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La comunidad wichi de San Miguel clama por obras para tener agua

Las mangueras y los tanques están hace varios meses esperando mano de obra. Son 250 personas que necesitan un pozo y que se canalice el líquido vital que les falta.
Domingo, 20 de enero de 2019 00:56

Desde el chaco salteño, Daniel Pereira y su esposa, Débora Olivera, nos siguen trayendo postales del olvido. Ellos son cómplices en la caridad con los wichis del paraje San Miguel, a 20 kilómetros de Santa Victoria Este, donde castigan fuerte el río y la pobreza. Llegan hasta ahí como Melquíades, el gitano que asombraba a Macondo con la lupa, el hielo y la alquimia en los relatos de García Márquez en "100 años de soledad". Viajan a asombrar con su filantropía, con sus bolsas de ropa, de comida y herrramientas para familias vulnerables, desprovistas de cualquier ambición de progreso por la inercia que genera el vano transcurrir de la vida. Sin embargo tienen algunas aspiraciones más relacionadas con las necesidades que con los sueños: quieren agua y que pase por las mangueras enrolladas hace meses, desde mediados del año pasado, que los funcionarios dejaron ahí, parece que olvidadas, junto con unos inmensos tanques para almacenar el líquido vital. Mientras esperan, los chicos juegan a esconderse entre los rollos negros, a saltarlos, y pasan las horas apoyados en los tanques vacíos. Esta nota tiene pendiente la respuesta a la pregunta ¿hasta cuándo?

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Desde el chaco salteño, Daniel Pereira y su esposa, Débora Olivera, nos siguen trayendo postales del olvido. Ellos son cómplices en la caridad con los wichis del paraje San Miguel, a 20 kilómetros de Santa Victoria Este, donde castigan fuerte el río y la pobreza. Llegan hasta ahí como Melquíades, el gitano que asombraba a Macondo con la lupa, el hielo y la alquimia en los relatos de García Márquez en "100 años de soledad". Viajan a asombrar con su filantropía, con sus bolsas de ropa, de comida y herrramientas para familias vulnerables, desprovistas de cualquier ambición de progreso por la inercia que genera el vano transcurrir de la vida. Sin embargo tienen algunas aspiraciones más relacionadas con las necesidades que con los sueños: quieren agua y que pase por las mangueras enrolladas hace meses, desde mediados del año pasado, que los funcionarios dejaron ahí, parece que olvidadas, junto con unos inmensos tanques para almacenar el líquido vital. Mientras esperan, los chicos juegan a esconderse entre los rollos negros, a saltarlos, y pasan las horas apoyados en los tanques vacíos. Esta nota tiene pendiente la respuesta a la pregunta ¿hasta cuándo?

Consultadas autoridades de Desarrollo Social, sin dar precisiones dijeron que esas obras en la comunidad de San Miguel están previstas a partir de marzo próximo, es decir que pasarán otro verano con las mangueras enrolladas sobre el suelo. Pero al menos dan una esperanza de que la obra se hará ya que el verdadero responsable de gestionarla y ejecutarla, el intendente Moisés Balderrama, brilla por su despiadada indiferencia. Desde el Ministerio de Asuntos Indígenas aseguraron que gestionarán la obra con Aguas del Norte y que la ministra Edith Cruz se comprometió a hacerle perforar un pozo de agua exclusivamente para esta comunidad wichi de unas 250 personas, dirigidas por tres caciques.

Daniel Pereira y su esposa, Débora, ya preparan la próxima visita en febrero a la comunidad de San Miguel llevando donaciones de toda clase y útiles escolares ante el inminente inicio de las clases. Quienes quieran colaborar, pueden llamar a los teléfonos: 0387 - 155 429 014 - 155 429 021.

Daniel Pereira, unido por esas inexplicables razones que tiene la empatía con esta comunidad wichi, expresó: "La impotencia y el dolor que siento son enormes cada vez que voy y veo que no hay soluciones básicas para estas personas que no necesitan grandes inversiones para estar mucho mejor. Hablé con gente de la Municipalidad de Santa Victoria Este, con gente del Ministerio de Asuntos Indígenas por este caso, y me pelotean con que hay que hacer un pozo acá, otro pozo allá, que están trabajando en otras comunidades que necesitan más. La verdad no creo que haya comunidades wichis que necesiten más y otras menos, el agua es vital para todos los seres humanos y en San Miguel no tienen agua".

Y agregó: "Uno es incapaz de imaginar la vida de estas comunidades hasta que pasa un día entrero y una noche entre ellos. Por eso es mi angustia. Veo los materiales ahí tirados y no hay obra para que su calidad de vida mejore".

"Mi esposa y yo sentimos un compromiso enorme con los wichis de San Miguel, por eso vamos cada tanto llevando lo que nos piden y lo que vemos que necesitan, pero no progresan nunca, siempre están igual o peor. Nos da impotencia ser tan limitados para ayudarlos. Es muy triste, los chicos crecen sin oportunidades, es como un mundo aparte sin horizontes", se lamentó.

Pereira es periodista de radio y es el mismo que le sacó la foto al abanderado wichi descalzo que recorrió el país en mayo del año pasado. Era el día del acto por el Día de la Patria en la escuela N§ 4.507, del paraje San Miguel. Ni a él ni a nadie que conozca esas tolderías le sorprendería que entre los wichis, los chicos y los grandes caminen descalzos. Sin embargo, Daniel puso el foco en los pies del abanderado para difundirla y crear conciencia de la dolorosa asimetría que plantea la pobreza en nuestra región chaqueña. Ojos que no ven... corazón que no siente, pensó, y lanzó la imagen al cyberespacio con la esperanza de contagiar voluntades capaces de cubrir esos pies y otras tantas necesidades de miles de salteños.

"Nosotros llevamos donaciones hace 5 años al paraje San Miguel, y hace dos años también llegamos a la comunidad de Santa Victoria Este II. La gente ya nos conoce y se ha vuelto una costumbre que lleguemos con las cositas que nos piden. Comenzamos un mes antes a recolectar donaciones, reunimos muchísima mercadería, ropa y cosas que nos piden como ollas, carretillas, otras herramientas. También nos pidieron un grupo electrógeno que todavía no pudimos llevar. La última vez que llegamos a visitarlos fue para Navidad y por primera vez vieron un Papa Noel y recibieron regalos; pero hay cosas básicas que son más importantes, como el agua", aseguró Pereira.

 

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