrera para profesora de Francés en el Profesorado Superior de Lenguas Vivas, faltándome tres materias para finalizar. Lo más importante es que me ayudan a cumplir uno de mis sueños, que es ir a Francia”.
Parte hoy desde Ezeiza, en Buenos Aires, el avión que llevará a Andrea a cumplir con la beca a la que se postuló el año pasado, para ser asistente de idiomas. “Al principio tuve pocas esperanzas y traté de no ilusionarme, pero siempre soñé fuerte, y recibí el e-mail diciendo que había sido seleccionada para la beca. Recuerdo que en ese momento estaba almorzando con mis hermanas, ellas, al ver que me puse nerviosa, sonrojada, me preguntaron qué me sucedía, yo no sabía si llorar, gritar, reír, no podía ni hablar, solo les pasé el celular para que leyeran el e-mail”, recordó emocionada. 
A partir de octubre, Andrea Cruz trabajará como asistente de español durante 7 meses en Toulouse, al sur de Francia, donde dará clases de español a adolescentes en la Academia de idiomas de esa ciudad.
Aprender Portugués e Italiano están en la lista de causas pendientes de Andrea Cruz. 
“Mi familia en Rivadavia está emocionada y también con miedo. Pero me impulsó mucho a volar mi papá que quería ser maestro y músico pero no pudo hacer nada de eso, solo trabajar. Mi mamá tiene miedo, pero celebra mi oportunidad”.
 

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