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La Escuela Agrícola se encamina hacia el autofinanciamiento

Firmó acuerdos con organizaciones sociales, entidades privadas y públicas para generar ingresos y actualizar máquinas.
Domingo, 30 de septiembre de 2018 01:30

En la ruta 51, a la altura de la rotonda de ingreso al barrio Aráoz, los chicos que cruzan de un lado al otro con bombachas de gaucho color café y remera verdes llaman la atención en el paisaje cargado de vehículos. Son los alumnos de la Escuela Agrícola Martín Miguel de Gemes.

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En la ruta 51, a la altura de la rotonda de ingreso al barrio Aráoz, los chicos que cruzan de un lado al otro con bombachas de gaucho color café y remera verdes llaman la atención en el paisaje cargado de vehículos. Son los alumnos de la Escuela Agrícola Martín Miguel de Gemes.

Desde la ruta, las primeras hectáreas de la escuela lucen amarillas. Todo está seco. En una de las esquinas de la avenida Del Carnaval se pueden ver algunas montañas de tierra y, al final, el antiguo edificio.

Pero una vez recorridos los 200 metros de la calle de ingreso, el panorama comienza a cambiar. Tras uno de los edificios centrales, se pueden ver las galerías llenas de estudiantes. Son 670, de entre 12 y 18 años.

Entre las estructuras se ubican los tractores y semilladoras. Unos 220 metros más y se escucha a los pollos, los pavos de granja y los reales, las cabras y las vacas, los cerdos y las máquinas que levantan soja.

Algunas partes de los antiguos edificios muestran el paso del tiempo y el paso de cientos de estudiantes por las aulas. Los techos de tejas, en algunas aulas, dieron espacio a la humedad. En otras, el revoque se cayó y la carpintería de las gigantescas aberturas requiere mantenimiento.

Una embutidora de granos que facilitará el acopio de maíz o soja en silobolsas.

Pero por otro lado, se ve a los chicos trabajando en una mesa industrial de preparación de embutidos, tratando de hacer lo mejor para luego comercializarlo en el local que se ubica en el acceso a la escuela donde se vende queso criollo, dulce de leche, miel, carne de conejo y pollo.

En sus principios, la Escuela Agrícola comenzaba a medir sus tierras desde la rotonda de Limache, donde ahora se ubica el Centro de Convenciones, colindando con el río Arenales. Por decisiones políticas y luego de un acuerdo, la institución cedió el predio donde se construyó el moderno lugar de reuniones pero, a cambio, el estacionamiento -que abarca 6 hectáreas- quedaría en manos de la institución educativa, para que lo explotara en cada uno de los eventos que allí se realizan, incluso en el período de vacaciones.

Para evitar que la escuela sufra la usurpación de terrenos, además, se firmó un convenio con la Municipalidad de la Ciudad de Salta por un término de 99 años para que explote el sector donde se levanta el Vivero Municipal y el Refugio de Bienestar Animal.

Recientemente, se firmó otro acuerdo para que, en un sector colindante con el Vivero Municipal, se ubique el Jardín Botánico, iniciativa que fue aprobada en la Legislatura provincial. Sin contar con estos terrenos, la escuela tiene una superficie actual de 286 hectáreas, todas productivas.

Todo el sector ubicado entre la avenida Del Carnaval y la ruta 51 es el que durante la temporada pasada se utilizó para la plantación de maíz, con la cual se logró una superproducción, que facilitó la compra de una picadora de soja y una embolsadora de maíz, con un costo aproximado de 120 mil y 150 mil pesos.

En un predio de 400 metros, ubicado sobre la ruta 51, la escuela tuvo durante décadas un depósito de residuos cloacales que, en la actualidad, está cerrado. Para lograr esto, la escuela concretó un convenio con distintas empresas constructoras, que dejan sus restos de tierra y la apisonan para dejar el terreno listo para sumarse al sector productivo.

Con apoyo solidario

Si bien la escuela cuenta con varios proyectos de producción, muchos de ellos no se concretan por la falta de personal. Uno de estos proyectos es el relanzamiento del hospedaje del establecimiento.

En sus primeros años, la institución educativa contó con un sistema de hospedaje para los estudiantes que llegaban desde el interior de la provincia y de países limítrofes. Con el tiempo este sector fue perdiendo vigencia, hasta que hace un año se logró la aprobación de un proyecto para que este espacio se reintroduzca, sumando como beneficiarios a los jóvenes estudiantes que se encuentran en situación de riesgo.

Una máquina Mixer que la escuela compró tras la venta de maíz. Gentileza.

El hospedaje cuenta actualmente con todo el mobiliario nuevo pero no tiene personal.

Desde el Ministerio de Educación se resolvió, en un primer momento, utilizar el espacio para alojar a delegaciones de estudiantes que llegan para distintos eventos a Salta, pero era la escuela la que debía cubrir -con su fondos particulares- el pago de horas extras para los docentes a cargo de cuidar el espacio, realizar la limpieza y garantizar el servicio de meriendas. Frente a esta situación, y ante la deuda acumulada, el hospedaje se cerró.

La escuela logró cultivar 20 hectáreas de alfalfa y, gracias a la nueva maquinaria adquirida, se lleva el alimento picado al ganado vacuno. De esta forma se evita que los animales recorran el campo, dañen la tierra de siembra y además dejan de correr el riesgo de sufrir robos. El año pasado se llevaron de la escuela 12 animales Holando Argentino, de alta genética.

La cosecha de alfalfa está a cargo de un profesor de área que, como en muchos otros casos, no accede al pago de horas extras.

Junto a la plantación de forraje para los animales hay un campo de árboles frutales de durazno, ciruelas, membrillos, manzanas y peras. Con esta producción, se elaboran mermeladas que luego se comercializan.

En los primeros meses del año, la escuela tuvo el aporte de la Cooperadora 8 de Abril, que ofreció ayudar en la recuperación de las hectáreas que habían perdido de árboles frutales, pero Participación Ciudadana informó que no se requería ayuda y el campo quedó tomado por el monte, sin que se logre reponer los frutales.

Promoviendo la integración y las prácticas profesionalizantes 

La Agrícola brinda a los estudiantes la posibilidad de impulsar sus pymes. 

En el predio de la Escuela Agrícola no solo se trabaja con empresas, licitadores y productores sino que se ofrece un espacio de articulación para las personas con capacidades diferentes y que requieren de terapia de apoyo. El objetivo de las autoridades de la institución es que la venta de la producción ayude a financiar el proyecto educativo.

En sus años de luces, la escuela Agrícola tenía casas en las que vivían los empleados. Hoy, por la falta de personal, solo algunas de estas viviendas están habitadas. 

Otros espacios, particularmente galerías y jardines, son utilizados para recibir a los jóvenes con discapacidad. Una de las entidades que aprovecha el lugar es el Centro de Integración, que trabaja en la escuela en la producción de dulces y huerta.

La mayor de la parte de la producción de la huerta queda en la escuela, ya que, por cuestiones sanitarias, no se pueden comercializar en la sala de ventas. En esta época la escuela ya está sacando su producción de alcauciles, habas, lechugas, remolachas, que se utilizan para la elaboración de los platos del comedor de la escuela.

En los alrededores de la huerta se pueden ver una gran cantidad de mostacillas. Se trata de pequeñas flores amarillas que sirven de alimento para las abejas, que se encargan de la producción de miel, y que también se comercializa.

Diversificación

La escuela tiene 56 cabezas de ganado. Hay 18 vacas lecheras, que son las que abastecen la producción de quesos. Hace algunos años la escuela tenía entre sus productos leche en sachet, pero la máquina quedó fuera de serie y ya no se consiguen los envases. Esto obligó a reducir el número de vacas lecheras y bajar la producción. 

En la chanchería se viven momentos de espera. Dos hembras están a punto de parir y los estudiantes de los últimos años las cuidan. Otras tres hembras ya están alimentando a 12 y 15 mamones, que se crían para la producción de próximo año. 

En otro de los corrales, los chicos que realizan las prácticas profesionalizantes se encargan de controlar el crecimiento de los animales que se destinarán para la producción de chacinados y jamón crudo para fin de año. 

“Acá buscamos que los chicos se encarguen en su práctica de todo el procedimiento. Cuando tenemos que pedir autorizaciones de Senasa o llevar los animales para las exposiciones, son ellos los que hacen todo el papeleo. No es solo ver el corral para tener un empredimiento”, expresó Gustavo Resuche a El Tribuno. 
 

 

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