Pasado el Tsunami político nacional, queda mucho por reconstruir, especialmente en lo económico. En lo que va de la semana se sucedieron un sinnúmero de noticias poco alentadoras.
Pese a la implementación de un súper cepo que mantiene al dólar contenido por estos días, los precios se disparan en distintos rubros y nadie parece ponerle freno.
Los anuncios de subas en los combustible en torno al 20%, pregagas 12%, incrementos en la carne de un 18% y el temor de que el precio del pan, principal sustento en las mesas argentinas, pueda dispararse en un 30% más las nuevas tarifas del boleto colectivo, hacen tambalear las magras billeteras de la clase trabajadora, que parecen no poder soportar más un tirón más de cuerda.
Los análisis son muy diversos, pero la realidad devela una gran cuota de especulación. Hoy, de acuerdo a la Cámara de Panaderos Industriales de Salta, la harina se paga en el mercado local al mismo precio que la que se exporta a Estados Unidos y Alemania. El sentido común y la equidad, parecen haber desaparecido de los mercados locales.
Los analistas rumorean, que este salto significativo en los precios se debe, entre otras cosas, a que sus formadores vislumbran la posibilidad de que la nueva gestión aplique a partir de diciembre algún tipo de regulación a las desbocadas subas y los “muchachos” quieren cubrirse dejando el piso lo más elevado posible. Mientras tanto, el consumo cae a niveles históricos y la vida cotidiana, se torna inviable.
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Pasado el Tsunami político nacional, queda mucho por reconstruir, especialmente en lo económico. En lo que va de la semana se sucedieron un sinnúmero de noticias poco alentadoras.
Pese a la implementación de un súper cepo que mantiene al dólar contenido por estos días, los precios se disparan en distintos rubros y nadie parece ponerle freno.
Los anuncios de subas en los combustible en torno al 20%, pregagas 12%, incrementos en la carne de un 18% y el temor de que el precio del pan, principal sustento en las mesas argentinas, pueda dispararse en un 30% más las nuevas tarifas del boleto colectivo, hacen tambalear las magras billeteras de la clase trabajadora, que parecen no poder soportar más un tirón más de cuerda.
Los análisis son muy diversos, pero la realidad devela una gran cuota de especulación. Hoy, de acuerdo a la Cámara de Panaderos Industriales de Salta, la harina se paga en el mercado local al mismo precio que la que se exporta a Estados Unidos y Alemania. El sentido común y la equidad, parecen haber desaparecido de los mercados locales.
Los analistas rumorean, que este salto significativo en los precios se debe, entre otras cosas, a que sus formadores vislumbran la posibilidad de que la nueva gestión aplique a partir de diciembre algún tipo de regulación a las desbocadas subas y los “muchachos” quieren cubrirse dejando el piso lo más elevado posible. Mientras tanto, el consumo cae a niveles históricos y la vida cotidiana, se torna inviable.