Un atardecer se pierde entre las montañas dejando paso a un manto estrellado azul profundo, y en medio de la escena, ellos, los peregrinos de Tolar Grande, con tres días de caminata en su haber, llegan a Olacapato con sus cánticos y fe intactos, como si hubieran salido hace unas horas nada más.
Así lo describe un grupo de amigos que viajaron desde la capital salteña hasta este paraje de la provincia para hacerles la recepción. Estos salteños también peregrinan pero de una manera distinta ya que ellos no transitan con sus pasos sino que asisten y ayudan a quienes recorren los largos caminos del Milagro hasta llegar a la casa de nuestros Patronos.
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Un atardecer se pierde entre las montañas dejando paso a un manto estrellado azul profundo, y en medio de la escena, ellos, los peregrinos de Tolar Grande, con tres días de caminata en su haber, llegan a Olacapato con sus cánticos y fe intactos, como si hubieran salido hace unas horas nada más.
Así lo describe un grupo de amigos que viajaron desde la capital salteña hasta este paraje de la provincia para hacerles la recepción. Estos salteños también peregrinan pero de una manera distinta ya que ellos no transitan con sus pasos sino que asisten y ayudan a quienes recorren los largos caminos del Milagro hasta llegar a la casa de nuestros Patronos.
La cabeza del grupo, e ideador de los despliegues de ayuda por amor y agradecimiento a Dios y a las personas, es Emanuel Collado. Desde hace años aporta su granito de arena colaborando con comedores, escuelas de localidades vecinas, hogar de ancianos, solo por nombrar algunas de sus obras a corazón abierto. Este es el tercer año que Emanuel junto con su esposa Miriam y uno de sus hijos, Isaías, asisten a los peregrinos que llegan a Olacapato. Esta pequeña localidad se encuentra en la Puna salteña, a 4.100 m s. n. m. y rodeada de cerros que superan los 5.000 metros de altitud. Emanuel con sus amigos decidieron empezar a viajar allá con este propósito desde 2015. Son unas 30 personas voluntarias que, con la mejor energía y ganas de ser útiles de alguna manera, preparan alimentos, frutas, bebidas, elementos de higiene, vajillas, presentes y, organizados en caravana, parten hacia las alturas de aquella apartada localidad de la geografía salteña.
Este año, durante el trayecto, hicieron una pequeña parada en El Alfarcito, lugar del que hizo su paraíso en la tierra el padre Chifri, para tener un encuentro breve con el padre Walter Medina. Este sacerdote, desde hace 5 años, se hizo cargo de continuar con la obra del padre Chifri. Habló de su peregrinar hacia Salta con vecinos de la zona y de otros parajes y sobre lo importante que es tanto para salteños como para quienes nos visitan en esta época, ya que, en estos momentos, están en el tapete debates de distinta índole respecto a la Iglesia que merecen una reflexión.
Antes de seguir camino, el padre Walter les realizó una pequeña celebración destacando que “la peregrinación amansa el orgullo, principal enemigo de la paz interior de los hombres”.
El lugar que se transformaría en albergue de los peregrinos en Olacapato fue la Escuela Nº4.600 “Mayor Leonetti”. Al llegar al lugar, los encargados de la logística y cocina del grupo de peregrinos ya se encontraban descargando el camión que transporta los elementos necesarios para el viaje. Son seis personas que se ocupan de esta tarea entre las que se encuentra Alejandra Rodríguez quien transita su tercer año como parte de la Comisión de peregrinos. Comentó que ellos (los seis) suelen aventajar al resto del grupo para dejar, en el lugar donde se van a albergar, lo necesario para pasar la noche y descansar un poco antes de seguir con la travesía. También puso al tanto que el grupo de este año está conformado por 65 o 70 personas y que el municipio de Tolar Grande ayuda de manera económica, no obstante ellos trabajan durante todo el año para recaudar más fondos para lo que sea necesario. Las empresas que trabajan en la zona aportan su granito de arena. Alejandra comentó también que hay un grupo de personas de Salta (cerca de 30) que se suman a los voluntarios y son como otra comisión que contribuyen para que la peregrinación tenga todo lo indispensable.
Una bienvenida
En la recepción de bienvenida estaban unos chicos lugareños que habían ensayado, con quenas y bombo, su manera de agradecer este milagro. Los peregrinos llegaron cerca de las 20 horas a Olacapato, entre cánticos y fiesta que rompía el silencio reinante entre las montañas envueltas por un suave viento. Quien llevaba la voz cantante del grupo era Isaac Abán, integrante del grupo musical Los Jayitas, que se sumó para aportar el don recibido y de esta manera también agradecer. Al arribar al paraje se dirigieron a la capilla del lugar para dejar sus imágenes y dar gracias a la Virgen del Valle por su llegada.
Cuando entraron al salón de la escuela se dieron con la sorpresa de un lugar preparado para ofrecerles una cena hecha con esmero por el grupo de amigos de Emanuel.
El lugar se llenó de buena energía, fe y testimonios que se compartieron relatados con muchísima emoción -tanto por parte de los agasajados como de los anfitriones- y, como broche de oro, la guitarra se dejó embrujar por zambas coreadas por todos los presentes. Además de esto Silvia y Mónica, oriundas de la provincia de Buenos Aires y siendo este su segundo año participando de esta experiencia, repartieron frazadas de polar con un par de medias para cada uno de los peregrinos los que agradecieron con aplausos y una amplia sonrisa de felicidad.