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Otra crisis, otra oportunidad

Por Juan L. Dapena Fernández, Dr. en Ciencias Económicas.
Sabado, 08 de septiembre de 2018 00:00

Estamos transitando un año que presenta todas las características propias de una economía con problemas. Comenzó septiembre, y lo que aparentaba iba a ser un año de crecimiento (quebrando la racha de los años pares sin crecer), nos termina enfrentando a nuestra propia realidad económica sin ningún atenuante.

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Estamos transitando un año que presenta todas las características propias de una economía con problemas. Comenzó septiembre, y lo que aparentaba iba a ser un año de crecimiento (quebrando la racha de los años pares sin crecer), nos termina enfrentando a nuestra propia realidad económica sin ningún atenuante.

Las causas

El problema estructural de Argentina es que los gobernantes que tuvimos han gastado más dinero del que recaudaron. Es decir, vivimos con déficits crónicos: fiscal, que significa que gastamos más dinero del que recaudamos, y comercial, que significa que salen más dólares del país de los que entran.

Siendo los principios macroeconómicos similares a los de una economía familiar donde no se puede vivir permanentemente gastando más dinero del que ingresa.

Esta problemática económica de gastar más de lo que se tiene, se soluciona transitoriamente emitiendo dinero (la famosa maquinita) o bien pidiendo dinero prestado (endeudándonos). El dinero que gastamos de más lo terminamos "imprimiendo", lo cual genera inflación, que desvaloriza el dinero que genuinamente ganamos, haciéndonos más pobres porque vale menos la plata que ganamos, o bien lo pedimos "prestado", lo cual genera a lo largo del tiempo crisis de deudas debido a la imposibilidad de devolver el dinero que nos prestaron.

Los dólares que no tenemos los pedimos prestados hasta que nuestros acreedores se dan cuenta de que no generamos dólares para repagar esos préstamos entrando en crisis de deuda. Esta situación se presenta (salvo contadas excepciones) desde hace más de 40 años y es la causa de las crisis recurrentes en las décadas de los 70, de los 80, de los 90, de los 2000, y de la actual.

El comienzo de Cambiemos

El gobierno actual no escapa a esta lógica. Comenzó su mandato con serios problemas económicos estructurales heredados tales como déficit, inflación, reservas mínimas, dólar barato, precios relativos desfasados, sin estadísticas, y con una economía parada.

Ante este escenario, decidió no explicar la situación, dotar de optimismo (las "buenas ondas") y generar expectativas favorables al hecho de creer que se podían solucionar estos problemas gradualmente a medida que la economía argentina crecía. Ello iba a ser posible utilizando financiamiento (tomando deuda para pagar ese déficit) a la espera de que la economía se desarrolle, generando más ingresos y de esta forma ir acomodando todas las variables económicas. Asumieron que la situación no era tan complicada y se podría ir solucionando con crecimiento económico. Apostaron a ese crecimiento económico proponiendo un agresivo plan de infraestructura pública, la Reparación Histórica para Jubilados, la baja/eliminación de retenciones, el consenso fiscal, la baja del impuesto a las ganancias y numerosas medidas más que apuntaban a mover la economía esperando que la situación de fondo se vaya acomodando.

La crisis

Este "plan económico" salta por los aires a principios de este año como consecuencia de dos factores: por un lado, porque se cierra el mercado internacional debido a la suba de las tasas de interés en EEUU y un escenario económico internacional adverso, y por el otro, las inconsistencias económicas internas debido a la falta de fondos para llevar adelante este gradualismo a la espera del crecimiento. A partir de abril - mayo comienza esta vorágine de devaluación (falta de dólares debido a que salen más dólares del país de los que entran) y de falta de financiamiento internacional para llevar adelante la gestión sin cortar gastos (sobre todo sociales, la mayoría del presupuesto nacional responde de alguna manera a partidas sociales tales como jubilaciones, asistencia social, subsidios, etc.). A esto se le suman las tasas de interés superiores al 40% - 50% que paga el BCRA para contrarrestar la suba del dólar y la inflación, y que vuelven literalmente imposible financiarse en el mercado. Es decir, se acaba el crédito como instrumento motorizador de la economía. Tanto para las personas como para las empresas, la devaluación actual y el acuerdo con el FMI (porque nadie más nos financia) nos llevan a este septiembre donde no queda otra alternativa que enfrentar nuestros propios problemas. Obviamente, equilibrar las cuentas nacionales lleva a recortar gastos (de nuevo, lo que se recauda no alcanza para afrontar lo que se gasta), lo cual es una tarea sumamente ingrata dado que cualquier político prefiere dar antes que quitar (ya sea bajar salarios vía inflación, fondo de la soja, subsidios al transporte, otras tarifas, etc.).

Cómo seguimos

Actualmente se está negociando el presupuesto nacional 2019 donde se busca equilibrar ingresos y egresos. Esto en un contexto de recesión económica (que complica el empleo), con inflación (que complica que a las familias les alcancen sus ingresos) y altas tasas de interés (que complican la reactivación). La gran apuesta del Gobierno nacional es que la devaluación realizada genere una mayor entrada de dólares mientras que la reinstauración de retenciones, suspensión de baja de impuestos prevista en el Consenso Fiscal, mayor quita de subsidios y acuerdos con los gobernadores, permitan mostrar un presupuesto equilibrado, lo que permitiría, de acuerdo a la visión del Gobierno nacional, que a principios de 2019 comience la reactivación económica. La apuesta es fuerte, esperemos por el bien de todos que esto se encamine.

 

 

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